CHINA DESARROLLA ARMAS SUPERIORES A LAS GRINGAS

Pentágono: El auge de China cuestiona la superioridad tecnológico-militar de EE.UU.

El Departamento de Defensa de Estados Unidos se muestra preocupado ante el auge de las fuerzas armadas de China, que -según algunos datos- estarían superando a EE.UU. en el desarrollo de armamento.


Frank Kendall, vicesecretario de defensa para adquisición, tecnología y logística ha hecho un llamamiento para que la industria proponga nuevas ideas "para llevar a EE.UU. a la cima del progreso tecnológico", según cita al funcionario Rebecca L. Heinrichs colaboradora del portal The Hill

En su carta al Congreso Kendall señala que EE.UU. estaba perdiendo su superioridad en algunas áreas militares. Según el vicesecretario, China podría destruir la marina del pacífico estadounidense y lograr su predominio en el aire en el 2020, lo que podría poner fin a la influencia de EE.UU. en el Pacífico. 

Sin embargo, Kendall subraya que "el objetivo de este documento no es suponer que un conflicto militar entre EE.UU. y China sea probable". El vicesecretario cree que "la superioridad tecnológica de EE.UU. lograda hace 20 años está perdiendo su vigencia". 

Según constató en 2010 Bill Gertz, de Washington Free Beacon, citando el informe del comandante del mando de la Marina del Pacífico, almirante Willard, el ejército de liberación popular de China estaba desarrollando misiles balísticos llamados "asesinos de portaaviones". Cuatro años después, los misiles, según cree Heinrichs, han debido ser mejorados y preparados para el uso en combate. "EE.UU. no tiene defensa contra esta arma. Sin embargo, no es el único talón de Aquiles de EE.UU. que los chinos han logrado poner al descubierto", señala Heinrichs. 

"Imagínese el peligro a que EE.UU. podría hacer frente en un conflicto con China, un país cuyos intereses nacionales contradicen los de EE.UU. y con fuerzas militares capaces de realizar estos intereses", comenta Heinrichs,. 

Según la autora del artículo, el objetivo de China no es competir con EE.UU. para formar un ejército que sea más o menos igual al del Pentágono, lo que agotaría el presupuesto estatal, sino en desarrollar armas de alta tecnología para golpear el punto más débil de EE.UU.

RUSIA TODAY / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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CNN MIENTE SOBRE MASACRE DE ESTUDIANTES

CNN: La mentira en grande y la verdad en chiquitico
La corresponsal de RT Káren Méndez analiza la tragedia de los 43 estudiantes mexicanos de Ayotzinapa y el tratamiento mediático recibido por el caso por parte de las grandes corporaciones mediáticas, CNN en particular.


Con una frialdad escalofriante, este 7 de noviembre, el Procurador General de México, le anunció al mundo que los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, que están siendo buscados por sus familiares, amigos y por gran parte de la sociedad mexicana desde el pasado 26 de septiembre, fueron asesinados, calcinados, triturados y echados a un río en bolsas de basura luego de que policías municipales, siguiendo instrucciones del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, los entregara al grupo narcoparamilItar Guerreros Unidos para que los desapareciera y así evitar que estos jóvenes entorpecieran un acto público de su esposa, María de los Ángeles Pineda


Con la misma frialdad con la que el procurador mexicano dio la noticia al mundo han reaccionado las grandes corporaciones mediáticas y los funcionarios estadounidenses, que desde hace décadas se han tomado la libertad de señalar, criminalizar, bloquear o intervenir a cualquier país del mundo con la excusa de estar defendiendo los derechos humanos. 

Sobre la desaparición forzada de los 43 estudiantes mexicanos, grandes corporaciones mediáticas como CNN se han limitado a informar sobre este caso sin ahondar, sin contextualizar y mucho menos levantar críticas contra un gobierno amigo de la Casa Blanca, que desde 2006 hasta la fecha tiene más de 20.000 personas desaparecidas y decenas de fosas comunes a lo largo y ancho de ese país. En esta ocasión CNN en Español se ha ahorrado los calificativos, las denuncias, los pronunciamientos internacionales, el 'show' y el despliegue informativo. Se han limitado a informar sobre un crimen de estado de tal magnitud con un humilde corresponsal en el DF que poco sale de su oficina. 


