Por Sergio Sánchez
Debemos arrancar por aclarar que este breve análisis se hace desde las filas de la Revolución Bolivariana y con la más sincera intención de aportar para la profundización del Proceso revolucionario liderado por el Presidente Hugo Chávez.
Aclarada la legitimidad de estas letras, debemos indicar que sólo señalaremos algunas características sintomáticas de serias contradicciones internas del Proceso que nos colocan en una encrucijada de carácter estratégico.
1. Aumento de la Contradicción Estado – Poder Popular
Hasta hace relativamente pocos años, era socialmente aceptado el ejercicio del poder representativo en todas sus dimensiones y escalas. Si bien existía un reclamo popular, este se concentraba en la eficiencia y transparencia de la gestión. A raíz del propio desarrollo de la Revolución Bolivariana, de la polarización nacional y del empuje que ha puesto el Presidente Chávez y otros actores políticos revolucionarios a nivel nacional, la democracia participativa y protagónica se ha ido posicionando en la conciencia colectiva de las masas, rompiendo con el gran consenso que había logrado la democracia burguesa en el Pueblo.
Existen claras señales de lo antes afirmado: la creación he incremento de los Consejos Comunales y nacientes comunas, el nacimiento masivo del Polo Patriótico como alternativa de democracia de las bases revolucionarias frente a los partidos centralistas y burocráticos, la crítica generalizada al burocratismo que usurpa las decisiones del Pueblo (con desarrollos desiguales de la misma), la creciente crítica generalizada a los poderes locales (especialmente alcaldes y gobernadores) que no son otra cosa que un cuestionamiento a las decisiones tomadas desde arriba, entre otras.
Se ha sostenido e insistido por 14 años en pensar que superaremos el viejo estado capitalista y crearemos el nuevo estado que hemos denominado Poder Popular, a través de la transferencia de competencias voluntaria de los administradores del viejo estado (Gobernadores, alcaldes, directores, concejales, Gerentes de empresa del estados, etc) a los nuevos gestores del naciente poder Popular, y cabe preguntar ¿En qué lugar del país esto se ha puesto en práctica?, ¿En qué alcaldía (por citar un ejemplo) su presupuesto es construido en su totalidad por el Poder Popular y no por los administradores de dicha alcaldía?
Más aun, el partido, que es quien debe mediar en la contradicción Viejo Estado vs. Poder Popular, a favor de este último, está conformado, en buena medida, por funcionarios “cooptados” por actores claves del viejo estado. Pues ocurrió algo obvio, el partido terminó “cooptado” por el viejo estado, su concepción y principio de preservación y está inclinando la balanza en esta contradicción a favor del Estado que debemos superar. He aquí la fuente de la desconexión Partido – Masas y del Propio nacimiento del Polo Patriótico.
2. La Ausencia de Controles Democráticos
Una característica clave de este proceso es la falta de controles políticos, económicos e ideológicos a todos los niveles, pero muy especialmente, en la medida que nos alejamos del entorno presidencial, verbigracia alcaldías, Gobernaciones, direcciones de institutos, Juntas Parroquiales, Direcciones Municipales del Partido.
No nos estamos refiriendo a los controles que tiene el estado y que debe seguir mejorando. Nos referimos a los controles políticos, económicos e ideológicos del proceso. Para ser más específicos ¿Quién controla que un alcalde o Gobernador este construyendo la política de recuperación de espacio público de su municipio o estado con el Poder Popular en vez de otorgar concesiones a los privados para la explotación de un servicio o de un espacio de interés público? Bien podría la Contraloría General de la República determinar que los recursos se manejaron transparentemente y avalar la gestión, pero política, económica e ideológicamente sería contraria a los postulados de la Revolución Bolivariana. Nuevamente ¿Quién detecta e interviene para corregir esto actualmente? ¿Son las direcciones regionales y municipales del PSUV designadas por los Gobernadores y Alcaldes, casi todos funcionarios subordinados a estos, las que criticarán y se corregirán a sí mismos y a sus jefes?
