Sahara: Negocios, ganancias secretas y estrategia del terror
Terroristas, islamistas, traficantes, secuestradores, rateros, violadores de menores, degolladores, usurpadores, independentistas ilegítimos, aventureros sin programa político, activistas oscurantistas y casi-medievales y como broche de oro, destructores potenciales de los manuscritos, tesoros de la humanidad.
El viejo escenario colonial del terror bárbaro y de la satanización de los rebeldes tuaregs en Malí, se despliega en primera plana, mientras la creación de la República de Azawad fue declarada el 6 de abril de 2012 por el MNLA (Movimiento Nacional de la Liberación de Azawad). La aspiración a la independencia de una población maltratada desde hace cincuenta años por un Estado cuyo carácter “democrático” es jerga política, no es bienvenida en la zona Sahel. En el marco caricaturesco presentado a la opinión pública, lo innombrable sigue siendo la reivindicación política de los Tuaregs, sistemáticamente silenciada por los expertos oficiales. El motivo del Yihadismo llega en el momento exacto para sofocar todo tipo de elemento inteligible de la situación y legitimar la represión futura del movimiento y quizá, como en el pasado, las derivas genocidas. ¿Quién se acuerda de las milicias paramilitares malienses que apenas firmados los acuerdos de paz, entre la rebelión y el gobierno malí en 1991, fueron lanzadas contra los civiles tuaregs y moros de “piel roja”, torturados, asesinados, diezmados u obligados al exilio [1], en un silencio internacional estrepitoso y bajo el gobierno mismo de Amadou Toumani Touré, presidente de Malí democrático, ahora destronado por una junta militar no democrática?
El esquema Yihadista no es nada nuevo, ha sido agitado y activado regularmente, primero con motivo de la guerra anticolonial llevada a cabo por los Tuaregs hasta el aniquilamiento total de su resistencia en 1919, después en cada sobresalto contra los regímenes autoritarios de los Estados postcoloniales establecidos en función de los intereses del antiguo imperio colonial. La amalgama entre tuaregs insurrectos, islamistas y terroristas sin contar los otros registros difamadores, es un atajo oportunista para erradicar con pretexto de lucha anti-terrorista, toda protesta política de la parte de los Tuaregs, toda declaración o acción que podría contrariar los intereses de los grandes actores políticos y económicos de la escena sahariana. Por cierto, quienes se oponen son puestos encargo inmediatamente a los servicios especiales de los Estados con la ayuda de los dispositivos de costumbre: intimidación, difamación o corrupción. Uno de los regalos clásicos y anodinos que los servicios franceses siempre han ofrecido espontáneamente a sus “amigos tuaregs” es un teléfono celular, satelital si es necesario, directamente conectado a los centros de escucha [2].
Pero el desafío esencial de la cuestión Sahel no se juega a un nivel local. Concierne a la economía mundial y la redistribución de las zonas de influencia entre las potencias internacionales con la entrada en escena de nuevos actores (estadounidenses, chinos, canadienses, etcétera) que transforman el antiguo paisaje colonial. El acceso codiciado a las riquezas mineras (petróleo, gas, uranio o fosfatos…) que abundan en Nigeria, Libia, Argelia y Malí según las prospecciones más recientes, está en el centro de la batalla invisible que discurre en el desierto. Las comunidades locales hasta ahora jamás han contado como tales, sino solamente como palanca de presión que han buscado sistemáticamente manipular los Estados en competencia. Es así que las reivindicaciones políticas tuareg fueron mucho tiempo limitadas de manera estricta en una autonomía regional, que de hecho jamás fue aplicada por los Estados; y por eso, la otra palanca de acción que representan los islamistas se volvió una realidad saharina. En cambio, la cuestión de los lazos estrechos alimentados en primer lugar por el estado argelino con la creación de los grupos islamistas, prácticamente no se menciona. Al igual que un silencio completo reina ante las intervenciones constantes de los servicios secretos franceses, argelinos, y libio para controlar en su ventaja la rebelión tuareg, dividiéndola en grupos rivales destinados a neutralizarse entre ellos.
