EE.UU YA NO TIENE EL PODER ABRUMADOR DE DESTRUIR GOBIERNOS
En Buenos Aires (Argentina), del 12 al 14 de marzo pasado, organizado por el Ministerio de Cultura y el Secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, Ricardo Forster, tuvo lugar un importante Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad que reunió a personalidades de gran prestigio venidas de Estados Unidos, de América Latina y de Europa.
Se trataba de reflexionar sobre el momento que se está viviendo no sólo en Latinoamérica sino también en algunos países de Europa, donde nuevas organizaciones políticas (Syriza, Podemos), que conocen bien los avances progresistas realizados en América Latina, están tratando de cambiar las cosas y de aportar soluciones de inclusión social y de rechazo de las políticas “austeritarias”.
En el marco de ese encuentro excepcional, pudimos entrevistar a nuestro amigo estadounidense Noam Chomsky, uno de los intelectuales más prestigiosos del mundo. Un hombre que lleva años pensando cómo construir un mundo más justo, menos desigual y con menos violencia.
—Noam, el 9 de marzo pasado, Barack Obama firmó una orden ejecutiva y decretó “estado de emergencia” en Estados Unidos por “la amenaza inusitada y extraordinaria” que representaría Venezuela para la seguridad nacional de su país.
¿Qué piensa usted de esta declaración?
¿Qué piensa usted de esta declaración?
—Tenemos que ser cuidadosos y distinguir dos partes en esa declaración. Por un lado, un hecho real: la imposición de sanciones a siete funcionarios de Venezuela. La otra parte es un aspecto más bien técnico, la forma en que se formulan las leyes estadounidenses. Cuando un presidente impone una sanción debe invocar esta declaración ridícula que pretende que hay “una amenaza a la seguridad nacional y a la existencia de EEUU”, por parte de tal o cual Estado. Es un aspecto técnico del derecho estadounidense. Es tan ridículo que, de hecho, nunca se había subrayado. Pero esta vez sí se insistió en ello, porque surgió en América Latina. En la declaración habitual casi nunca se menciona todo este contexto, y creo que es la novena vez que Obama invoca una “amenaza a la seguridad nacional y a la supervivencia de EEUU”, porque es el único mecanismo a su alcance mediante el cual la ley le permite imponer sanciones. O sea, que lo que cuenta son las sanciones. El resto es una formalidad absurda; es una retórica obsoleta de la que podríamos prescindir, pero que, en todo caso, no significa nada. Aunque a veces sí. Por ejemplo, en 1985, el presidente Ronald Reagan invocó la misma ley diciendo: “El Estado de Nicaragua es una amenaza a la seguridad nacional y a la supervivencia de Estados Unidos”…
Pero en ese caso era verdad. Porque ocurría en un momento en que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) había ordenado a EEUU que pusiera fin a sus ataques contra Nicaragua mediante el uso inapropiado de los llamados “Contras” contra el gobierno sandinista. Washington no lo tomó en cuenta. La CIJ había pedido a Estados Unidos que pusiera fin al terrorismo internacional contra Nicaragua y que pagara reparaciones muy importantes a Managua. Pero el Congreso estadounidense lo que hizo fue aumentar los recursos de las fuerzas [los “Contras”] financiadas por Washington que atacaban a Nicaragua… Es decir, la Administración de Reagan opuso su método a la resolución de la CIJ y violó lo que esta le estaba pidiendo. En ese contexto, Reagan se puso sus botas de cowboy y declaró que Nicaragua era una “amenaza a la seguridad de Estados Unidos” (…), lo de Obama es una fórmula retórica, una expresión técnica, digamos. Claro, se trata de darle a la declaración un aspecto dramático adicional para tratar de socavar al Gobierno de Venezuela… Algo que Washington hace casi siempre en esos casos.
—Usted conoció al Presidente Hugo Chávez. Y Chávez le tenía a usted una gran admiración. Hizo el elogio de algunos de sus libros. ¿Qué recuerdos tiene de él y qué opinión le merece como gobernante, en particular por su influencia en América Latina?