La Teoría General de Sistemas, desarrollada en los primeros decenios del siglo pasado, y que vino a transformar la concepción de los métodos científicos con profundas repercusiones en los diferentes campos de las ciencias puras, aplicadas y sociales, tiene como uno de sus principales axiomas incontrovertidos que todo sistema que no tenga un subsistema de control tiende al caos. Esto ocurre porque en todos los sistemas (y la Revolución Bolivariana como un gran sistema complejo) se producen desviaciones (ejemplos: la corrupción, la prepotencia y autoritarismo de líderes del proceso, la ineficiencia, el burocratismo, el consumismo, el machismo, etc), y estas desviaciones tienden a agrandarse si no intervienen agentes internos del sistema a regularlos, o lo que es lo mismo, a controlarlos. Si se permite que estas desviaciones se desarrollen sin control (impunemente), las mismas continuarán incrementándose hasta que caoticen toda la revolución y la hagan ingobernable. Y este caos no se controlará con la aparente disciplina silenciosa que puedan guardar las fuerzas desviadas y las fuerzas que las confrontadas, cuando los mandos invoquen unidad. El presidente Chávez ha logrado sobrellevar estas contradicciones con su control limitado del estado (porque no puede estar en todos los rincones del país controlando todo) y con su liderazgo fuerte en las masas. Y a pesar de eso, el primer llamado que hace el Presidente Chávez, el único líder fuerte de la Revolución, luego del triunfo del 7 de octubre, es a la “autocrítica pública”.
Las desviaciones, en sistemas sociales, son inevitables, y mas si se pretende construir una nueva sociedad. Decir que nuestro proceso adolece de desviaciones en todas sus infinitas partes es ignorar la realidad, ser arrogantes, suprimir la crítica y autocrítica y en última instancia, permitir que la revolución tienda al caos. Toda desviación tiende a aumentar sino se controla.
Los controles en sistemas muy básicos son bastantes simples. Pero en la Revolución Bolivariana y más aún en la sociedad venezolana con intención de transformación socialista, la cantidad de posibles desviaciones son infinitas, están en cada rincón del país, en cada institución, en cada instancia del partido, en cada escuela y proceso educativo en general, en cada militante del partido. No toda desviación es mala, aclaramos. Las desviaciones nos pueden permitir romper con un orden prestablecido. Por ejemplo, las insurrecciones del 89 y del 92 fueron desviaciones del sistema impuesto por el Pacto de Punto Fijo, que a pesar de haber sido controladas en su momento, cambiaron las características cualitativas de la sociedad, introduciendo nuevos actores y fuerzas. Este tipo de desviaciones que nos permiten transformar y adaptar el sistema a nuevas realidades son deseables.
Pero hay desviaciones que retrogradan el sistema. Sobre todo, cuando se está construyendo un nuevo sistema, hay desviaciones que contradicen los objetivos centrales del mismo. Por ejemplo, la Revolución Bolivariana tiene como banderas centrales la democracia participativa y protagónica en la nueva sociedad pero son pocas las alcaldías y Gobernaciones en donde es el Pueblo quien define el Presupuesto (que es un elemento Central del Poder), a pesar de ser una instrucción del Plan Nacional Simón Bolívar y mandato del líder fundamental del Proceso: Darle poder al Pueblo.
Otro ejemplo, la nueva sociedad en construcción debe extirpar la corrupción sin embargo existe en muchas instancias de la Sociedad (obsérvese que hablamos de Sociedad y no nos limitamos al Gobierno). Un Subsistema de Control de este sistema que llamamos sociedad venezolana en transición socialista, debería identificar donde y cuando se está evitando darle el Poder al Pueblo o donde se manifiesta la corrupción, y ejercer acciones que corrijan estas desviaciones no deseadas. ¿Qué ocurre sino se corrigen estas desviaciones?, aumentarán irreductiblemente.
Luego, debemos preguntarnos ¿a quien o quienes les corresponde identificar y encaminar la corrección de la desviación? ¿A una persona en particular?, ¿A quien comete la falla? No. Las desviaciones en una revolución socialista, a nuestro entender (y aquí nos vamos a los clásicos del marxismo) les corresponde corregirlas al Pueblo, o mejor dicho, al Pueblo trabajador y organizado, o mejor dicho, a su vanguardia organizada, ya que no es sostenible en el tiempo la construcción de una sociedad nueva que soporte sus controles sobre la espontaneidad de las masas desorganizadas. En otras palabras y conscientes de que es una idea polémica,el control del buen rumbo de una revolución socialista y democrática, como la nuestra, le corresponde al partido revolucionario, entendido este como la organización de las y los trabajadores mas conscientes, disciplinados, entregados a la causa, militantes y ejemplares que tiene el movimiento revolucionario, la organización vitrina de la nueva sociedad.