Bajo la presión de nuevos contextos políticos nacionales e internacionales, los movimientos insurreccionales tuaregs, por su parte, han modificado evidentemente sus reivindicaciones y su dirección de movilización en la forma como en el contenido. Cambiaron de un proyecto de independencia política de todo el “territorio de los Tuaregs y de sus límites” (Kawsen) a principio del sigo XX durante la insurrección general contra la ocupación colonial, a reivindicaciones más limitadas: en 1963, los Tuaregs de Adagh se levantaron contra la división fronteriza (entre Malí y Argelia) que los priva de una parte de sus territorios y los separa de los Tuaregs de Ahaggar; la represión del ejercito malí contra los civiles fue feroz, dejando cicatrices indelebles hasta ahora y este terror instaurado contra la población sin defensa, proporcionará el modelo privilegiado utilizado para reprimir cada insurrección tuareg nueva en los Estados de la zona Sahel. En los años 1990, los movimiento rebeldes del lado nigeriano así como del lado malí expresan una reivindicación de autonomía regional intra-estatal que ya no cuestiona las fronteras postcoloniales. Los movimientos surgidos en 2007 se rebelan contra el mal gobierno, pero a pesar de su inscripción a la identidad nacional del estado — “Nuestra identidad es nigerina” declara el 23 de abril 2008 Aghali Alambo, el responsable tuareg del Movimiento de los Nigerianos por la Justicia– fueron acusados de etnicistas y de comunitaristas. En febrero 2012, el MNLA fundado por los Tuaregs del lado malí y armado de un poder de intervención inédito como consecuencia de la caída de Libia, reivindica claramente “la independencia de Azawad” y una línea política republicana, laica y pluri-comunitaria. Un nuevo movimiento, Ansar Dine , dirigido por Iyad Ag Ghali, surgió en marzo 2012, a pesar de que la acción armada de MNLA ya se había comprometido. El objetivo de Ansar Dine es religioso y su tendencia salafista, aspira instaurar la sharia en todo Malí y África del oeste. Iyad Ag Ghali se expresa ruidosamente en los medios y da la oportunidad a los responsables de la política internacional de esgrimir de nuevo la amenaza islamista como estandarte de terror y argumento que legitimaría una intervención militar apoyada por la comunidad internacional.
La carta del riesgo terrorista en la zona Sahel se jugó. El proyecto ya estaba en los archivos de los Estados mucho antes de los eventos actuales. La existencia de Al Auaida en el Magreb es en efecto un esquema que fue esbozado en 2001 cuando el Departamento de Servicios Secretos y de Seguridad Argelina (DRS) anuncian que el ejercito derribó un combatiente yemenita presentado como un emisario de Bin Laden que buscaba asegurar un lazo con el Grupo Salafista por la Predicacion y el Combate (GSPC). En el marco de la lucha anti-terrorista, los Estados Unidos prometen a Argelia una ayuda con equipo militar que se tarda en llegar hasta que un evento oportuno sobreviene para confirmar la cooperación americana-argelina: el secuestro en marzo de 2003 de treinta y dos turistas europeos en el sur argelino por miembros del GSPC. Este grupo es dirigido por Amara Saifi, alias Abderrezak El Para. Pero el itinerario de este antiguo militar argelino señala numerosas incoherencias [3] que muestran que se trató más bien de un “agente infiltrado del DRS” (Malit, 2008). En el terreno, los observadores tuaregs constatan que los secuestrados se abastecían en los cuarteles del sur argelino y que algunos de ellos, que se cruzaron en las pistas saharinas, no pasaron al parecer la noche al aire libre. La captura de El Para en 2004 por un grupo pequeño de rebeldes chadianos que propusieron sin éxito a Argelia, a Los Estados Unidos y a Francia entregarles al islamista más buscado en África, muestra que este episodio no entraba en el escenario organizado de persecución de “terroristas” a través de todo el Sahara. Finalmente, es Libia quien se encarga de extraditar El Para a Argelia. El rapto de rehenes de los cuales un grupo fue liberado por medio de una recompensa en el norte de Malí después de un extraño montaje de enfrentamientos armados dando la ocasión al presidente americano Bush de esgrimir el espectro de Al-Qaida en el Sahara y de afirmar la necesidad de extender la persecución de los extremistas, desde el cuerno de África hasta el Atlántico.
