CHINA: ¿COMUNISTAS ADENTRO, CAPITALISTAS AFUERA?

Otra visión sobre China (lo que los occidentales no han comprendido sobre economía moderna)
Jean-Paul Pougala
Director del Instituto de Estudios Geoestratégicos de Ginebra


La Mancha Obrera
Traducción: Albert Escusa

29 mayo, 2014.- Dumping social, infravaloración de la moneda china (el yuan), competencia desleal, etc. Aquí tenemos algunas de las acusaciones antológicas que hacen llover sobre China la mayoría de economistas y políticos occidentales. ¿Y si este hermoso pequeño mundo estuviera completamente equivocado?


El crecimiento de China y su posicionamiento estratégico hasta el rango de primera potencia mundial ascendente ha creado un desconcierto sin precedentes entre las viejas potencias de ayer y ha hecho naufragar a los economistas y políticos occidentales que hasta hace poco eran los referentes incontestables de un modelo económico de éxito, que parecía invencible. Con China, que ha impuesto un nuevo modelo económico, el desconcierto es total, y diez años después, los políticos y economistas occidentales siguen sin encontrar la brújula para orientar mejor sus ideas y comprender en qué lado está el norte en el siglo XXI (es decir, en el este).

¿Y si la competitividad hubiese adquirido un nuevo rostro?

Resulta desconcertante ver a economistas occidentales aferrarse a consideraciones infantiles para explicar su falta de competitividad respecto a China y la consiguiente desertificación industrial que parece haberse domiciliado establemente en Occidente, invocando los bajos salarios en China, lo cual es falso. Es falso porque en materia de salarios, éstos son dos veces más bajos en África y en América del Sur que en China, lo cual no hace que estas dos regiones atraigan las mismas inversiones. Las verdaderas razones son otras:

1) En China hay un Estado fuerte que está presente en casi todos los procesos económicos con un objetivo bien preciso y visible, el de hacer salir a millones de chinos de la miseria.

2) En la formación de los costes de un producto, la mano de obra sólo cuenta entre un 2% y un 4%, como mucho un 10%. Por lo tanto, es absurdo que en Occidente se utilice la cuestión de los salarios supuestamente elevados para justificar la no competitividad de las empresas. Si un fabricante italiano pone un artículo en el mercado a un precio de 100 euros mientras que su competidor chino es capaz de ofrecerlo a 25 euros, la diferencia del 200% no puede ser justificada de ninguna manera por el 10% del coste de la mano de obra. Incluso si se hubiera ofrecido el coste de los salarios gratuitamente al fabricante europeo, todavía quedaría por cubrir una diferencia del 190%, y tal vez concentrándose en este valor podría Occidente empezar a encontrar una solución a su crisis, que desgraciadamente sólo está en sus inicios. Se trata sobre todo de costes relacionados con la arquitectura industrial misma del país que adquiere materias primas, la calidad de la formación profesional y el tipo de logística para llegar a clientes en el otro extremo del mundo, que vamos a estudiar más abajo.

3) Las materias primas compradas por el Estado. Contrariamente a Occidente, donde cada industrial arreglárselas solo para encontrar materias primas en el mundo entero, China utiliza otros métodos: existen empresas mastodónticas del Estado que se encargan de agrupar sus compras y por tanto consiguen arrancar las mejores condiciones de compra, que un comprador privado de Occidente sólo podría conseguir raramente, o gracias a una guerra humanitaria.

4) Productos semi-elaborados por el Estado. Contrariamente a Occidente donde, por ejemplo, una industria de automóviles se instala y se provee a partir de subcontrataciones, en China es el Estado quien produce lo esencial: el fabricante de bicicletas prospera comprando piezas fabricadas por el Estado. Es el caso de los fabricantes de aire acondicionado y de muchos otros sectores clave. Allí donde el fabricante italiano debe arreglárselas solo para asegurar su producción de la A hasta la Z, muy a menudo su competidor chino, con el que debe competir en el mercado, no ha tenido más que ocuparse de fabricar la parte de la S a la Z, y muchas veces sólo se ocupa del ensamblaje y la venta. Sin embargo, los precios de las piezas que ensambla no solo provienen de un Estado que quiere divisas pero no las vende, sino que las cede para crear empleos y estimular su economía.