Este tratamiento mediático contrasta con el despliegue técnico e informativo que hicieron en Venezuela desde el pasado 12 de febrero, cuando el dirigente de la extrema derecha venezolana Leopoldo López llamó a toda su militancia a tomar las calles hasta salir del presidente Nicolás Maduro. Apenas López hizo este llamado y sus seguidores literalmente empezaron a incendiar el país, CNN no perdió tiempo ni escatimó recursos. Dedicó casi toda su programación a Venezuela denunciando, sin pruebas, que el Gobierno arremetía y torturaba a estudiantes indefensos que buscaban una mejor calidad de vida. Además, envió casi de manera inmediata a sus reporteros 'estrellas' para que acompañaran a estos manifestantes; tanto así que estos opositores convocaban a sus marchas y cortes de ruta con acciones violentas diciendo "está garantizada la cobertura en vivo de CNN en Español". 

Fue así como a Venezuela llegaron, entre otros, Patricia Janiot (confesa opositora al Gobierno Bolivariano) y el mexicano Federico del Rincón, conocido periodista de la prensa roja en México, quien se dedicó durante más de un mes a acompañar a los más radicales manifestantes opositores y a silenciar todos los actos vandálicos que cometían. 

La estrategia de CNN en español consistió en manipular y divulgar información falsa. Por ejemplo, decían insistentemente que los manifestantes eran estudiantes pacíficos, sabiendo que algunos de los estudiantes de las universidades privadas que protestaban solo lo hacían durante el día, pero que apenas caía el sol los grupos radicales de la extrema derecha (que no eran estudiantes) empezaban a quemar universidades, guarderías, unidades móviles de transporte, a colocar guayas de púas en las avenidas para que los motorizados se degollaran (tal como ocurrió con 3 personas), a destrozar espacios de la ciudad, sedes financieras públicas y privadas e incluso asesinar a miembros de la fuerzas de seguridad. Nada de esto dijeron estos reporteros 'estrellas' de CNN en Español sobre lo que se vivía en Venezuela durante aquellas semanas. 

Pero si denunciaron insistentemente, sin verificar nunca nada, que los detenidos por las fuerzas de seguridad eran torturados. Las autoridades de Venezuela, los tres países de la Unasur y el Vaticano, que sirvieron como garantes del diálogo entre las partes, aún están esperando las pruebas de esas supuestas torturas porque los opositores nunca quisieron presentarlas. No existen. Solo existieron por CNN y por las corporaciones mediáticas que replicaron estas falsas denuncias. 

Además, sin ningún pudor CNN divulgó fotografías sobre represión y muerte en otros países haciéndole creer al mundo que el Gobierno de Venezuela estaba reprimiendo a todo aquel que luchaba por encontrar un futuro mejor. Lo que nunca informó CNN es que de los 335 municipios que tiene Venezuela solo en 18 (en los más adinerados del país) se registraban estos hechos violentos, en el resto del territorio nacional todo estaba en calma. 

Sin la más mínima vergüenza aún siguen diciendo que las 43 víctimas de esos tristes días fueron producto de la represión del Gobierno a estudiantes opositores. El 'show' de CNN llegó a tal extremo que cinco meses después de ese intento de golpe de estado, como lo denunció el Gobierno, ya las calles estaban tranquilas, en calma y CNN seguía colocando su coletilla 'Tensión en Venezuela' y asegurando que continuaban las protestas en la calle. Nada más alejado de la realidad. 

