PARA ACERCARNOS AL SHUNGA DEL SIGLO XVII al XIX. Los SHUNGA son representaciones del sexo en el arte japonés, el cual no era visto como algo obsceno por su religión, el Sintoismo, porque sus creencias se basaban en la fertilidad, tanto del ser humano como de la Tierra: el sexo no tenía una connotación vergonzosa, pecaminosa ni era un tabú. Muchas de estas figuras eran colocadas dentro de la casa porque traían suerte, o la llevaban los samurais porque los protegían de la muerte. El siguiente artículo trata de un SHUNGA muy famoso:
"El sueño de la esposa del pescador", de Katsushika Hokusai.
el sueño de la satisfacción sexual femenina produce pulpos
Si existe alguna clase de arte que es ninguneado de una forma sistemática es el del erotismo. Si se pretende crear una obra de arte que cimiente su realidad a través de la representación del erotismo -entendiendo erotismo por la expresión de la sexualidad a todos los niveles, no sólo su sugerencia- parece necesario circunscribirlo a otro concepto mayor a través del cual vehicular lo sexual en alguna otra dirección; toleramos el sexo en el arte, pero sólo cuando está velado detrás de aquello que sí merece ser denominado arte. ¿Por qué es así? Porque la opinión mayoritaria cree que la representación sexual ha de ser necesariamente un acto que evoque la sexualidad en sí ya que todo acto erótico, para el espectador medio, es un acto de provocación sexual. Esto, además de una estupidez, es extremadamente peligroso. Y lo es hasta el punto de que a partir de esta visión de la sexualidad representada sólo existen dos perspectivas posibles para ella: que sea un acto denigrante o que sea un acto violento.
Cuando el gran pintor de ukiyo-e Katsushika Hokusai se decide por hacer una serie de pinturas shunga, un estilo de arte erótico japonés, su representación parte de la exaltación de los mismos códigos lingüísticos que ha desarrollado hasta el momento: la naturaleza (sus estampas del Monte Fuji), el movimiento (Carpas) y la representación de la vida cotidiana (Hokusai Manga). A través de estos tres elementos podríamos hacer un análisis primero de la obra que nos ocupa para ver como, de hecho, no deja de ser la extensión natural del trabajo del autor. En primer lugar es obvio que nos habla de la naturaleza en tanto entre los protagonistas son unos pulpos, lo cual nos lleva a la importancia del movimiento que podemos ver en la ondulación de los tentáculos del pulpo y la representación de la vida cotidiana también está contenido en él, pues el sexo es tan cotidiano para la humanidad como desagradable para la masa; aun cuando podríamos pretender que el arte erótico es un arte menor, carente de valor artístico real, ya de entrada sigue los mismos patrones artísticos que otras obras de un carácter menos lascivo que sí se consideran arte. Si su pretensión fuera pornografica, sólo deseara la evocación de sentimientos sexuales, no plantearía la obra desde una exploración formal de los caracteres artísticos de la misma.
Ahora bien, con esto lo único que estamos diciendo es que el sexo puede tener un carácter estético al ser representado de un determinado modo, pero con ello no nos desembarazamos de los prejuicios de que la representación sexual es siempre un motivo espurio del arte. Muy bien, podría decirnos un interprete cualquiera de la obra, podemos presenciar que hay una serie de valores que le circunscriben en la misma medida dentro del canon artístico de un determinado género, el ukiyo-e, y además caracteriza las inquietudes formales en particular del autor, Hokusai, pero aun con todo no puede ser arte en tanto evoca algo más allá del arte como figuración y representación de la realidad: no sólo está representando una realidad patente, la sexualidad, sino que está evocando una actividad sexual que es además despreciable -por zoofilia metafórica según Danielle Talerico, por ser una escena de violación según Edmond de Goncourt. Aunque aceptemos que de hecho es un acto artístico ha de ser, necesariamente, o denigrante (por zoófilo) o violento (por ser una violación).
Por supuesto ahora cabría preguntarnos sí, de hecho, podríamos considerar que las interpretaciones que hacen Talerico y Goncourt son acertadas o se basan más en el prejuicio esencial de creer que, necesariamente, todo acto de sexualidad tenga que aludir de hecho a la excitación sexual de forma primaria. En el caso de Talerico nos cuenta como de hecho esto es la representación del mito de la princesa Tamatori, la cual se abre el pecho para evitar que el dios dragón del mar Ryūjin se haga con la perla que le robo su familia y que llevo a la destrucción de la misma. Aunque nunca puedo negarme ante una brillante negación mitológica, en éste caso, es totalmente absurda. En la historia no encontramos sexo alguno, sólo actos desmedidos de violencia y huida, mientras los pulpos sólo aparecen como súbditos (sin presencia, en cualquier caso) del propio Ryūjin; esta interpretación es espuria. Aquí el sexo se deslegitima como acto mismo, como si fuera una imposibilidad en sí misma que pueda representar el sexo y nada más que el sexo siendo arte, como si por ser arte tenga que haber algo más que algo que es considerado mundano e indigno de ser representado. ¿Y qué hay de la de Goncourt? Él simplemente nos afirmará que es una violación porque, de hecho, creen que es imposible que una mujer pudiera tener sexo con un pulpo por voluntad propia -cosa que Daikichi Amano, el pornógrafo experimental, se ha dedicado a desmentirnos de forma tan sistemática como peculiar. De hecho, el texto en la obra, deniega esta segunda interpretación.
