Apocalíptica y de ruptura con el marco constitucional es la propuesta de un gobierno de transición que ha presentado el exrector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el padre jesuíta Luis Ugalde. En síntesis una transición tan corta como de tres meses y dirigida concretamente a atender la emergencia inmediata y a hacerle una “cirugía mayor a la economía”.
Así lo dijo el sábado pasado en un foro organizado por la agrupación Espacio Abierto, en el Hotel President de Caracas, según lo recoge una crónica realizada por Olga Krnjajsky y publicada en la página web Dossier33.
Se trata de una opción no prevista en la Constitución pues los mecanismos de sucesión presidencial están claramente definidos, incluso en caso de una falta absoluta como la derivada de la muerte del presidente constitucional.
Ugalde planteó que ese hipotético gobierno de transición debe abordar como primera y urgente necesidad la solución del problema del desabastecimiento de alimentos y medicamentos. “Es algo que hay que hacer como cuando ocurre un terremoto o una guerra”, resumió luego de explicar que quien se ponga al frente del aparato del Estado debe poder “decirle con veracidad a los venezolanos en una semana llegarán los aviones con las medicinas que hacen falta, aquí está la lista…estamos hablando con organizaciones internacionales de solidaridad, con gobiernos, se abre la frontera con Colombia, tenemos este plan para el abastecimiento inmediato”.
Presentado así no sólo parece una ruta inevitable. También funciona como una justificación de ese “gobierno de transición” o incluso de lo que sea necesario para llegar a esa “transición”, lo cual puede contemplar un golpe de Estado o una intervención externa justificada por las razones humanitarias. Los “aviones” evocados por el sacerdote que ya le había levantado la mano a Carmona y a Ortega en 2002, pudieran traer más que medicinas.
La visión apocalíptica de la cuidada crónica de precisión de la señora Krnjajsky, quien transcribió una frase del jesuita “nuestro panorama es el de una reconstrucción de post-guerra”. se puede confirmar con la reseña de Sebastián de La Nuez, que en forma muy puntual tituló: “La transición será una posguerra”.
El otro punto, el de la quirúrgica económica, también es muy preciso. “En lo inmediato será muy duro y las compensaciones han de ser muy concretas en los temas de hambre, salud y rescate del sistema educativo”, explicó sin ambigüedades el jefe de “facto” de la Compañía de Jesús en Venezuela.
Cuando se usan esos términos ya se sabe que se trata de un plan de choque tan rudo y electrizante que hasta los propios impulsores neoliberales convencidos proponen “compensaciones”: es decir, algún que otro subsidio o migaja para los que recibirán los golpes más fuertes.
“Las políticas económicas han de ser decididas y no generalidades verbales” habría de agregar luego como para que no quedaran dudas. Y remató con la “frase de oro”: El tema cambiario y el déficit fiscal exigen una cirugía mayor.
Todo esto, es decir, “resolver” el desabastecimiento y la cirugía económica, debe hacerse en un plazo muy breve. “Ese gobierno de transición debería durar tres meses”, fue la frase que en negrillas destacó la señora del apellido impronunciable. Esa versión la ratificó cuando se le preguntó sobre la exactitud de su reseña a través de un mensaje en twitter.
Unas líneas antes ya había ofrecido la razón dada por Ugalde ante tanto apuro: “El gobierno de transición DEBE ser limitado en el tiempo ante el peligro que le cojan gusto al poder. Lo indefinido tornado en perpetuo, definitivamente no.”
La intervención de Ugalde devela nítidamente la desconfianza y los temores que invade a los principales sectores de la burguesía, de los cuales el jesuíta es el principal articulador.
Desconfían uno del otro, por eso no pueden permitirse que uno de esos sectores se apodere de forma estable del aparato de gobierno. Ya tienen experiencias, previas y actuales, de como unos u otros se han aprovechado para propósitos corporativos propios el acceso a instancias de poder. Como unos asaltantes no pueden confiar en los otros cuando se plantean un posible reparto de un botín que aún no tienen.
Realmente lo que propone Ugalde es deseperado y por eso justamente muy peligroso: su opción es el salto al vacío, a la imposibilidad de un gobierno estable que pueda garantizar un mínimo respeto a los intereses de los distintos sectores de la sociedad, incluso a los propios componentes de las capas dominantes.
Es el Apocalipsis…
LaTabla / Escuela Bolivariana del Poder Popular
@Prensa_Ebpp
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