Y sin la más mínima vergüenza aún siguen diciendo que las 43 víctimas de esos tristes días fueron producto de la represión del Gobierno a estudiantes opositores. La verdad es que de esas 43 vÍctimas solo seis murieron por disparos atribuidos a las fuerzas de seguridad (ya los responsables están presos) y el resto murieron víctimas de las acciones violentas de los opositores, de las barricadas, de las trampas colocadas por la oposición (como las guayas de púas), intentando llegar a centros asistenciales, por infartos provocados tras el acoso a sus casas y tres de forma accidental, como el caso del joven opositor Jimmy Vargas que cayó de un segundo piso cuando organizaba una barricada. Es decir, la mayoría de las víctimas murieron por las acciones violentas de los grupos radicales que ellos alentaban. 

Lo más curioso es que ese reportero 'estrella' de CNN, Fernando del Rincón, le dedicó casi de manera exclusiva su trabajo a Venezuela durante cinco meses. Pero siendo mexicano no ha querido ir a su tierra ni un solo día para informar sobre uno de los peores crímenes de estado que ha vivido América Latina en la última década. 


Ese micromundo de CNN en Español y los funcionarios del Gobierno estadounidense, que tanto presionaron para que la OEA aplicara la Carta Democrática Interamericana contra Venezuela, se sancionara al Gobierno por violación a los derechos humanos, se debatiera dentro de los organismos internacionales el abuso del Gobierno Bolivariano, son los mismos que hoy callan y se hacen la vista gorda ante la desaparición forzosa de 43 jóvenes, que si eran estudiantes y si luchaban por un país más digno y menos cruel. La lógica de ellos es sencilla: si en Venezuela mueren 43 personas, en su mayoría víctimas de las acciones violentas de la derecha, gritan por todo el mundo que son 43 estudiantes víctimas de la represión del Gobierno. Pero si son 43 estudiantes indígenas, pobres y de izquierda que son asesinados y desaparecidos por las fuerzas de seguridad de un país que sirve a los intereses de EE.UU., prefieren pasar agachados. Así son las corporaciones mediáticas, no el periodismo: la mentira la escriben bien grande y la gritan a viva voz, pero la verdad mejor en letra chiquitica y lo más bajito que se pueda. 

Káren Méndez 

RUSIA TODAY / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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FREDDY BERNAL: "O SE ES POLICÍA O SE ES MALANDRO"

Freddy Bernal propuso al presidente Maduro la intervención de 3 cuerpos policiales 


Caracas, noviembre 8 - El presidente de la Comisión Presidencial para la Transformación del Sistema Policial, Freddy Bernal, propuso la noche de este viernes al presidente Nicolás Maduro Moros la intervención de tres cuerpos policiales municipales y la supervisión técnica de ocho más.

“Proponemos ya, con un soporte étnico que reposa en el Ministerio del Interior, la intervención de tres cuerpos de policía municipal donde hay profundas irregularidades: matraqueo, extorsión, delitos, pérdidas de armas de fuego. Eso está debidamente soportado y por supuesto todo en el marco de la Constitución y la Ley”, expresó Bernal en un acto de Gobierno con Maduro, en el Palacio de Miraflores, en Caracas.

“Vamos a ser muy duros en la lucha contra la corrupción. ¿Por qué? O se es policía o se es malandro, pero no se puede ser policía y malandro al mismo tiempo“, agregó.

En tal sentido, indicó que las intervenciones de dos de los cuerpos policiales propuestos se harían “en coordinación con los propios alcaldes”, quienes “les han pedido al Gobierno que no tiene sentido unas policías con esas características”.

Por otra parte, los ocho cuerpos de policías que, según Bernal, deberían pasar por una supervisión técnica, presentan “una serie de irregularidades” y “falta de efectividad en función policial”.

Con estos últimos, sumados a otros 20 que ya se encuentran en supervisión técnica, “estarían 29 bajo control directo del Ministerio del Interior”, señaló Bernal.