5) Para los chinos, la energía no se vende. En términos de capitalización bursátil, según las informaciones proporcionadas por la revista Fortune Global 500 en el año 2010, de las 7 mayores empresas del mundo, 6 son empresas que se ocupan de la energía, de las cuales una es americana, una británica, una holandesa y tres son chinas. Pero lo más interesante es constatar una fractura entre las empresas occidentales y las chinas respecto de los beneficios obtenidos, que son mucho mayores para las primeras. Por ejemplo, la Shell con 97.000 empleados, obtiene 20,116 billones de dólares de beneficios, la Exxon Mobile con 103.000 empleados obtuvo un beneficio neto de 30,40 billones de dólares, mientras que las chinas parecen estar rezagadas: la Sinopec con 640.000 empleados obtiene sólo 7,63 billones de dólares de beneficios, mientras que su hermana la China National Petroleum, con 1.500.000 empleados sólo obtuvo 14,37 billones de dólares de beneficio.

De acuerdo con las evaluaciones tradicionales de Occidente, Shell y Exxon deberían ser felicitadas porque han hecho un buen trabajo. Sin embargo, según la visión pragmática de los chinos, su elevada suma de beneficios es un indicador del freno a la competitividad de una nación. Para China, la competitividad de sus empresas comienza con el costo de la energía. Las empresas del sector sólo deben obtener beneficios para su propio desarrollo, para la investigación y para cubrir las necesidades de exploración de nuevos yacimientos, mientras que en Occidente, los beneficios colosales suponen la felicidad para los accionistas que de estas manera figurarán en la lista de personas más ricas del mundo.

Esta concepción diferente del mundo de la economía fue aún más llamativa en 2008, cuando en plena crisis económica, con la subida de los precios del crudo en los mercados, todas las compañías petrolíferas de Occidentales anunciaron beneficios históricamente elevados. Exxon Mobil, por ejemplo, anunció unos beneficios de 45 billones de dólares (una subida del 11% con respecto a 2007); en Francia, Total anunció unos beneficios de 22 billones dólares (17 billones de euros), mientras que en el mismo año, su competidora china Petrochina, la primera en términos de cantidad de petróleo producido, perdió dinero debido a una decisión política muy inteligente (en mi opinión) tomada por el gobierno de Beijing Pekín para congelar los precios del combustible que provocó una drástica caída del 22% de los ingresos netos, para permitir que las compañías chinas sigan siendo las más competitivas en el mundo. Es obvio que si el 90% de todos los productos de plástico derivados del petróleo, tales como juguetes, accesorios para coches, embalajes, etc., provienen de China, no se debe a que allí la mano de obra sea más barata. Simplemente se debe a que el Estado ha puesto el beneficio real al final de la cadena, en términos de puestos de trabajo creados, divisas extranjeras acumuladas, superávit en la balanza comercial y que no ha especulado de manera estúpida sobre todo lo que se mueve, llegando incluso hasta la auto-flagelación (darse golpes a uno mismo) como es el caso de Occidente. En China, hay un objetivo claro, que es la redistribución de las riquezas creadas que se traducen en términos de millones de personas que han logrado escapar de la miseria, y no en la celebración de la gloria de ver los nombres de algunos multimillonarios en la lista anual de Forbes.

En el plano de los productos derivados del petróleo, en Europa los gobiernos parecen querer recibir mucho sin dar nada a cambio. Quieren la competitividad empresarial, pero al mismo tiempo, se eleva hasta el 77% los impuestos sobre los productos energéticos, que representan casi un 40% de la formación del coste de un producto terminado, transportado y entregado a la tienda (incluso el coste del desplazamiento del comprador para adquirirlo puede ser tomado en consideración).