—Bueno, tuve con Chávez unas conversaciones nada más, en el palacio presidencial. Estuve en Caracas un día con un amigo y básicamente hablamos con Chávez de cómo llegó al poder, cómo reaccionó EEUU, y muchas otras cosas de esa naturaleza. Chávez hizo un esfuerzo muy importante para tratar de introducir cambios sustanciales en Venezuela y su relación con el mundo. Uno de sus primeros actos fue lograr que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que poseía casi el monopolio del petróleo, redujese la producción para que los precios del barril aumentaran. Según lo que él me dijo, ese fue el momento en que EEUU se volvió definitivamente contra Venezuela… Antes lo toleraban… Chávez hizo también muchas cosas más: procuró petróleo a bajo precio a Cuba y a otros países del Caribe; realizó esfuerzos para mejorar el sistema de sanidad, reducir la pobreza, lanzó las “misiones” que significaban un gran esfuerzo en favor de la gente humilde, etc. En esto obtuvo cierto grado de éxito, pero se enfrentó a graves dificultades, en particular la incompetencia, la corrupción, la manera de combatir las huelgas, etc. El resultado final es un contexto difícil para Venezuela internamente. Y el problema más grave –que no se ha superado–, y que es un problema para América Latina en general, es que todos estos países dependen de un modelo no sostenible de desarrollo económico, basado en la exportación de productos primarios. Un país puede asumir eso –Argentina y Brasil lo saben– si la economía se diversifica de tal manera que pueda desarrollar una verdadera industria compleja. Pero una industria basada únicamente en productos agrícolas o mineros no es un modelo sostenible. Si usted piensa, por ejemplo, en el noreste de EEUU, que es una zona fabril donde están las principales fábricas, en aquel entonces se ocupaban del algodón, producían telas a partir de algodón. Lo mismo sucedía en Inglaterra. Los ingleses importaban el algodón de EEUU y desarrollaron sus primeras fábricas. Lo cual también permitió la expansión del sistema financiero, que era una maniobra sumamente compleja sobre el préstamo de fondos y otras operaciones financieras.
Y todo eso a partir del cultivo del algodón. Un sistema comercial, un sistema industrial, un sistema financiero. Pues bien, EEUU también, como otros países desarrollados, no respetaron lo que se llama hoy una “economía sana”. Se violaban los principios que hoy se proclaman, y existían altos aranceles y otros mecanismos proteccionistas. Y eso siguió así hasta el año 1945, cuando realmente EEUU pudo desarrollar la producción industrial de acero, y de muchas otras cosas más. Así es como se puede hacer el desarrollo. Si un país se autolimita a la exportación de productos primarios se va a estrellar… Y eso es lo que pasa en Venezuela. La economía sigue dependiendo terriblemente de la exportación de petróleo… Ese modelo es insostenible, y también es insostenible una economía únicamente basada en la exportación de soja o de otros productos agrícolas. De tal manera que tenemos que pasar por un formato distinto de desarrollo como el que hicieron Inglaterra y Estados Unidos. Y otros países europeos por supuesto. Venezuela no ha superado este escollo. Y tiene otros problemas internos graves que, por supuesto, EEUU quisiera exacerbar. Y creo que las sanciones constituyen un esfuerzo para lograrlo. En mi opinión, una buena respuesta de Venezuela sería simplemente dejar pasar por alto. Claro, no se pueden pasar por alto las sanciones porque son reales… Pero sí lo que usted mencionó, esa pretensión ridícula de “amenazas a la seguridad nacional estadounidense”…. Es importante repetir que esto, en sí, no significa nada. Como le dije, es meramente una expresión formal. Es algo que los medios de comunicación, en EEUU, ni siquiera señalaron. Lo importante es la reacción que, en este caso, se produjo en América Latina.
—El 17 de diciembre pasado el presidente Barack Obama, y también el presidente Raúl Castro, hicieron una declaración, cada uno por su parte, en la que anunciaban la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. El presidente Obama, en esa declaración, reconoció que 50 años de política estadounidense, de presiones, con bloqueo económico incluido, no habían producido ningún resultado, y que había que cambiar de política. ¿Qué piensa usted de esta normalización entre Cuba y EEUU? Y ¿cómo ve usted la evolución de las relaciones entre La Habana y Washington, y la influencia de ello para el conjunto de América Latina?