Agencias- VTV / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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HISTORIAS DEL PIERCING GENITAL TAILANDÉS Y MÁS ALLÁ

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SABIDURÍA ANTIGUA: PENES ÁUREOS DE MARINOS FILIPINOS

Hombres de penes brillantes: el extraño y poético artilugio sexual de los marineros filipinos

LOS MARINEROS FILIPINOS INCRUSTAN “BOLITAS“ DE METAL EN SUS PENES PARA CONGRACIARSE CON LAS MUJERES DE LOS PUERTOS; ACASO SIN SABER CUMPLEN UN ANTIGUO RITO QUE SE REMONTA A LA ALQUIMIA SEXUAL DE LOS DIOSES.

Tanto hombres jóvenes como viejos perforan sus penes con una varilla de oro o de metal del tamaño de una pluma de ganso, sus puntas con la forma de la cabeza de un clavo… Cuando un hombre y una mujer desean tener relaciones, ella no toma su pene de la manera normal, sino que suavemente introduce primero la espuela de arriba y luego la de abajo dentro de su vagina. Una vez dentro, el pene se vuelve erecto y no puede ser sacado hasta que esté flácido.

Antonio Pigafetta sobre la prácticas sexuales de los nativos filipinos, 1521


escrito por: ALEJANDRO MARTINEZ GALLARDO

Las mujeres de Mactaan sabían que no podían confiar
en esos penes. Aprendieron de sus hermanas,
madres y abuelas que incluso los más grandes

mentirían, buscarían excusas para no tener que merodear
dentro de esas tibias, resbalosas paredes.


Para algunos el destino del pueblo filipino ha sido aciago, sufriendo el yugo de un múltiple colonialismo, dictaduras y explotación (o saqueo) de recursos. Y, sin embargo, ese estado precario, pronto a abandonarse, y su geografía isleña, les ha permitido una venturosa compensación, difícil de medir bajo indicadores financieros, otra riqueza: partir al mar y conocer el mundo para mezclarse con la sal de la tierra. Aunque bajo la servidumbre del navío y sus lores, ningún otro pueblo en la actualidad recorre –y, en ese aspecto reversible de la dialéctica, domina– los océanos del orbe como el pueblo filipino …un furtivo imperio a la deriva. Actualmente se calcula que la quinta parte de los marineros del mundo son de origen filipino. Una cifra que ha crecido luego de que leyes internacionales permitieran la contratación de marineros a salarios mínimos y de que Filipina viviera una pronunciada crisis petrolera en los 70.

El destino de un marinero hace que pase alrededor de 10 meses en alta mar, sólo acallando en la tierra brevemente. Estas visitas a ciudades marítimas, lejos de casa (casa que de por sí ya se ha difuminado en la borrasca del mar), son el escenario de las más variadas y afamadas correrías sexuales: la prostitución, las farras orgiásticas y, en el caso de los filipinos, la oportunidad de hacer gala de sus implantes peniles con las mujeres del puerto.

Aunque existen numerosos relatos históricos que documentan esta práctica, extendida entre hombres del Pacífico asiático, una nueva investigación realizada por el antropólogo noruego Gunnar Lamvik ha creado recientemente cierta sensación. Según Lamvik, muchos marineros filipinos hacen pequeñas incisiones en sus penes con pedazos de plástico, piedras o metales (del tamaño de M&M’s) debajo de la piel con el fin de aumentar el placer de las prostitutas y otras mujeres con las que se encuentran en ciudades portuarias, especialmente en Río de Janeiro. “Esta arma secreta de los filipinos, como fue fraseada por un contramaestre, tiene que ver obviamente con el hecho de los que filipinos ‘son tan pequeños, y las mujeres brasileñas son tan grandes”’, señala Lamvik.

