Sentado en su despacho, en Caracas, Alí Rodríguez Araque toma un breve receso para atendernos, a pesar de su estado de salud y apretada agenda. Él se ha caracterizado por ser un trabajador sin descanso y un hombre leal. El presidente Hugo Chávez siempre lo supo. No en vano ambos hicieron una llave profesional y personal a prueba de fuego.
De entrada da la impresión de que Araque, actual secretario general de la Unasur, quiere solo conversar sobre los avances y retos del bloque regional, pero en el ejercicio del periodismo a veces es inevitable querer escudriñar un poco más allá, para no decir que mucho más allá. ¿Cómo dejar pasar la ocasión de analizar la situación política del país?
Fueron varios los momentos de silencios y hasta de rostro triste cuando le tocó recordar a Chávez, a quien consideró un gran amigo, no solo por compartir ideales; sino también por la personalidad “única” que tenía. “Él dejó un vacío que nadie puede llenar”, comparte de inmediato el exministro de Energía y Minas y de Relaciones Exteriores, quien, además, instalará, en la capital, del 27 al 30 de mayo, una conferencia en la que se debatirá el tema de los recursos naturales y desarrollo integral de la región, en procura de avanzar en una reflexión colectiva.
—Más allá de la necesidad de que haya igualdad y solidaridad en los pueblos, ¿qué otros planteamientos se han hecho en el bloque de la Unasur para alcanzar al fin un verdadero proceso de integración?
—Nosotros cubrimos un espacio que va más allá de esos aspectos. Buscamos también la soberanía de los pueblos e impulsar la economía. El sueño del Libertador Simón Bolívar fue siempre lograr la integración, sobre todo, cuando sabemos que tenemos las mismas creencias y hasta los mismos idiomas, no hay razones para que estemos fragmentados. Ahora, las circunstancias históricas son otras en el mundo y las regiones, lo que ha permitido nuevos liderazgos que han creado mayor consciencia en los pueblos. Y aquí un punto importante es que han habido ensayos de integraciones que quedaron en el tiempo o desaparecieron, pero hay que pensar en lograr un proyecto que no solo sea exitoso, sino irreversible. Para nosotros pensar en una unión de 12 naciones (actuales miembros de la Unasur) que tienen sus particularidades debemos ver en dónde está la fuerza para conglomerarlas. Nosotros no somos una potencia militar, industrial, tecnológica ni nuclear (...). Lo que le da mayor gravitación a América del Sur en los escenarios mundiales es la gigantesca riqueza que tenemos; es decir, la mayor reserva de recursos naturales.
— ¿Qué datos hay al respecto?
—Por ejemplo, América Latina en proporción con el resto del mundo tiene el 28, 1% de agua dulce; mientras que el suroeste asiático el 26%, América del Norte 10,6%, Europa oriental 10%, África 9% y Europa Central y Occidental 4,9% (...). La ventaja que tenemos es enorme y parece ser que ahora descubrieron o están por descubrir un nuevo acuífero, en Brasil, y dicen que es del tamaño del Amazonas. Otra característica de las aguas en la región es la recarga; es decir, perdemos agua, pero podemos reponerla. Y en eso América del Sur cuenta con el 34%; siguiendo América del Norte con el 16% y Asia Pacífico con 10%, una ventaja enorme. Nosotros tenemos el más grande pulmón vegetal del mundo y la mayor biodiversidad (...). Y sobre el agua muchos opinan que las próximas guerras serán causadas por su acceso (...). Estados Unidos pierde un centímetro cada año de ese nivel freático y Europa importa su agua desde África. Así que entonces, repito, tenemos una enorme ventaja que a la vez cubre a más de 410 millones de habitantes de apenas 17 millones de kilómetros cuadrados (…).
—Y en cuánto a minerales ¿la Unasur tiene un inventario propio?