Sin este partido descrito anteriormente a muy grandes rasgos, y q aún no lo tenemos, es imposible desarrollar controles, mas allá de los que humanamente pueda realizar el Presidente Chávez, su entorno más cercano, funcionarios de buena voluntad y el Pueblo aislado en sus localidades particulares. Y sin este subsistema de control que solo es estable, repetimos, en la vanguardia organizada de la revolución, las desviaciones seguirán aumentando y la Revolución, tal y como sostiene la Teoría General de Sistema, tenderá al caos.
3. La Dependencia del Proceso a un ser humano. Ausencia de dirección Colectiva
Una de las fortalezas más grandes que tiene esta revolución es que cuenta con un líder visionario, honesto, persistente, inteligente y que se comunica muy bien con el pueblo. A su vez, esta conexión líder masa genera una responsabilidad gigantesca sobre el líder que lo lleva a tratar de “meter la lupa” y “apretar las tuercas” personalmente en todos los espacios y todos los niveles de la Revolución. Es decir, no solamente Chávez es el estadista que dirige la Revolución Bolivariana y fomenta la continental, sino que es también quien sanciona a un alcalde corrupto, a un director de una empresa autoritario, a un viceministro ineficiente, a un dirigente regional desviado, etc. Sintetizado magistralmente en la frase de Fidel Castro “Chávez no puede ser el amo de llaves de Venezuela”. Esta reflexión de Fidel es clave para comprender el nivel de presión que está soportando sólo el líder principal, y a su vez, la cantidad de procesos que avanzan sólo una vez corregidos por el Presidente. No se necesita ser muy inteligentes para comprender varias cosas:
· La enfermedad del Presidente tiene que ver, entre otras cosas, con el nivel de estrés y falta de descanso del líder principal.
· El único líder que es reconocido por todas las fuerzas internas de la Revolución es Chávez, por tanto, el único que nos unifica. Cabe la pregunta ¿Quién unificaría al Pueblo si no está el Presidente?
· Existe un nivel de Centralidad que retrasa procesos, ya que un ser humano no puede tener tantas tareas y resolverlas todas eficiente y oportunamente a la vez.
· No existe una dirección colectiva que corrija y complemente al Presidente (que al fin y al cabo es un ser humano que como todos, necesita ayuda), que corrija la revolución, que regule colectivamente las pasiones que en momentos ocurren en el proceso bolivariano o los retrasos conservadores que la frenan, que confronte diferentes enfoques.
Toda esta situación antes planteada de máxima dependencia del Proceso al líder genera una alta vulnerabilidad ya que dirige todos los ataques contra la revolución hacia él.
Cualquier amenaza de fuerzas naturales, políticas o militares, que pueda sacar al Presidente Chávez de la dirección de la revolución se convierte en un escenario de extrema complejidad. Esto lo sabe el imperialismo y es por eso que enfoca todo contra el presidente, desde los brujos, pasando por los satélites, hasta llegar a los medios de comunicación. Desdibuja al Pueblo en su lucha y sintetiza todos sus males en Chávez. Y desde las filas revolucionarias reforzamos este escenario con consignas como “Con Chávez todo sin Chávez nada”, cuando debería ser “Con el Pueblo todo sin el Pueblo nada”.
Ante el anuncio del Presidente de la reaparición de la enfermedad y su posible sucesión a cargo de Nicolás Maduro, la unidad revolucionaria pasa a ser un asunto central en la política revolucionaria. Sin duda debemos apoyar decididamente a Nicolás Maduro a la Presidencia de la República si el Presidente Chávez no puede seguir asumiéndola. Vacilar es permitir el ascenso al poder dela derecha neoliberal. Sin embargo, las contradicciones internas del chavismo, que el Presidente Chávez maneja internamente (no con poca dificultad), gracias al líder fuerte que es, muy probablemente agudizarán sino se generan espacios democráticos como iguales para el debate, la crítica, autocrítica, corrección y construcción de consensos programáticos entre las vanguardias y en el seno del Pueblo, a escala nacional, regional, municipal, local y sectorial, que actualmente no existen.