Un sondeo realizado en 1999 mostró que el 57% de los marineros filipinos utiliza estas incisiones, conocidas como “bolitas”. Steve McKay, de la Universidad de California Sana Cruz, viajó en containers con marineros filipinos y, al igual que Lamvik, documentó el proceso de inserción de los implantes. Las bolitas son conocidas como “fang muk”, “bulletus”, “bolas de chagan”, “bolas de tancho” y “canicas de pene”. La diversidad de objetos y materiales que se utiliza para hacer los implantes es tan ocurrente como potencialmente infecciosa: se usan cucharas derretidas, cepillos de diente, palillos chinos, cuentas de collares (incluyendo rosarios), municiones y metales y minerales (como el hierro, el jade, el marfil, la porcelana, la fibra de vidrio y, los más afluentes, el oro). McKay notó que muchos marineros filipinos hierven las “bolitas” y es una práctica común insertar cuatro de ellas en diferentes partes del pene formando el signo de la cruz (una clara herencia del catolicismo español que, sin embargo, muestra una articulación que esa religión podría considerar profana justamente al inmiscuir en el sexo lo sagrado).

Esta práctica, también conocida como “perlado” fue observada por el hisoriador precolonial William Henry Scott y por Antonio Pigafetta, quien viajó en la mítica expedición de Magallanes por el estrecho que ahora lleva su nombre. “Tanto hombres jóvenes como viejos perforan sus penes con una varilla de oro o de metal del tamaño de una pluma de ganso, sus puntas con la forma de la cabeza de un clavo”, escribió Pigafetta en 1521.


La interpretación antropológica de Lamvik es que los filipinos se reafirman a sí mismos utilizando las “bolitas”. Esto no sólo por el aparentemente tamaño desfavorable de sus penes, también por su posición generalmente inferior en la jerarquía de los navíos. Los filipinos son percibidos dentro del rubro como “afeminados” (según Lamvik), como incapaces de tomar decisiones y como fácilmente reemplazables. Esto les genera una “inseguridad”, misma que buscan paliar con las incisiones en el pene que de alguna manera apuntalan su masculinidad. Por otro lado, (quizás un poco como los mexicanos son “gaffers” en las películas) se dice que los filipinos “pueden arreglar todo”, mientras que los otros marineros se esperan a llegar al puerto “los filipinos hacen una nueva parte o la arreglan”. La misma pericia también parece reflejarse en suars amatoria, donde su habilidad técnica, un poco a la manera de Vulcano, el dios de la fragua, les permite conseguir la privanza femenina sin ser ortodoxamente deseables. Los filipinos se jactan de que las mujeres de los puertos las prefieren a ellos porque las tratan bien: “les sonreímos, incluso las cortejamos. Eso es lo que hace especiales a los filipinos. Somos románticos”, dijo un marnero filipino a Lamvik.

Aunque estas perforaciones puedan reflejar cierto complejo de inferioridad, también resaltan la concepción romántica del filipino, en ciertos aspectos más sofisticada y evolucionada que la de otros pueblos en los que el paternalismo ha hecho mella. El filipino, sea por su necesidad de sobresalir o por su afeminamiento, y aunque sea con una prostituta, se regala en función del placer femenino. Y si bien, en la era de Cosmpolitan y New Scientist, puede resultar más o menos evidente la importancia de buscar la gratificación sexual de la mujer, hace unos siglos, en la cultura patriarcal, esto no era del todo así (era en todo caso un secreto iniciático). La filipina es una cultura maternal, como el mar (“I will go back to thee, great sweet mother,/mother and lover of men, the sea”, dice un poema de Swinburne que entre muchos otros revela la inextricable relación del mar, el hombre y el arquetipo femenino), y como tal parece rendirse a la Virgen, que por momentos se transforma en la Gran Puta (que cumple una función igualmente sagrada y de la cual quizás María Magdalena, la esposa de Jesús en los textos gnósticos, sea el mejor ejemplo).

De lo anterior podemos derivar una ecuación en la que el marinero filipino logra transferir su amor al mar a las mujeres del puerto –que son una misma manifestación de la materia que abraza y engolfa—a través del artilugio y el ingenio, burlando sus limitaciones físicas un poco como hiciera Ulises, el gran náufrago de la historia, y quien sin contar con el prodigio atlético de Aquiles logró regresar a casa, al seno de Penélope.

