El 16 de junio de 1822 los patriotas entran triunfalmente a Quito. Una joven lanza una corona de rosas al caballo del Libertador, y le acierta al jinete en el pecho. Bolívar saluda con su sombrero pavonado, y después comenta sonriente: «Señora: si mis soldados tuvieran su puntería, ya habríamos ganado la guerra a España».
Pudiera decirse que justo en ese instante comienza el más grande y tormentoso amor de la historia de nuestro Libertador y la llamada Libertadora del Libertador, siendo justamente los temas histórico, literario y poético, enmarcados en el Amor que impregnaron sus cartas, lo discutido, reflexionado y profundizado en el I Conversatorio sobre “Las Cartas de Manuel y Simón” organizado por la Universidad Experimental de los Llanos Centrales “Rómulo Gallegos” a través de la Cátedra Libre “William Lara” que dirige la Vicerectora Académica, Doctora María Arisela Medina.
El expositor invitado fue el profesor William Hernández, poeta, escritor y hombre muy ligado a la Cultura en el estado Aragua Autor de los libros: Mis versos de autonomía, sentimientos para mi pueblo (1981), El marchar sin rumbos (1984), Las estrellas confinan un drama (1988), Herederos de la obscuridad (1994), Signos sobre la arena (1998), Volver Atenas (2004) y El paisaje de la Angustia (2011) además de participar en: Selección poética: Senderos Literarios (2004), Senderos en el Tiempo (prosa) (2005) y 70 poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Libano (2006).
Habiendo sido Profesor de Castellano y Literatura, facilitador especializado en las áreas del lenguaje poético y de planificación y formulación de proyectos socio comunitarios. Hernández condujo acertadamente el Conversatorio al cual asistieron estudiantes, profesores, miembros del Centro de Estudiantes e invitados especiales.
Los asistentes aplaudieron los intentos del ministerio de la cultura por hacer de la lectura un hábito de los estudiantes, profesores y comunidad. Así como la recopilación realizada y la carga emocional que transmiten dichas Cartas., las cuales llevan a la reconciliación con el amor y a la valoración de los seres humanos, no solo por sus luchas (como lo hicimos siempre con Manuela y Simón), sino por su sentir, por su energía.
Quienes tuvimos la dicha de asistir al I Conversatorio pudimos inferir de Manuela, que su inteligencia la hacían desbocarse en la escritura, y esa misma inteligencia la hacían poseedora de un discurso convencedor, que envolvía a nuestro enamorado (de ella) libertador. Manuela lo acariciaba con cada carta, se metía en su mente y lo hacían explotar de risa, diversión, creatividad y deseos.
De Bolívar, pudimos reflexionar sobre su indiscutible amor por Manuela, igual que el de ella: desmedido, entregado, apasionado y libidinoso. Sin embargo, -por ser hombre, tal vez- antepuso muchas excusas para estar con su amada Manuela. La sometió a pruebas muy duras, dejándola sola, obligándola a volver con su marido, (supuestamente para protegerla) cosa que ella rechazaba y renegaba hasta el cansancio. Pero Bolívar al recibir nuevamente cartas de ella (después de haberla obligado), se arrepentía y sufría por no estar con su Manuela. “Hombres”.
Bolívar es más que guerrero; Manuela, mucho más que el reposo del guerrero. Ni la libertad que sembraron ni la pasión que sintieron se han extinguido. Como dijo Quevedo en “Amor constante más allá de la muerte”: Polvo serán, más polvo enamorado.
Prensa UNERG/Escuela Bolivariana del Poder Popular
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