Lo que acabamos de ver para el petróleo es igual o incluso peor en el sector de la electricidad, que en China es casi gratuita. El mismo año 2010, la principal compañía eléctrica del mundo, la State Grid Corporation de Beijing, con 1.564.000 empleados y cientos de millones de abonados, sólo realiza 4,56 billones de dólares de beneficios, es decir, menos que los 5 billones de dólares de EDF (Electricité de France) el año anterior, en 2009 (antes de su caída del 74% en 2010 a causa de los retrocesos en los mercados extranjeros) y con sus 158.000 empleados, es decir, diez veces menos que su competidor chino y con 20 veces menos abonados. La verdad es que para EDF, empresa pública, los abonados son pollos que hay que desplumar con aumentos cada comienzo de año con los pretextos más variados, como la homologación al precio del petróleo cuando éste aumenta.

La logística como instrumento de potencia estratégica

China posee mastodontes marinos que muy frecuentemente practican precios políticos. No se trata de ninguna manera de dumping, sino de que los operadores son simplemente facturados al precio de coste. Un ejemplo es la COSCO (China Ocean Shipping Company), propietaria de 201 barcos portacontenedores de 900.000 EVP (Equivalente Veinte Pies, el tamaño medio de un contenedor) que permite a los transitarios facturar un contenedor de 20-40 pies de China para entregarlo en cualquier puerto en Europa a precios increíblemente bajos, en función de los objetivos que el Estado chino quiere conseguir en términos de exportación. Es decir, debido a que COSCO es una empresa pública que no busca el beneficio para sí misma, sino para la nación china, se convierte en un instrumento muy poderoso de geoestrategia que participa en el objetivo de conquistar todos los mercados potenciales. COSCO acerca las costas chinas a las costas del mundo entero. Se llega así a la paradoja de que el coste de transporte terrestre en el interior de la propia Europa llega a ser a menudo 4 veces más caro que el coste del transporte marítimo de 30 días del mar de China hasta Europa. Y considerando que el 75% del comercio europeo se realiza entre los propios países europeos, podemos imaginarnos fácilmente qué chollo representa para China en los próximos años, si los economistas europeos no hacen nada para encontrar una solución a largo plazo.

El 7 de junio de 2010, la misma COSCO compró los lotes inmobiliarios puestos en venta por el municipio de Shanghái por 1,90 billones de yuanes , es decir que para lo que se convertirá dentro de diez años en el primer centro financiero del mundo, el sector inmobiliario está, otra vez más, bajo el control del Estado chino. En efecto, de los 11 lotes puestos a la venta, 9 han sido comprados en subasta por las empresas públicas y solamente 2 por los privados chinos.

COSCO es la imagen de la polivalencia de los gigantes públicos chinos, controlando todo o casi todo en su sector, desde la gestión de los puertos (3,4 billones de dólares por la concesión de la gestión de contenedores en el puerto del Pireo en Grecia en 2008) hasta el inmobiliario, pasando por la construcción de los barcos y la fabricación de los contenedores. Esto le da una ventaja inaudita al servicio de la competitividad de las empresas chinas sobre todas sus competidoras, que según el modelo de desarrollo del capitalismo occidental, que según se dice pecan de una excesiva especialización para obtener el máximo de beneficios.

Por ejemplo, su sucursal francesa COSCO FRANCE cuya sede está en París, está presente en todas las ciudades portuarias francesas y trabaja sobre todo como una sociedad comisionista de transporte, operando en el ámbito de la consignación, la reparación de barcos y también los fletes aéreos, con el mismo objetivo de que el producto salido de la fábrica china debe llegar a donde sea sin sufrir penalización alguna ligada al transporte o a la logística.

En junio de 2011, se fabricaron 52 aviones Airbus A320 de la nueva fábrica de Tianjin en China. Aquí también, es COSCO quien se ha vuelto indispensable como contratista general de los programas de la empresa Airbus de Tianjin, y responsable del transporte de las piezas grandes desde Europa a Tianjin, incluyendo el transporte por barcaza, el transporte interior y el transporte oceánico con contenedores en la sección europea, así como transporte interior y aéreo en la sección de Tianjin.

