En Ecuador, como en otros países de la región, grupos opositores se dedican a pensar, planificar, organizar, y llevar a cabo la estrategia del “golpe blando”: un golpe de Estado que consiste en el tránsito paulatino de las democracias a las dictaduras.
La era de las dictaduras militares contra regímenes democráticos en América Latina, terminó al iniciar los 90 en Chile. Fueron tres décadas cuyas consecuencias aún no se terminan de esclarecer en la medida del desarrollo y la interferencia de empresas trasnacionales. Todavía se sigue sancionando a aquellos que violentaron derechos humanos, que cometieron actos de genocidio.
Tras la caída del muro de Berlín, hubo dos décadas de un mundo en apariencia unipolar, donde el dominio hegemónico lo tiene el capitalismo. En América Latina surgen proyectos como el de “modernización” que reparte a manos privadas la pobre institucionalidad de los estados. Aquello cierra la puerta del golpe de Estado militar, porque se volvieron pasos innecesarios.
Sin embargo, surgen procesos de cambio estructural en la región –como los de Ecuador, Argentina, Bolivia y Venezuela–. Aquello se convierte en una amenaza para los intereses geopolíticos de los EE.UU. y sus empresas trasnacionales.
La vigilancia vuelve a ser una realidad que estorba a las democracias latinoamericanas, la posibilidad de intervención, en alianza con grupos de poder y opositores del continente, deben ser mecanismos para lograr sus objetivos.
Aparece ahora el “Golpe Blando”, este concepto fue introducido por el estadounidense Gene Sharp, quien dirige la Fundación Albert Einstein. Sharp propone cinco etapas para estos intentos de desestabilización “blandos”: ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de calle, combinación de diversas formas de lucha y fractura institucional. Un mínimo análisis de lo que sucede en Ecuador revela cómo esta estrategia ya está en marcha en el país y cómo los medios de comunicación privados lo viabilizan.
El defensor de Derechos Humanos, Alexis Ponce, no tiene reparos en definir al conglomerado de medios privados como “Partido Mediático Destituyente”, en tanto se han convertido en actores políticos ilegítimos, pues nadie los eligió.
Para el politólogo Hernán Reyes, es fundamental no caer en el reduccionismo de creer que todo intento de oposición en un país, está inducido por fuerzas externas y busca el derrocamiento del gobierno, pero asegura que hay una tentativa desestabilizadora debido a que la política está fuertemente condicionada por el ejercicio mediático.
El académico argentino y especialista en medios de comunicación Roberto Follari encuentra que esta estrategia está en marcha en el continente. Él asegura que la intentona no está hecha al azar, aunque reconoce que quizás en un primer momento fue espontánea.
Crear insatisfacción permanente es uno de los primeros pasos, también el presentar a los gobernantes como corruptos, hegemonistas, como despóticos, dice Follari. Él recuerda que en América Latina se puede insultar al gobernante todos los días sin que haya ninguna censura previa ni requisas posteriores de material como sucedía en las dictaduras.
Etapas de ablandamiento y deslegitimación: los medios de comunicación privados, el motor que mueve el golpe
Los medios de comunicación agendan temas estructurales para la sociedad, como la inseguridad y la violencia. Estos temas, o la colocación permanente de opiniones y de informaciones, tratan de profundizar un malestar en el estado de opinión del país y de la ciudadanía con respecto a un gobierno, y funcionan como claros mecanismos de actoría política de los medios de comunicación.
Los medios se convierten en artífices, instrumentos, y, al mismo tiempo en actores, sobre todo cuando hay países donde el sistema de partidos políticos está debilitado, asegura Hernán Reyes. Él sostiene que los medios funcionan como actores de la desestabilización sí existe la posibilidad de, en vez de hacer un ejercicio de libertad de expresión y crítica, desarrollan un ataque por goteo que a veces se convierte en un caudal muy potente de deslegitimación, de socavamiento de la legitimidad de los actores políticos que están al frente del gobierno.
Isabel Ramos, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) argumenta que en Ecuador hay intentos reiterados de los distintos sectores de oposición para generar predisposiciones negativas, desencadenando un clima de opinión desfavorable a la acción gubernamental. Lograr tal desestabilización puede ser una tarea dispendiosa, pero no cuando se cuenta con el favor del sistema de medios privados, según la especialista. Eso contribuye a la desestabilización propia de los golpes de Estado blandos.
ANDES/Escuela Bolivariana del Poder Popular
@Prensa_ebpp
No hay comentarios:
Publicar un comentario