—Pequeña corrección. No se trata de “normalización”. Es, primero, un paso hacia lo que podría ser una normalización. O sea que el embargo, las restricciones, la prohibición de viajar libremente de un país a otro, etc, no han desaparecido… Pero efectivamente constituye un paso hacia la normalización, y es sumamente interesante ver cuál es la retórica actual del análisis de Obama y de su presentación. Lo que dijo es que 50 años de esfuerzos “para llevar la democracia, la libertad y los derechos humanos a Cuba” han fracasado. Y que otros países, desgraciadamente, no apoyan nuestro esfuerzo, de tal manera que tenemos que encontrar otras formas de continuar nuestra dedicación a la imposición de democracia, libertad y derechos humanos que dominan nuestras políticas benignas con el mundo. Palabra más, palabra menos, es lo que dijo. Quienes han leído a George Orwell saben que cuando un gobierno dice algo hay que traducirlo a un lenguaje más claro. Lo que dijo Obama significa lo siguiente: durante 50 años hemos hecho un terrorismo de gran escala, una lucha económica sin piedad que han dejado a EEUU totalmente aislado; no hemos podido derrocar al Gobierno de Cuba en esos 50 años, por consiguiente ¿qué tal si encontramos otra solución? Esa es la traducción del discurso; es lo que realmente quiere decir o lo que se puede decir tanto en español como en inglés. Y vale la pena recordar que la mayoría de estas cuestiones se suprimen en los debates norteamericanos e incluso europeos. Efectivamente, EEUU hizo una campaña grave de terrorismo contra Cuba bajo la presidencia de John F. Kennedy; el terrorismo era extremo en aquel momento. Hay un debate, a veces, sobre los intentos de asesinato de Fidel Castro, y se hicieron ataques a instalaciones petroquímicas, bombardeos de hoteles –donde sabían que había rusos alojados–, mataron ganado, etc. O sea una campaña muy grande que duró muchos años. Es más, después de que EEUU terminara su terrorismo directo apareció el terrorismo de apoyo, digamos, con base en Miami en los años 1990. Además la guerra económica, que fue iniciada por Eisenhower, tomó realmente impulso durante la era Kennedy y se intensificó después.
El pretexto de la guerra económica no era “establecer la democracia” ni “la introducción de derechos humanos” sino castigar a Cuba por ser un apéndice del gran Satán que era la Unión Soviética. Y todo eso no tenía nada que ver, obviamente, ni con la democracia ni con los derechos humanos. Ni siquiera es una broma. Basta con ver los registros norteamericanos de su apoyo a las dictaduras violentas, terroristas en América Latina. No solamente las apoyaron sino que las impusieron. Como en el caso de Argentina, donde EEUU era el más firme apoyo de la dictadura argentina. Por ejemplo, Obama es prácticamente el único líder que le dio apoyo, en 2009, al golpe de Estado de Honduras, que echó al Gobierno constitucional [de Manuel Zelaya] y que puso una dictadura militar que EEUU reconoció. Es decir, podemos dejar de lado la charla sobre la democracia y los derechos humanos; no tienen nada que ver: el esfuerzo era para destruir el gobierno.
—En 1999, apareció Hugo Chávez en Venezuela, y una serie de países adoptaron unos programas anti-neoliberales, varios gobiernos progresistas empezaron a aparecer en América Latina; primero en Brasil, después de Venezuela, con Lula; después en Bolivia, con Evo Morales; luego en Ecuador, con Rafael Correa; luego en Argentina, con Nestor Kirchner; en Uruguay, con Tabaré Vázquez y Pepe Mujica. Esto se ha extendido por América Latina; y efectivamente, como usted acaba de decir, América Latina se le ha ido un poco de las manos a EEUU, yo quisiera preguntarle, primero, ¿qué opinión tiene usted de estos gobiernos progresistas, en general, de América Latina? Y segundo, ¿por qué EEUU ha podido encontrarse en esta situación de pérdida de influencia en América Latina?