Otra vez más, la elección de una empresa pública china no es una casualidad, sino que es el resultado de una decisión geoestratégica bien pensada. En efecto, ha sido COSCO la elegida para desarrollar próximamente la misma operación pero en sentido contrario, desde China hacia África, para el ensamblaje del avión chino denominado Xian MA-60 sobre el que China ha hecho una apuesta para reemplazar la mala costumbre africana de no comprar más que viejos aviones de Occidente, que paradójicamente son más caros que los nuevos aviones chinos, y que resultan ser auténticos féretros voladores sobre el continente africano. El Xian MA-60 ya está equipando a las compañías Air Zimbabwe, Air Burkina, Air Burundi, South African Express, British Caledonian, Laos Airlines, Sri Lanka Air-Force, y también, según el periódico chino Diario del Pueblo del 25/05/2011, a las compañías de muchos otros países en Asia, África y América del Sur, prestando servicio en un centenar de líneas aéreas. Según algunas indiscreciones en Beijing, COSCO efectuará pronto el propio transporte de las partes de los aviones desde las costas chinas hacia las costas africanas, en la ciudad portuaria de Kribi en Camerún, donde se está construyendo un puerto de aguas profundas para acoger este tipo de barcos. Cuando la empresa EADS (Airbus) se instaló en China, ya estaba obligada, como condición impuesta por China, a la compra de un número importante de sus aviones. Pero desde que China previera construir sus aviones destinados a África directamente sobre el suelo africano, sus economistas y estrategas han demostrado haber comprendido lo que a los economistas occidentales todavía les está costando entender, que es que en la economía moderna, uno no puede obstinarse a ser próspero por su cuenta, y que mientras todo va de maravilla, es el mejor momento para reforzarse con nuevos socios que estarán allí para ayudar cuando lleguen los momentos difíciles, porque se les habrá dado los medios y la posibilidad de ser esta salida de emergencia.

La debilidad democrática

Si la democracia del sufragio universal fuera tan maravillosa, no habría duda alguna de que Occidente preferiría conservarla e incluso esconderla como un secreto militar, con el fin de utilizarla como ventaja sobre los otros pueblos del planeta. Si la democracia del sufragio universal pudiera permitir el desarrollo de una nación, es perfectamente evidente que Occidente no estaría tan comprometido en financiar movimientos de oposición creadas ad hoc para tal o cual país, para ayudarles a convertirse en peligrosos competidores en el plano de la producción industrial y de la producción intelectual. La verdad es muy diferente y mucho más amarga. Occidente ha comprendido que una de las razones de su declive es precisamente la democracia del sufragio universal, que ha llevado al poder a las personalidades más mediocres, a condición de que estén apoyadas por los poderes económicos, que raramente velan por el interés general.

La mediocridad de los hombres políticos viene acompañada de economistas cegados por la supuesta superioridad sin fallas del ultra-liberalismo. Así se ha visto de esta manera a economistas de renombre en España, Grecia, Portugal, Francia e Italia sostener una tesis de lo más grotesca, según la cual Alemania tenía el deber de ayudar financieramente a los países europeos en crisis, porque según ellos el dinero alemán procedía de la venta de grandes berlinas en estos países. Este tipo de razonamiento desvela el estado de hundimiento de estos economistas, que sencillamente ya no están en condiciones de comprender que Alemania no tiene ni los medios de salvarse ella misma y que la crisis alemana no es más que una cuestión de tiempo, al igual que para el resto de países occidentales que a primera vista parecen estar a salvo, porque están regidos por los mismos modelos económicos. Y lo que es peor, son los mismos que pretenden competir con China. ¿Cómo pueden conseguirlo, si se niegan a hacer un ejercicio mucho más fácil, que habría consistido no en repartir los beneficios alemanes, sino en preguntarse cómo lograr ellos también vender en Alemania, el primer mercado de la Unión Europea.