“Allí unidos, rozando aquel centro, como una madeja de nervios, hasta la punta del ala del águila, hasta el más remoto de los días. Esto significa: el altar del fuego”. Ka

Roberto Calasso en su versión de la mitología de la India, sugiere que los actos de los dioses, los mitos fundadores, se repiten permanentemente, con sutiles variaciones, hasta el punto de que conscientes o no nosotros seguimos representando esos actos (que son sacrificios). El origen del mundo que habitamos (aquel que distingue lo múltiple de lo uno), según la tradición védica, se dio a través de la cópula de Prajapati con su hija Usas, la aurora. El acto que repetimos siempre, en perpetuación del mundo –de ese orden velado—, es la cópula (aquello que nos vincula). “Esta es la escena que está detrás de todas las escenas, la escena que cada escena varía, repite, deforma, destroza, recompone, porque de esta escena en la aurora desciende el mundo”. Es posible, entonces, encontrar en el equipamiento y en la conducta sexual de los marineros filipinos una prolongación representativa de los arquetipos trazados por los dioses en su instauración del mundo.

Tanto Pigafetta como un notable poema escrito por Nick Carbo (que puede leerse al final del texto), donde dice “varillas de oro incrementarían/su placer y las lanzarían/más allá de las copas de las palmas,/más allá de los centelleantes/ojos de anillo de los dioses/en el cielo nocturno”, hacen énfasis en el oro como el material elegido para incrustarse en el pene. Esto, aunque de manera rebuscada, pero con el lujoso placer que es refocilarse en la mitología –la telaraña invisible que sigue tejiendo, por debajo, al mundo– me recuerda la historia de Osiris, quien resucitó luego de que Isis le fraguara un pene de oro con su voz. Osiris fue engañado y despedazado por su hermano Set; Isis logró reunir 13 partes de se cuerpo y uncirlas, pero faltaba su pene. Entonces, en la orilla del mar, cantando con la voz del ibis –el ave cuyo vuelo Thoth observó para inventar la escritura—, Isis cinceló el pene áureo de Osiris en una especie de sintestesia creativa que oculta una profunda simbología alquímica, probablemente la conjunción de los opuestos, el fuego y el agua, y la cópula divina (en el tálamo del mar que se funde con el cielo) o hierosgamos. Osiris entonces se alzó como dios del Sol y de la vida después de la muerte.

Si creemos que nosotros somos la descendencia de los dioses –o al menos de los hombre que los imaginaron—podemos ver en las incrustaciones de oro de los filipinos una correspondencia (y las correspondencias, las sampad, fueron lo primero que hicieron los dioses para hilar el mundo). De alguna manera remota y misteriosa colocar una punta de oro en el pene y llenarlo de resplandores es una oblación a la Diosa Madre. Al hacerlo los marineros filipinos hacen lo que hizo Isis (quien también es Stella Maris, la estrella del mar) y aunque sea sólo con una realidad espectral se convierten por un instante (atemporal) en Osiris. El principal tributo de los hombres a los dioses es hacer lo que ellos hicieron –aunque no sepan que lo están haciendo o por qué lo están haciendo.

Juegos de Alquimia


Tiendo a hacer una digresión: puede resultar un exceso ver en las incisiones peniles de los filipinos, y en su arrojo por complacer a las mujeres de los puertos –destacándose de hombres aparentemente mejor dotados—un impulso de elevarse “al cielo nocturno” atravesando los anillos de los dioses –o al menos la generosidad de hacerlo para el género femenino. Pero, ¿qué otra forma más contundente, que no requiera de una etérea metafísica, tiene el hombre para inscribirse en el firmamento? (El poeta indio Bhartrihari considera que existen dos vías: “la juventud de una mujer de pechos generosos, inflamada por el vino del ardiente deseo, o la selva del anacoreta”, lo demás es “hueca palabrería”). En la sexualidad, en su transfiguración erótica, yace no sólo el instinto de la reproducción, de la perpetuación de la sangre y la información genética, también el deseo de trascendencia. De alguna manera los hombres y las mujeres intuyen –en la gnosis del cuerpo— que su participación en lo sagrado está dada en el erotismo. La decadencia del rito, la perversión del éxtasis, no dejan de simbolizar y volver a escenificar el acto de creación de los dioses… no importa que sean marineros y prostitutas ahora los que se tienden en el atanor. Amor, el más viejo de los dioses, es el primer y último sacrificio.