La Iniciativa Pan-Sahel (programa de asistencia militar americana en Malí, Nigeria, Chad y Mauritania), elaborada desde 2002, se vuelve operacional en 2003 con el envío de tropas americanas en suelo africano. Esta cooperación militar se extiende en 2005 a todos los países adyacentes (Túnez, Argelia, Marruecos, Senegal, Nigeria) y se convierte en la Iniciativa de Contra-terrorismo trans-sahariano. El Reporte sobre el terrorismo en el mundo publicado en abril 2007 por el departamento del Estado americano, produce una carta explícita que designa como “Área Terrorista” prácticamente toda la zona Sahel, y en particular aquella donde viven los Tuaregs y sus antiguos socios económicos y políticos. Las rutas caravaneras y los ejes de circulación acostumbrados por las familias fueron incluidos en ese perímetro terrorista. Para Argelia, sólo los espacios fronterizos con Marruecos, Malí, Nigeria y Libia forman parte del área incriminada, a pesar de que todos los atentados islamistas precisamente en este periodo sucedieron en el norte del país, y particularmente en la capital. El reporte americano alega que estas zonas desérticas sirven de refugio a las organizaciones terroristas derrotadas en el Medio Oriente. Según el Departamento de Estado, el GSPC habría fusionado en septiembre 2006 con Al-Qaida –tomando el nombre de Al-Qaida en el Magreb islámico (AQIM)– “continuó activo en Sahel, atravesando las fronteras difíciles de vigilar entre Malí, Mauritania, Nigeria, Argelia y Chad para reclutar extremistas con el fin de entrenar y de lanzar operaciones en el trans-sahara y quizá en el exterior. Su nueva alianza con Al-Qaida le dio quizá acceso a más recursos y a más entrenamientos.”
El reporte maneja sin cesar la dicotomía simplista y bien conocida entre un mundo civilizado y regulado por la autoridad de estado en el que el occidente tendría el monopolio y el espacio sin fe ni ley de las “tribus”, desembocando en mandatos de intervención en nombre de la seguridad del mundo. El desplazamiento entre suposición y realidad operó en 2008 para la prensa americana que abandona el “quizá” del Reporte del Departamento de Estado americano. La persecución de “Al-Qaida en el Magreb islamico (AQIM)” por las fuerzas armadas americanas en Sahel se vuelve una evidencia indiscutible, de la misma manera que se instala desvirtuadamente la idea de que el grupo islamista sería ayudado por las “tribus nómadas conocidas con el nombre de Tuareg, un grupo étnico bereber que está en lucha contra el gobierno de Malí” y por otra parte, que su tesorería estaba asegurada por el tráfico de droga (Daniel Williams, in Bloomberg.com 23 de abril 2008).
El cómodo reagrupamiento entre “islamistas/terroristas/Tuaregs/nómadas/traficantes” describe de esta manera una “zona sin derechos” librada a las “tribus”, y por lo tanto a la anarquía, al desorden, y a la delincuencia. Volvemos a tener aquí la semántica y el esquema aplicados entre otros países, Afganistán por las autoridades americanas, con el éxito que conocemos.
Mientras tanto, el antiguo GSPC ahora Aqmi se desarrolla en el norte de Malí. El sucesor de El Para a la cabeza de Aqmi es otro argelino del norte, Mokhtar Belmokhtar. Gracias a la recompensa obtenida a cambio de los rehenes, se afianza de cómplices locales en el Azawad en un medio arabofono y se habría casado con una Mora de Tombouctou. Se integra particularmente en las redes de contrabando de cocaína que los Estados o al menos personas en altos mandos del aparato estatal dejan operar entre Malí, Mauritania, Sahara Occidental, Argelia, Nigeria , Libia, mientras los beneficios recibidos sean jugosos. Varias brigadas de Aqmi fueron identificadas en este espacio, proveídas de vehículos cargados de armas que se desplazan a la vista de todos sin disimularse. Estos grupos que han establecido lazos directos con Al-Qaida se escapan ahora del control de Argelia. En 2007 los servicios argelinos incluso intentaron asesinar a Belmokhtar por medio de elementos de la rebelión tuareg [4].