La verdad es que estos economistas ya se han rendido y han renunciado a luchar, faltos de ideas. Y ya están pasando al plan B, el de un Occidente que se convertiría en un destino turístico de los nuevos países emergentes. Fue el presidente Barack Obama el que hizo sonar el silbato el 18 de enero de 2012, presentando en un parque de atracciones turístico en Florida su deseo de hacer de los Estados Unidos el primer destino turístico del mundo, en nombre del relanzamiento del empleo. Lo que el señor Obama no sabe, es que el turismo jamás ha ayudado a un país a desarrollarse. Francia, a la que quiere disputar el primer puesto con sus 77 millones de turistas en 2010 (contra 59 para los Estados Unidos, en segundo lugar), no tendría los problemas financieros que tiene si el turismo fuera una varita mágica. Estos economistas occidentales que creen haber encontrado su plan milagroso para salir de la crisis, preparando las infraestructuras para acoger a los nuevos ricos de China, India y Brasil, deberían preguntarse por qué el lugar en Francia que atrae los turistas más adinerados, la prestigiosa Costa Azul, es paradójicamente la región con la mayor tasa de pobreza de toda Francia.

Ningún país puede salir de la crisis alejándose de los sectores de la producción. Un turista, aunque sea el más rico del mundo, no consumirá jamás la comida de cinco personas y si hace falta importar para satisfacer sus necesidades, se vuelve al punto de partida, sin contar los problemas que supondría el especializarse en ricos. La isla Mauricio creía evitar los problemas del turismo sexual de los pedófilos occidentales en Tailandia, apostando por un turismo de lujo. 30 años después, el país se ha convertido en la capital africana de la droga, introducida por yates de lujo y jets privados que no están sometidos a ningún control, para no molestar a estos ricos. Pelillos a la mar: si la crisis puede transformar el racismo institucional, que hacía que sólo fueran las poblaciones de raza blanca quienes pudieran entrar en los Estados Unidos sin visado, el entusiasmo turístico del presidente americano sería así un progreso para la humanidad. Y su aliado de siempre, Taiwán, sería el primero en beneficiarse. La verdad es que el norte del mundo en crisis ya no atrae a mucha gente, ni siquiera a los pobres del sur.

Competencia intelectual

Según un artículo publicado por Christine Murris en la revista francesa Valeures Actuelles del 19/01/2012, en Francia, sobre 16.800 plazas ofrecidas por la escuelas de ingenieros en 2011, sólo 14.700 estudiantes se han inscrito. La cosa es peor para los ingenieros titulados en 2010, sólo el 42% de ellos se han ido a crear riquezas. Los demás han sido absorbidos por la industria de la especulación que es el sector financiero. Según apunta, incluso antes de su salida, son contratados por varias empresas de seguros y bancos para utilizar sus capacidades matemáticas para hacerles ganar más dinero, sin hacer esfuerzos.

Al mismo tiempo, de las 11 universidades que tiene la tercera ciudad china, Tianjin, 9 son escuelas para formar ingenieros. En Occidente, el poder político es detentado por personas que tienen una formación en derecho o literatura. En China, son los ingenieros quienes tienen el derecho político. Se comprende por tanto la diferencia de entusiasmo de los jóvenes chinos y occidentales por la formación en profesiones de creación de riqueza. Pero debido a que las dos partes están compitiendo, cómo sorprenderse de que todas las medidas adoptadas en Occidente contra la desertificación industrial, sin tocar los valores mismos sobre los cuales está construida la sociedad, no es más que pura propaganda que no convence ni al que la dice. La verdadera competencia entre naciones hoy es ante todo intelectual. Una nación saldrá o no de la crisis por su capacidad de formar y poner a disposición de sus fábricas suficientes cerebros para pensar y crear, y solamente entonces se podrá hablar de competencia.

Desde hace dos siglos, Occidente ha creído que la inteligencia era el resultado del ADN de una población caucásica denominada blanca. El reto que le ha lanzado Oriente en este terreno, el de la competencia de los ingenieros, es colosal, y no puede aceptar el desafío. Un ordenador, un teléfono es caduco después de tres meses, éste es el desafío que lanza. Y no serán los símbolos quienes podrán cambiar esta situación.