—Bueno, son acontecimientos de suma importancia en esta parte del mundo, todo lo que ha descrito usted es de relevancia realmente histórica. Si uno piensa en América Latina… Durante quinientos años, América Latina, básicamente, se vio controlada por los poderes imperialistas occidentales, sobre todo por EEUU en el siglo XX, y antes hubo otros… Cada elite de cada país tenía un sesgo hacia lo occidental, y tenían ideas imperialistas. Había ciertas diferencias, pero ésta era en general la situación típica. Y esto viene sucediendo, bueno, desde hace quinientos años de una forma u otra. Pero, a partir de 1999, empezó a cambiar esta situación. Lo que usted describe es un cambio muy significativo; es un punto de importancia histórica. Y Estados Unidos es, por supuesto, el país, la potencia que ejerce el mayor dominio en todo el mundo, pero EEUU ya no tiene el poder abrumador de destruir gobiernos y de imponer dictaduras militares donde se le antoja. Si uno piensa, por ejemplo, en los últimos quince años… Ha habido algunos golpes de Estado: un intento de golpe en Venezuela en 2002; bueno, funcionó, digamos, durante dos días nada más. EEUU lo apoyó plenamente pero no tuvo el poder de imponer a un nuevo Gobierno. Hubo otro en Haití en 2004; ahí tenemos…, los torturadores de Haití, Francia y EEUU combinaron el secuestro del presidente Aristide para enviarlo al centro de África, y mantenerlo allí, oculto, para que no pudiera participar ni siquiera en las elecciones. Bueno, esto fue exitoso, pero Haití es un país muy débil. Hubo otro caso en Honduras, en 2009 –sí, con Obama–: los militares se deshicieron del Gobierno constitucional… Así que ahí hubo una “excusa democrática”, y Washington no quiso condenarlo como un golpe militar…
Pero resultó que EEUU se encontró aislado en esa posición de apoyo a ese golpe militar exitoso. Y ahora ese país es un desastre por completo. Tiene un terrible registro –el peor– en materia de derechos humanos. Y si consideramos la migración a EEUU, que es un gran tema, la mayoría de los inmigrantes proviene de Honduras, porque este país fue destruido por el golpe que Washington apoyó. Así que vemos algunos casos de éxito por así decirlo, pero no como en el pasado, no como antiguamente. América Latina ahora ha dado un paso hacia adelante para lograr cierto grado de independencia. Es el camino correcto hacia adelante. Bueno, la Unasur, Mercosur, Celac [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños]; hay distintos grupos que representan pasos hacia la integración. La Celac es totalmente novedosa, porque EEUU y Canadá quedan excluidos, y esto, bueno, nadie podría haberlo imaginado; era algo inconcebible años atrás. Todo ello se ve reflejado de varios modos; hubo un estudio reciente muy interesante de lo que podríamos llamar, por ejemplo, la “peor tortura del mundo”: arrestamos a alguien y lo mandamos a la dictadura militar más cruel para que allí lo torturen, de manera impune, y podemos así tener cierta información. Esta es la peor forma de tortura. Estados Unidos lo viene haciendo desde hace años y años. Hubo un estudio para saber qué países cooperan. Por supuesto, los países de Oriente Medio; ahí; los envían para llevar a cabo esta tortura: ya lo hacían con El Asad en Siria, con Mubarak en Egipto, y bueno con Gadafi en Libia, ¿no? Y los países europeos en su mayoría han participado, Inglaterra, Suecia, Francia, todos estos países…Sin embargo, hubo una región en el mundo, en la que no participó ningún país: América Latina. Y esto es realmente llamativo, interesantísimo. Cuando América Latina estaba bajo el control de Estados Unidos era un centro global de tortura. Ahora, incluso se negaron a participar en este horrendo juego, en este tipo de tortura implementado por Estados Unidos. Esto es un cambio muy significativo, una señal realmente muy llamativa.
(Entrevista de Ignacio Ramonet con Noam Chomsky realizada, para la Televisión Pública argentina, en Buenos Aires, el pasado 13 de marzo y difundida en su integridad el sábado 21 de marzo por el canal de la TV Pública argentina, tomada de la página web Hoy Venezuela)
BiografíaMínima
Es lingüista, filósofo y activista estadounidense. Es profesor emérito de Lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX. Es, asimismo, reconocido por su activismo político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo
CIUDAD CARACAS / ESCUELA BOLIVARIANA DEL PODER POPULAR
@PRENSA_EBPP
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