(FRASES ESCRITAS AL LADO DEL GRABADO de Katsushika Hokusai)
Pulpo: ¡Mis ocho patas se entrecruzan contigo!¿Te gusta de esta manera? Ah, ¡mira! El interior se ha hinchado, humedecido por las cálidas aguas de la lujuria. "Nura nura doku doku doku..."
Mujer: Sí, vibra ahora; pronto no habrá ninguna sensación en absoluto en mis caderas. ¡Ooooooh!¡Los límites y las fronteras se han ido!¡He desaparecido!
Los prejuicios se sostienen siempre como un acto contra el sexo, este tiene que estar enmascarado a través del metaforismo o ser un acto de violencia súbita descarnada; para el interprete medio es imposible comprender que el sexo pueda ser consentido, disfrutado y libre. El arte, en tanto expresión y creación de realidad, ve como sistemáticamente le es vetada la expresión del sexo como algo connatural al mundo en tanto siempre se le representa como algo oscuro y repugnante. Pero, ¿acaso es posible hacer una interpretación de la obra que legitime una interpretación de una sexualidad no normativa, que no caiga en los prejuicios anti-sexuales y que no abandone su carácter de representación y/o creación de realidad? Sí, si entendemos la obra como una metáfora de realidad y no como una representación de una metáfora basado en un cuento o como la imposibilidad sexual de la mujer hacia una figura que consideramos asexuada.
El pulpo es representación de lo tónico, lo profundo, lo húmedo, lo sexual, que se caracteriza generalmente en la figura de la mujer por su carácter húmedo, por su profundidad a penetrar en el acto de su propio flujo. Así una primera lectura sería que el pulpo es el deseo de la mujer, el deseo materializándose como aquello que desea que le hagan: desea que estimulen sus pechos con delicadeza, que le hagan sexo oral para humedecer la zona antes de seguir con la exploración profunda de la penetración; es el deseo de que la masculinidad aprenda a descubrir la noche, lo desconocido, lo ctónico: la sexualidad como algo más allá de un funcionalismo de fricción. Así ya de entrada podríamos interpretarlo como el deseo femenino, excluyendo el favor masculino de la ecuación, pero incluso éste podría entrar en la interpretación sin problema alguno. El pulpo en tanto ser marino puede ser reminiscencia del marido, la añoranza del pescador que está siempre está en alta mar, así no sería sólo la exploración del deseo femenino sino que además sería la añoranza del hombre que desea que cumpla esos mismos deseos; el deseo no sólo esta focalizado en un flujo direccional específico, sino que también puede estar articulado hacia una figura específica que se nos muestra en ausencia salvo en su mismo título -si es El sueño de la esposa del pescador es que hay un pescador in absentia (ausente), hay algo que está pero no está; el pulpo es el deseo insatisfecho de la mujer por parte de un marido ausente física o sexualmente.
He aquí que el cuadro podríamos comprenderlo como una especie de guía sexual japonesa del siglo XIX, para que los hombres aprendan como satisfacer a sus mujeres más allá del mero acto de la penetración, pero también podríamos expresar que es una representación del deseo sexual de una mujer que se ve insatisfecha por un hombre que se muestra insensible ante esas necesidades suyas. Pero será precisamente ella quien nos exprese directamente el fundamento último del cuadro al afirmar que ¡los límites y las fronteras se han ido!¡he desaparecido!, ya que cualquier consideración que se haga del arte, como del sexo, ha de hacerse desde la satisfacción que desarticula todas aquellas fronteras existentes, incluidas las del yo, para hacernos uno con el mundo; en el sexo nos hacemos Uno con el otro, en el arte nos hacemos Uno con aquello que el cuadro ha representado. Es por ello que creer que el sexo no puede ser materia artística por sí misma es absurdo, pues tanto arte como sexo tienen en común que nos hacen entrar en comunión con una realidad más allá del yo para hacernos uno con un mundo que se nos muestra siempre ausente. El sexo, como el arte, puede ser denigrante o violento, pero siempre se sitúa como una frontera que está más allá del bien y del mal, de las fronteras que ambos acontecimientos derriban en el hombre
Más sobre el tema: http://pijamasurf.com/2012/07/shunga-arte-erotico-que-nos-encamina-a-la-utopia-sexual/
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Excelente... me encantó
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