Han pasado 20 años de la publicación de Un grano de maíz y las ideas de Fidel Castro siguen vigentes y siempre dispuestas a ser analizadas y estudiadas.
El libro, publicado en Venezuela en 2011 por El perro y la rana, recoge una extensa entrevista realizada en abril de 1992 por el comandante sandinista y ex ministro de Defensa de Nicaragua, Tomás Borge, en la que el líder cubano aborda los más amplios temas, teniendo al ser humano como el centro de su pensamiento.
En el trascurso de la obra, Castro reflexiona sobre la Revolución y el significado de ser un revolucionario; la situación de América Latina en la década del 90; la realidad de Cuba y la consecuencias del período especial tras la caída de la Unión Soviética y la crítica al neoliberalismo imperante en ese entonces.
También las palabras del líder revolucionario apuntan a cuestiones más personales, como sus lecturas preferidas, su vida absorbida por el trabajo cotidiano y los recuerdos de sus compañeros de lucha Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos.
Pero si hay dos elementos que resaltan en el libro son la precisión y lucidez de Fidel para analizar la actualidad mundial en pleno derrumbe del campo socialista y la importancia que le otorga al ser humano para la salvación del planeta.
En medio de esto, los detalles sobre cómo Cuba afronta la caída de la Unión Soviética, la supuesta muerte de las ideologías, el constante asedio de Estados Unidos contra la isla caribeña y sus pensamientos sobre temas espinosos, como la figura de Joseph Stalin, la colonización europea de Latinoamerica y la estructura interna de la democracia cubana.
Durante toda la entrevista sobrevuela una característica que Fidel ha demostrado en el trascurso de la historia: la humildad y sencillez, no sólo para explicar sus posturas, sino para afrontar la vida diaria.
"Yo diría que sería más sabio -expresa el dirigente- aspirar a un lugar modesto, a un lugar humilde y hasta, incluso, aspirar a un lugar anónimo. Porque si tú tienes una verdadera dimensión del hombre y del poder de los hombres como individuos, es algo tan frágil, es tan poca cosa que no tiene sentido, realmente, magnificar el papel de cualquier hombre por inteligente que sea, por brillante que sea, por capaz que sea".
Con respecto al rol de un revolucionario, Fidel es directo: "Considero que un revolucionario, un luchador que esté envuelto en la esfera de la política, en la esfera de una revolución, no puede pensar ni en la gloria ni en la historia; albergo sobre eso la más profunda convicción".
Un resumen de la figura del líder cubano la brinda el propio Tomás Borge en la presentación del libro: "De todo lo que aquí dice Fidel, me impresionaron en especial la persuasiva disertación, un poema antológico, sobre el respeto de Cuba a los derechos humanos, y las reflexiones de este hombre sobre el hombre, la calidad humana y su protagonismo en la levedad de la historia".
Y Borge agrega sobre la concepción de Un grano de maíz: "Esta entrevista no es imparcial, busca cómo aferrarse a la vida después de los últimos funerales históricos; pretende encender una chispa en medio de las tinieblas. Para ello fue necesario provocar la descomunal memoria y singular inteligencia de Fidel Castro".
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