Comunistas dentro, capitalistas fuera

En el informe 2011-2012 del foro de las 1600 empresas europeas en China, se dice que China es un país comunista en el interior y capitalista en el extranjero. Este informe, que no es en absoluto halagador, dice que “debe ser particularmente agradable para China el practicar el liberalismo económico más desenfrenado en la exportación, mientras que sigue apoyándose en los fundamentos del dirigismo soviético en el mercado interior”. Este informe de 338 páginas, firmado por el presidente de la European Union Chamber of Commerce, el señor Davide Cucino y su secretario general el señor Dirk Moens, traduce la frustración de todos los empresarios occidentales que han ido a correr hacia China con la esperanza de conquistar al billón de consumidores chinos y que se encuentran con que no tienen otra salida loable que la de exportar desde China hacia sus países de origen.

Todo esto nos interpela acerca de la necesidad de revisar a fondo todas las teorías económicas de los últimos dos siglos que nunca toman en consideración la posibilidad para un país de jugar con dos registros al mismo tiempo, el comunismo en el interior y el capitalismo desenfrenado para la exportación. Sin esta reescritura, no hay solución al problema de la competitividad de las empresas occidentales. Se podrá incluso reducir a cero el precio del trabajo en Occidente, esto no cambiará mucho la trayectoria de la carrera hacia el precipicio cuando la problemática está siendo viciada por una variable aún no dominada: el papel del Estado en la economía moderna.



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¿Qué lecciones para África? (LÉASE: ¿Qué lecciones para Venezuela?)

Las privatizaciones forzadas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial son errores como catedrales a no volver a cometer jamás. Ceder por ejemplo en Camerún la empresa pública de electricidad SONEL a la empresa privada americana AES fue un error estratégico de gran importancia, no sólo porque los cortes en la electricidad no han parado, sino también porque en un país que quiere despegar gracias a sus industrias, el precio de la energía, empezando por la electricidad, debe ser concebido dentro una política global de medidas para asegurar la competitividad de las empresas, para que estén mejor curtidas para enfrentarse a la jungla del mercado internacional, desde una posición de fuerza.

Las recetas que los africanos formados en Occidente han aplicado haciendo un copia y pega en África, según las cuales hay que gravar impuestos a todo lo que se mueve, es otro error estratégico que lleva directo al precipicio. La tarea urgente para África es la producción de riqueza. Y el Estado debe activarse a fin de que esta producción sea efectiva y a gran escala y que su redistribución se haga más fácil, siempre y cuando haya primero algo que repartir. África debe exportar al máximo sus productos terminados, para constituir un capital de divisas extranjeras necesario para el bienestar de su población. El precio estratégico de la energía (gas, gasolina, electricidad) es más importante que el bajo coste de la mano de obra. Gravar los trozos de carreteras asfaltadas puede dar la ilusión de aligerar el peso financiero del Estado en África, pero esto forma parte de las recetas erróneas del sistema rentista de Occidente, que lastran la competitividad africana. En Occidente incluso se plantea el problema de la moralidad misma de su sistema. El 10 de enero de 2012, fue el director general de la empresa Free, el señor Niel, que convirtiéndose en el cuarto operador de telefonía móvil de Francia, dividiendo los precios por 5, puso al desnudo la mafia rentista de un capitalismo protegido por el Estado para estafar a su propia población.

Los economistas africanos deben empezar a escribir sus teorías económicas, que tomen en cuenta las especifidades africanas, los intereses africanos, en lugar de estar permanentemente esperando recibir la consagración ocupando un puesto subalterno en tal o cual institución occidental. En mi opinión, el valor y la autonomía de los economistas africanos para distanciarse de las fórmulas elaboradas por los burócratas de Washington, para encontrar su propia vía, partiendo de variables nuevas, puramente africanas, y revisitadas en el contexto del siglo XXI, honraría a estos intelectuales porque habrán tenido la ambición histórica de ser los precursores de una nueva África, una África con su sello, en lugar de creer erróneamente que no tienen valor más que si en su currículum figura el nombre de alguna institución internacional, que por lo general están al servicio de Occidente y por lo tanto contrarias a los intereses de África. Todos deben hacerse la pregunta: ¿por qué tras el fracaso de la Unión Europea al impedir que los chinos inviertan en África, por qué tras el fracaso de la administración american para frenar las inversiones chinas en África, han sido estas instituciones, donde todos quieren ir a trabajar, quienes han tomado el relevo?