4. La Reproducción Metabólica de la Cultura del Capital y el Efecto de la Renta en la cultura.
Asociada a esta ausencia de controles tenemos una gran amenaza, a saber, la cultura capitalista y rentista que se reproduce, a decir de Mészáros[1], metabólicamente en la sociedad, fomentando las desviaciones no deseadas que retrogradan a la organización social que queremos superar. La vieja sociedad y la cultura capitalista que se reproduce en todos los rincones, se materializan en ideas, practicas, concepciones antagónicas a la nueva sociedad socialista. Como diría Spinoza “Todo cuanto existe desea persistir en su ser”[2]. La cultura capitalista se reproduce en el consumismo derivado de la renta petrolera, en la educación universitaria repetitiva y de falsa conciencia, en el comercio innecesario y efímero, en los grandes Centro Comerciales-templos del consumo, en las novelas de las bajas pasiones, en el reggaetón (en la música desnacionalizadora y transculturizadora), y, escúchese bien, en las políticas de estado que fomentan el mundo del consumo en nombre del “Proyecto de Inclusión”, entre otros.
El Socialismo es el mundo del Trabajo, es decir, la sociedad donde se reconoce al trabajo como la fuente sustantiva de la riqueza. Por tanto, la sociedad que reivindica el trabajo como la forma digna y justa para hacernos de todas las cosas tangibles e intangibles que requerimos para desarrollar la vida. Siendo así, en esta sociedad del trabajo, no debería existir ningún sector social que perciba recursos sin trabajar. Igualmente, la retribución percibida debe ser proporcional al trabajo realizado y aportado a la sociedad, bajo el principio marxista socialista “de cada cual según su capacidad y a cada quien según su trabajo”.
Frente a este mundo del trabajo, está el mundo del consumo, el mundo de la mercancía. Aquel donde el centro de gravedad de la existencia humana radica en poder consumir cada vez más, tanto lo que necesitamos, como lo que no necesitamos pero creemos que sí. Es el mundo donde la mercancía toma formas humanas y el ser humano forma de objetos.
La Revolución Bolivariana se ha encargado de distribuir más democráticamente la renta petrolera. Este torrente de dinero vertido en la sociedad, sumado al bombardeo cultural proveniente de los grandes productores de cultura transnacionales, ha aumentado la capacidad de compra y el interés de los venezolanos, y a su vez le han dado “poder” para comprar, no solamente las cosas necesarias para vivir, sino también, las cosas que elevan su estatus social pues son “indicadoras directas” de este ascenso. Celulares, carros, ropa, equipos de sonidos, televisores, etc son las metas reincidentes de esta carrera loca y frenética en que ha derivado este incremento y redistribución de la renta petrolera.
Incluso, en el fenómeno de la delincuencia se genera un indicador nuevo: El robo de teléfonos Blackberrys. Cabría la pregunta ¿Qué efecto ha causado este consumismo disparado en la delincuencia? ¿Es que el robo de hoy sigue siendo un robo por hambre, considerando los exitosos e innumerables planes sociales que ha creado el Gobierno, o es un robo fomentado por el consumismo?
Lo cierto es que este consumismo enajena al ser humano, lo convierte en “cosa”, que vale tanto como objetos posea, y a su vez, le da características vivas, espirituales, gloriosa a las cosas. Hay un lema de la cultura china que sintetiza muy bien lo antes planteado y sostiene que “quien más tiene más quiere y quien más quiere menos es”.
La Revolución Bolivariana debe reproducir la cultura del trabajo, no la cultura del consumo. Por la vía del consumismo, el Pueblo se introduce en una lógica cultural de no dar sino se recibe algo a cambio. Y esto es precisamente lo que uno observa cuando en refugios de damnificados de Caracas se protestaba en diciembre 2010 porque en navidad el gobierno había obsequiado juguetes a los niños en vez de televisores pantalla plana. Reclamaban un regalo “digno”.
Esta cultura del consumismo es un riesgo muy grande para la revolución porque se encarga de regenerar los pensamientos y sentimientos más básicos y retrasados del capitalismo, formando en mayor medida conciencia pequeño burguesa en vez de conciencia de trabajadores.
Profundizando un poco más cabría preguntarnos ¿Qué efecto ha tenido la renta petrolera en la cultura del trabajo como medio de generación de riqueza? O en otras palabras ¿Está en la conciencia colectiva de las masas la obtención de riquezas a través del trabajo propio, o la riqueza más bien la vinculan a lo lúdico, a la “viveza criolla” y al reparto paternalista de la renta petrolera? Más allá de las visiones románticas y pequeño burguesas que idealizan los niveles de conciencia de las masas ¿Existen estudios serios que nos muestren como creen las grandes mayorías del Pueblo se puede alcanzar la riqueza material? Si nos hemos especializado tanto en encuestas y estudios opináticos, bien valdría la pena estudiar este fenómeno, que a nuestro entender está directamente vinculado al proyecto Puntofijista de defensa de la renta petrolera y uso de la misma para atenuar las contradicciones del capitalismo.