En las perforaciones peniles de los filipinos podemos atisbar también el tiempo cíclico. Primero son pepitas de oro las que refulgen en el sol (podemos adivinar que esta práctica es mucho más antigua de lo que documenta Pigafetta), al final son latas, chatarras, alumino, fierros en el glande — atravesamos las edades que describe Hesíodo (la decandencia del oro hacia el hierro). Los dioses vivían en la superabundancia –la materia, el maia, era fácilmente manipulable–; el destino del hombre es otro, pero el deseo es el mismo. Sin los mismos recursos, y sin haber alcanzado la perfección de la cual el oro es un metáfora, los marineros filipinos buscan una satisfacción transpersonal, complacer a las prostitutas brasileñas, un ciero doro –esa dádiva incomparable que es la alegría erótica femenina–, reestablecer el orden. Por lo mismo, Osiris logró alzarse redivivo como Señor del Inframundo y constelarse en el firmamento: propulsado por Isis (a su vez constelada como Sirio). De alguna manera en la profundidad de la mente que compartimos, los marineros con sus perforaciones están añorando la antigua alquimia de la pareja divina. El metal, que brilla como el sol y se alía por la acción ígnea, introduce el elemento de fuego, doblemente necesario al penetrar en un ambiente húmedo; así el marinero filipino inconscientemente cristaliza el principio alquímico de “conjunctio oppositorum”: la llama se agita en el agua. El acto es el mismo: un solo eros recorre el mar con su rayo de oro (sólo los actores cambian de rostro).

Las mujeres de Mactaan sabían que no podían confiar
en esos penes. Aprendieron de sus hermanas,
madres y abuelas que incluso los más grandes

mentirían, buscarían excusas para no tener que merodear
dentro de esas tibias, resbalosas paredes.
Los hombres siempre tenían otra cosa que hacer:

Terminar de vaciar la banca para que los hombres pudieran ir
a pescar en un nuevo bote, recoger más cocos
para hacer suficiente arak (un vino de palma que hacían los hombres

para embriagarse juntos). Atar a los hombres a los muebles
tomaba demasiado tiempo, morderlos
mientras se estaban saliendo era considerado violento,

Amenazarlos con cortárselos con un cuchillo de bambú
nunca funcionó. Entonces, las mujeres de Mactaan escucharon
de una secreta práctica sexual de un chamán

que visitaba de una isla hacia el sur.
Introdujeron la varilla de oro
en sus hijos pubertos como un ritual

para alcanzar virilidad. Tomó veinte días
para que sus penes sanaran, tres años
antes de que estos niños empezaran a complacer a las mujeres.

Los hombre más viejos, quienes se reían
de estas generaciones más jóvenes
(llamándolos ulo ng aspili, cabezas de clavo)

fueron vistos gradualmente como poco atractivos
por sus esposas y mujeres más jóvenes.
Los hombres sin adornos fueron acusados

de eyacular muy rápido, de no mantener
sus penes hinchados por mucho tiempo,
de tener mal aliento, de perder pelo prematuramente, de verrugas.

Ninguna mujer tocaría a los no perforados.
Un día, los ancianos de la aldea y el resto
de los nerviosos adultos se formaron

frente a la cabaña de la anciana que desempeñaba
el servicio. En veinte días,
todos los hombres de Mactaan tenían penes que brillaban

cuando expuestos al sol.
Caminaban con los pechos henchidos,
disfrutando el fresco arak,

mientras las mujeres se preguntaban si dos,
o quizá tres
varillas de oro incrementarían

su placer y las lanzarían
más allá de las copas de las palmas,
más allá de los centelleantes

ojos de anillo de los dioses
en el cielo nocturno.


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