Iyad Ag Ghali, antiguo jefe de la rebelión tuareg de los años 1990, trabajando en seguida en beneficio del gobierno malí, fue el mediador principal en el asunto de rehenes secuestrados por Aqmi en 2004. Así que quizá fue encargado de “infiltrar los grupos de Abou Zeik y Belmokhtar por medio de la Katiba Ansar Essuna según un plan bien establecido con los servicios secretos malienses y argelinos” (Ansar 2012). Ya que asume funciones diplomáticas en Arabia Saudita para el gobierno malí, se acerca de las corrientes salafistas y de su gran apoyo financiero que pueden procurar. El 18 de marzo de 2012, después de los primeros sucesos significativos del MNLA en Azawad, aparece al mando de su nuevo movimiento llamado Ansar Dine, especialmente creado para dividir el frente independentista y “dejarlo sin hombres” (Ansar 2012). En conclusión, esto tiene que ver con el trato acostumbrado de las dinámicas insurreccionales por los servicios secretos, que trabajan todas las líneas de fracturas posibles. Excepto que el esquema tribal sobre el cual se apoyan sus estrategias de debilitamiento del MNLA no funciona exactamente como lo imaginaban o como lo han tratado sistemáticamente de instaurar desde 1990 los artesanos de la división.
Las informaciones alarmistas que circulan sobre los islamistas que según expulsaron el MNLA y estarían a punto de imponer la sharia hasta Bamako, son parte del esquema de terror, manipulado por los Estados con el objetivo de obtener el apoyo de la opinión pública internacional para justificar una intervención militar enérgica destinada a erradicar el “Peligro” que de hecho para sus intereses sería en el norte más independentistas que islamista.
Detrás de la pólvora sahariana y sus enredos increíbles de los cuales sólo mencioné un pequeño aspecto, se perfila el total fracaso de los Estados postcoloniales llamados independientes y de sus élites, modeladas especialmente para preservar los intereses faraónicos de las potencias internacionales antiguas y en ascenso, en completo perjuicio de sus pueblos, sufridos, reprimidos, destrozados, manipulados, prohibidos de voz, de esperanza, de futuro y cuyo deseo de vivir se transforma poco a poco en deseo de muerte para los levantamientos futuros cada vez más desesperados.
Hélène Claudot-Hawad es director de Investigación del Centro Nacional de Investigación Científica.
Publicado en: http://temoust.org
Notas
[1] Ver CLAUDOT-HAWAD Hélène et HAWAD (eds.), Tuaregs. Voces solitarias bajo el horizonte confiscado, Etnias. Survival Internacional, París. 1996.
[2] Para las intervenciones de la DGSE en el archivo tuareg. Ver SILBERZAHN Claude et GUISNEL Jean. En el corazón del secreto. 150 días en los comandos de la DGSE, 1989-1993. Fayard, París, 1995.
[3] ver a propósito de este tema especialmente MALTI Hocine , Las guerras de Bush por el petróleo, Algeria-Watch, 21 de marzo de 2008 ; BENDERRA Omar, GÈZE François, MELLAH Salima, , “ El ’”enemigo argelino” de Francia : ¿el GSPC o los servicios secretos de los generales “, Algeria-Watch, 23 de julio de 2005 ; GÈZE François y MELLAH Salima, “Al-Qaida en el Magreb” y los atentados del 11 de abril de 2007 en Argel. Luchas de clanes en fodo de conflictos geopolíticos. 21 de abril de 2007 ; KEENAN Jeremy, “La colapso del segundo frente”, Silver City, NM y Washington, DC : Foreign Policy In Focus, Sept. 26, 2006.
[4] ver ANSAR Issane, “Metástasis del salafismo Argelino a prueba de los sobresalto saharianos y de los Azawadines”, blog Temoust, 2012.
Publicado el 11 de febrero de 2013
http://desinformemonos.org/2013/02/la-recolonizacion-del-sahara-negocios-ganancias-secretas-y-estrategia-del-terror/
HELENE CLAUDOT-HAWAD/Escuela Bolivariana del Poder Popular
@Prensa_Ebpp
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