El líder de Venezuela se ha ido a los 58 años de edad. No tuvo tiempo suficiente para cumplir ni siquiera con la mitad de sus planes. Hombre de acción que ha dado el ejemplo a las fuerzas de izquierda del continente. Con certeza su deceso retardará, quizás temporalmente, las reformas que en el hemisferio occidental se asocian con su nombre.
Viajando una vez más hacia Cuba para una nueva operación en el mes de diciembre del 2012, instó a sus colaboradores a permanecer unidos. Unidos dijo, repitiendo a propósito la palabra tres veces. Porque es la unidad lo que puede garantizar la continuidad de su derrotero político y derrotar históricamente a las fuerzas dirigidas por el imperio estadounidense.
A menudo se referían a él como el Libertador del siglo XXI y lo comparaban con Simón Bolívar, quien luchó contra el yugo colonialista español. Chávez hizo mucho por liberar a Venezuela de la dependencia política y económica de Estados Unidos. La industria petrolera fue nacionalizada, el proceso de integración de América Latina se aceleró. La significación histórica de Chávez se irá haciendo cada vez más marcada con el paso del tiempo.
El hecho que el presidente Obama ofreciera sus condolencias a Venezuela con motivo del fallecimiento de Chávez y expresara la esperanza de hacer una constructiva relación bilateral, fue percibido por muchos como una señal a la dirección política bolivariana. Cuando Obama habla de cooperación es porque no está interesado en la confrontación. De tal modo que Caracas no debe rechazar un apretón de manos. Es tiempo de dialogar, de interactuar y de reducir las tensiones.
Pero el ostentoso pacifismo de Obama camina junto a la euforia vengativa que reina en Washington. Estos sentimientos que prevalecen en los círculos del establishment estadounidense, resultan evidentes: ¡por fin el odioso caudillo se ha ido! Las causas de su muerte están todavía por ser aclaradas, pero han despejado el camino para nuevas acciones subversivas en Venezuela, por ejemplo, el desarrollo de contactos con los opositores de Nicolás Maduro, el hombre que Chávez nominó como su sucesor. La meta principal de los servicios estadounidenses es introducir una baza de discordia entre los dirigentes políticos venezolanos, desestabilizar la situación, apuntalar a la oposición –especialmente a su ala más radical—y hacer que busque la revancha.
La nota pacifista en las palabras de condolencia de Washington no son otra cosa que la cortina de humo de una operación multifacética que apunta a separar del poder a los «sucesores de Chávez». Todo lo demás no es otra cosa que palabras vacías. El castigo público a un país gobernado por un «régimen populista» es desde hace mucho tiempo una idea fija en algunos círculos de la alta dirección política de Estados Unidos. Ellos creen que ha llegado el momento adecuado para lanzar ataques exploratorios con vistas a poner a prueba la estabilidad del régimen bolivariano. Las próximas elecciones brindarán perspectivas prometedoras. La oposición tendría una oportunidad de asumir la iniciativa. Todas las encuestas señalan que Nicolás Maduro aventaja a Capriles Radonsky por un 15 o 20%. Capriles perdió frente a Chávez en octubre del año pasado. Pero los que mueven los hilos desde Washington no juegan limpiamente.
Será una lucha muy dura. Habrá sabotajes, provocaciones, subversión, asesinatos políticos –tal como en el amor, todo estará permitido en esta guerra. Cualquier cosa con tal de alcanzar la meta. Si Maduro resulta un claro ganador en la carrera, entonces ellos recurrirán a la agitación en las ciudades, bloquearán las vías de transporte, provocarán enfrentamientos y luego harán una alharaca por «las víctimas de la represión del gobierno». El empleo de la fuerza para acceder al poder no está excluido. Ellos podrían tratar de hacerlo con la ayuda de mercenarios y unidades de operaciones especiales extranjeras. Semejantes escenarios ya se han presentado en la historia contemporánea de Venezuela. La otra opción sería actuar durante el conteo de los votos. Los medios de prensa y los activistas pro estadounidenses difundirán el embuste del «fraude masivo» destinado –según ellos– a hacer que Maduro gane. Tales acusaciones han acompañado todas las campañas en las que Chávez ganó, pero que ganó por un amplio margen. Ahora, ¿Podrá hacerlo Maduro?
En la tarde del 5 de marzo de 2013, el vicepresidente de Venezuela Nicolás Maduro anuncia el deceso del presidente Hugo Chávez, desde el Hospital Militar de Caracas. Miembros del gabinete y del Alto Mando militar acompañan al vicepresidente.
Es evidente que la dirección bolivariana cuenta con el apoyo de aliados y amigos. Ya ha sido demostrado por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), por la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), entre otras instancias. Nicolás Maduro necesita mucho el apoyo de China, Brasil y Rusia, países con los cuales Chávez contó al tomar decisiones de política internacional. La delegación rusa al funeral de Chávez está encabezada por Igor Sechin, presidente ejecutivo de Rosneft, quien ha hecho mucho en pro de las relaciones de Venezuela y Rusia. La delegación rusa también incluye a Denis Manturov, ministro de Industria y Comercio de la Federación Rusa, y a Sergei Chemezov, director general de la Corporación Tecnológica Estatal de Rusia. La composición de la delegación indica que la visita no tiene un simple carácter representativo.
La delegación tiene por meta impedir el desarrollo de eventos que, según el plan desestabilizador de Washington, puedan impedir cualquier apoyo a Nicolás Maduro. Los medios de prensa liberales ya están pronosticando que Rusia sufriría grandes pérdidas materiales y financieras en Venezuela. Ellos plantean sus pronósticos con un tinte artificialmente dramático: Estados Unidos conseguirá lo que quiere y las inversiones rusas en la Faja Petrolífera del Orinoco y otras áreas de Venezuela se perderían y el cuantioso préstamo para la adquisición de armamento ruso se evaporaría en el aire.
Una llegada de la oposición al poder en Caracas barrería con todos aquellos que no cuentan con el beneplácito de Washington, como los chinos, los rusos, los brasileños…
Esta fea perspectiva es percibida por gente que solo cree en una sola manera de hacer política: la de ofrecerle más dinero al sucesor de Chávez que resulte ganador. Pero Chávez ha formado cabalmente un equipo idóneo, de manera que aunque los tiempos sean duros, no habrá desertores en las filas de aquellos que luchan por la victoria de la Revolución Bolivariana.
Traducción
Sergio R. Anacona
Fuente
Strategic Culture Foundation (Russia)
NIL NIKANDROV/VOLTAIRENET.ORG/Escuela Bolivariana del Poder Popular
@Prensa_Ebpp
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