—Tenemos como reto levantar un inventario de los recursos que tenemos en las regiones porque no lo sabemos. Necesitamos los datos precisos y saber sobre las reservas de cada país en cuanto a cobre o litio, entre otros. Latinoamérica siempre debe ir al servicio geológico norteamericano para obtener referencias de sus recursos minerales, pues no tenemos ese servicio en ninguno de nuestros países, comenzando por Venezuela. Hay que comparar las políticas y las leyes que tienen los miembros y cómo son los contratos para ir avanzando. Y es que las reservas minerales estratégicas de América Latina y del Caribe en relación con China y Estados Unidos son increíbles; por ejemplo, en yodo tenemos un 97%.
—Pero aún hay mucha pobreza...
—Una paradoja que vivimos, pero que nos indica para donde podemos ir avanzando porque en las exportaciones del comercio intra-regionales (entre las regiones) los productos superan a las exportaciones de materia prima y eso es positivo, pero en las extra-regionales (cuando es fuera de la región) las materias primas superan ampliamente los productos con valor agregado. Los recursos no son bien aprovechados y algunos que se explotan tampoco y frente a eso nos encontramos con una mirada en la que tenemos una gigantesca riqueza, pero aún con altos grados de miseria y pobreza, hambre, es un absurdo y una realidad. Además somos las regiones con mayor desigualdad y eso nos obliga a combatir la pobreza con esos recursos. Hay que superar esos humillantes número de pobreza en el Sur: Bolivia, Paraguay (…).
—Ya es casi un sueño imposible...
—Yo siento que sí se puede. Hay tiempo para acabar con la pobreza en América del Sur porque se ha venido superando. Era más; lo que queda son varias cosas por resolver. No podemos actuar solos porque si no buscan apabullar; pero si todos los propietarios de los recursos están unidos, como la Opep, ganaremos frente a los capitalistas (...).
—Usted mismo ha asegurado que hay diferencias entre los países miembros de la Unasur. ¿Cómo avanzar en encontrar coincidencias?
—Hemos avanzado muchísimo. Cada nación tiene sus particularidades y para eso están los debates. Ahora mismo, la Unasur decidió una primera conferencia que se hará, en Caracas, para el intercambio de expertos y especialistas sobre la situación de los recursos naturales en América del Sur, pero no pretendemos sacar conclusiones finales porque es un primer encuentro en el que seguro habrán posiciones diferentes. Nuestro trabajo es acercar visiones y buscar puntos de coincidencia para avanzar en el proceso de integración. Sé que para muchas personas pensar en un ferrocarril rápido que nos lleve desde Caracas hasta Buenos Aires es un imposible, yo no lo siento así. Estoy seguro que puede haber un intercambio permanente entre las regiones y eso se dará en la medida que ubiquemos los recursos naturales, evaluamos cómo se están explotando y veamos hacía donde van los productos que de allí se extraen o si se están industrializando. Sobre esas bases enlazaremos todas las industrias de producción, pero es bien cierto que finalmente toda explotación implica inversiones cuantiosas; por ello, es importante crear instituciones financieras con suficiente poder para alimentar el esfuerzo que ese órgano requiere, instalar refinerías, fábricas de litios, principal medio de almacenamiento de electricidad (...). Y eso sirve para la integración física, es decir, la creación de autopistas y aeropuertos porque hay incomunicación entre nosotros si eso se resuelve, otro futuro será el de América Latina.
—El papel de la Opep será clave...
—Se han hecho grandes esfuerzos en la Opep para evitar la competencia entre socios. Allí hay un conjunto de políticas para controlar los precios en el mundo, pero básicamente juegan un rol estabilizador, muy importante. Hay que tener claro que el inventario de recursos es necesario para que así podamos trazar políticas (...). Y otra cosa es que requerimos de tecnología para explotarlos previendo el impacto ambiental y social (...) Estamos exportando prácticamente materia prima que la procesan afuera y nos la mandan con precios elevados. Debemos crear una red de instituciones tecnológicas y varios centros científicos porque sin esto no logramos los objetivos. Mientras más se avanza en tecnología, lo que antes se producía en días se podrá hacer en horas.