Los economistas africanos deben empezar a escribir sus teorías económicas, que tengan en cuenta las particularidades africanas, los intereses africanos, en lugar de estar permanentemente esperando recibir la consagración ocupando un puesto subalterno en tal o cual institución occidental. En mi opinión, el valor y la autonomía de los economistas africanos para distanciarse de las fórmulas elaboradas por los burócratas de Washington, para encontrar su propia vía, partiendo de variables nuevas, puramente africanas, y revisitadas en el contexto del siglo XXI, honraría a estos intelectuales porque habrían tenido la ambición histórica de ser los precursores de una nueva África, una África con su sello, en lugar de creer erróneamente que no tienen valor más que si en su currículum figura el nombre de alguna institución internacional, que por lo general está al servicio de Occidente, y por lo tanto es contraria a los intereses de África. Todos deben hacerse la pregunta: ¿por qué tras el fracaso de la Unión Europea al impedir que los chinos inviertan en África, por qué tras el fracaso de la administración americana al frenar las inversiones chinas en África, han tomado el relevo estas instituciones donde todos quieren ir a trabajar? ¿Cómo explicar que en lugar de alegrarse de que, gracias a China sobre todo, África haya conseguido finalmente salir de la miseria, el Fondo Monetario Internacional trate de poner todo patas arriba? A principios del mes de agosto de 2011 se celebraba en Nuakchot, Mauritania, el African Caucus, un encuentro en el que se reunían los países africanos y sus acreedores, con el director del FMI a la cabeza. La conclusión que se sacará de este encuentro, es la irritación por los 1000 billones de dólares que China ha sacado de sus reservas en divisas para inyectarlos en la economía africana (a modo de comparación, el famoso Plan Marshall era de 100 billones de dólares, es decir 10 veces menos). Se han visto escenas aberrantes de las autoridades de Burundi, muy contentas por la firma de contratos con China, pero caer en la angustia el día siguiente por las represalias del FMI. En cuanto a la República Democrática del Congo, fue por decreto que el 21/12/2010 el señor Obama eliminó a la RDC de la lista de países africanos que podían beneficiarse del proyecto AGOA, y exportar a los Estados Unidos sin derechos de aduana, debido a las numerosas inversiones chinas en este país, pese a que las motivaciones oficiales hablaban del retroceso de la democracia. Paradoja: para beneficiarse plenamente de las ventajas del proyecto AGOA, y exportar productos terminados hacia los Estados Unidos, el Congo necesitaba que alguien invirtiera previamente para crear las fábricas de transformación. ¿Y cómo reprocharle el aceptar dinero chino? Que, hace falta recordarlo, no tiene olor alguno cuando éste fía a los funcionarios estadounidenses que toman estas decisiones, incluyendo a su presidente, pero apesta cuando se trata de África.

Las municipalidades africanas deben rivalizar en ingenio para crear riqueza y por lo tanto crear puestos de trabajo a sus administrados. El 90% de las biblias empleas por numerosas cofradías religiosas en los Estados Unidos están impresas en China. Y la mayor parte de estas impresoras pertenecen a alcaldías que sacan dinero de los ingresos para asfaltar carreteras, y para crear nuevos puestos de trabajo en la comuna. En África son municipalidades capaces de crear recursos que podrán garantizar la emergencia de un Estado fuerte en condiciones de aguantar y frenar los arrebatos de individualismo y egoísmo de los sectores privados. Sin ello, no está excluido que el continente se libere algún día del yugo de Occidente para encontrarse con un yugo interno de un puñado de clanes que instalarán inmediata y alegremente una economía rentista, exactamente el modelo que está llevando a Occidente directamente hacia el precipicio.

La Mancha Obrera-sinapsis / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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