Si algo se ha demostrado en estos 14 años, es que el proyecto de “Inclusión Social” sustentado en la distribución más democrática de la renta petrolera, como eje central de estabilidad social, tiene su techo dentro del capitalismo reformista.
Las nueva cultura socialista (o del trabajo) se crea cuando hacemos las cosas socialmente de manera diferente, esto es, cuando transformamos la forma de funcionamiento de la economía, su objetivo central pasa de ser la mercancía a la satisfacción plena de las necesidades colectivas e individuales, bajo relaciones justas de intercambio, y sobre todo, bajo el control de los productores libres y asociados, o lo que es lo mismo, superando la división social del trabajo. Si comenzamos a cambiar la estructura económica y la superestructura política (quien toma las decisiones), comenzaremos a cambiar la cultura del consumo en dirección a la cultura del trabajo.
A Modo de Conclusión
Estas situaciones antes planteadas configuran uno de los riesgos estratégicos más grandes que enfrenta la revolución, pues la consecuencia de desarrollarse sería el caos, la ingorbernabilidad, el culto al consumo, la fragmentación social, y todo esto derivaría en el escepticismo del Pueblo en torno a la revolución Bolivariana, a la sociedad socialista y por supuesto, a sus líderes, situación que nos llevaría a una derrota completa. Es decir, una revolución no se puede llevar a cabo si el Pueblo deja de creer que la sociedad socialista es superior en todo sentido a la capitalista, y por tanto pierde la pasión, el ánimo, la certidumbre movilizadora, fenómeno, que por cierto, ya se ha comenzado a presentar cuando en las bases dicen “yo creo sólo en Chávez”, denotando incredulidad en el resto de los actores de la revolución y sus accionares y proyectos políticos.
Este nivel de dependencia de la revolución al Presidente Chávez representa un riesgo sumamente grande para el Proceso y en especial para la propia vida del Presidente Chávez. No nos queda otro camino que avanzar en la construcción de la dirección democrática, colectiva, legítima y respetuosa de las fuerzas motrices de la Revolución, a todos los niveles y con el mayor esfuerzo democrático de participación y de construcción de consensos entre iguales.
Igualmente la unidad de ahora en adelante no podrá ser una unidad de disciplina silente y acrítica, la unidad de la cooptación. Debe ser en vez, una unidad fraguada en el reconocimiento respetuoso de las diferentes fuerzas sociales y políticas, los diferentes matices y visiones sobre los temas de la revolución, en la creación de espacios de encuentro, de disciplina consiente. La unidad democrática, de respeto a las decisiones y sentir de las mayorías, de la crítica pública y transformadora de la gestión pública.
Este desarrollo de la unidad, o lo que es lo mismo, estadio de desarrollo de la conciencia colectiva, no permitirá imposición de candidatos, sino más bien exigirá un profundo y democrático debate programático para así escoger los candidatos por la revolución a las venideras elecciones. Mal se haría si, frente esta compleja coyuntura, frente a las señales claras recibidas desde el Pueblo y en ausencia del Presidente, se le impone los candidatos al Pueblo revolucionario a través de la cooptación desde arriba. Muchísimos colectivos y actores políticos, frente a pésimas gestiones locales, aspiran ser candidatos o candidatas. Sólo el debate respetuoso y la democracia interna nos sacarán unidos y preparados para la confrontación electoral. Ese falso dilema de que las elecciones dividen, no comprende que lo que divide es el desconocimiento del otro como sujeto político, la imposición, la injusticia, la ignominia, la expropiación de las decisiones fundamentales de las bases de la revolución por un pequeño grupo de dirigentes del partido.
Sin lugar a dudas, el cuadro de lucha de clases (en lo político, económico y cultural) que está atravesando la Revolución Bolivariana, producto de su propio desarrollo, de la reaparición de la enfermedad del compañero y Presidente Chávez y de la correlación de fuerzas internacionales (que en este brevísimo texto no abordamos) configuran una gran encrucijada para la misma. De las decisiones que tomemos y acciones que ejecutemos los revolucionarios unidos, dependerá el destino del Proceso. Confío en que la dirección nacional de la revolución en este período de ausencia del Presidente esté a la altura de los retos aquí planteados.
[1] Mészáros, István. Más allá del Capital
[2] Spinoza, Baruch. Ética.
PeriòdicoDesdeAbajo/Escuela Bolivariana del Poder Popular
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