— ¿China está apoyando mucho en ese aspecto a las regiones? ¿Cómo percibe ese acercamiento?
—Es importante porque es una relación de doble vía. China se ha trazado ser una potencia científica y tecnológica y va avanzando y son quienes han construido, en tan corto tiempo, el lugar que está ocupando. Para nosotros China es importante y la tomamos en cuenta.
—Ha mencionado que ha habido otros ensayos de integración. ¿Logrará la Unasur fortalecerse? ¿Hay disposición real?
—Claro que sí. Mucho de lo que he venido diciendo son ideas que ya propuse y no son líneas oficiales, pero hasta donde va la discusión está bien y vamos coincidiendo y es lo que puedo decir por el momento.
—El presidente Hugo Chávez propició mucho debate sobre la Unasur...
—Venezuela juega un papel de vanguardia en la Unasur, sobre todo, por el alto grado que le dio el presidente Hugo Chávez y así fue reconocido por todos sus miembros. Las ideas y el empuje de Chávez hicieron que el tratado se firmara porque finalmente se coincidió. Lo acompañé en muchos de esos debates y fue un hecho histórico la creación de Unasur, de grandes proporciones (...).
—A usted en lo personal le afectó mucho la muerte del líder revolucionario...
—Sí. Lamentablemente murió, pero allí quedó Unasur y de nosotros depende que no muera; por el contrario, cobre impulso.
— ¿Cómo los miembros de la Unasur están percibiendo a Venezuela en el contexto actual?
—No podría decir cómo nos observarán con exactitud ya que por razones de salud he hablado con poca gente, pero en general hace unas tres semanas estuve con Maduro y Elías Jaua, en Lima, para una reunión y la respuesta que dio a conocer la Unasur es del conocimiento de todos. Por supuesto, habrá uno que otro que no coincide con nosotros, pero qué se hace, así es la política y eso forma parte del juego democrático. América del Sur es un continente de paz donde ha predominado la democracia y si se logra resolver el conflicto en Colombia habremos dado un respiro muy grande.
—Usted fue uno de los hombres más leales a Chávez y asumió cargos claves del país, sobre todo, cuando había crisis...
—Lo vi por última vez unos tres meses antes que él falleciera, porque yo también estuve muy mal debido a que caí varias veces en terapia intensiva y pensé que me iba antes que él. En el pasado hablamos muchísimo y compartíamos un mismo pensamiento en los debates, (silencio profundo). Mi participación está en la medida de aquellos cargos a los que Chávez llamó como emergencia. Siempre me llamaba para resolver crisis como cuando ocupé Energía y Minas en un escenario en el que el precio del petróleo estaba en siete dólares, luego el golpe de Estado, la experiencia más dura. También me llamó a la cancillería y sufrí un infarto y me fui a Cuba como embajador. Volví a Venezuela para la crisis financiera y banca y después a atender la electricidad. Siempre en emergencia.
—A más de un mes de gestión del presidente Nicolás Maduro ¿qué evaluación hace?
—Yo creo que va bien. Ha mejorado el discurso, pero debe hacerlo aún más y por lo que se está viendo su nuevo gobierno de calle lo acerca con la gente y sus problemas, eso debe aprovecharse porque eso de tomar decisiones con la gente es muy bueno. Él tiene que centrar bien su gobierno de calle con el giro del Estado. Es joven, talentoso y tiene experiencia política, no es ningún improvisado.
—Pero enfrenta grandes problemas en el país...
—Por supuesto, enfrenta un problema muy duro y es que no es cualquier cosa como la desaparición física de Hugo Chávez. Dejó un vacío que nadie puede llenar, su personalidad era única y su forma de dirigirse al pueblo. A Maduro le cayó un peso muy grande y pienso que lo está manejando mejor.
Panorama/Escuela Bolivariana del Poder Popular
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