Civilización versus lucha de clases

...Si la historia de la humanidad, asimismo, no es sino lucha de clases, lo cierto es que, además, en cuanto historia consciente, es, fundamentalmente, vocación de dominación de una civilización, la occidental, que la narra y esculpe, a lo largo de los siglos, con la servidumbre del resto del planeta.

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Juan Jiménez Herrera



La historia en general, la que concierne a la humanidad como objeto indivisible y universal es un producto intelectual de la época contemporánea; fundamentalmente, de una civilización, la occidental, que, consciente de una superioridad material, derivada de un “sorpasso” tecnológico científico datado en los siglos del renacimiento, adquiere vocación de dominación mundial. A ese propósito ayudó, inconmensurablemente, la construcción del universalismo cristiano, oriundo de la época y emparentado, a la perfección, con el poder político y económico.

En fin, historia y vocación de dominación mundial devienen en conceptos íntimamente conexionado. No existe el uno sin el otro. Si la historia de la humanidad, asimismo, no es sino lucha de clases, lo cierto es que, además, en cuanto historia consciente, es, fundamentalmente, vocación de dominación de una civilización, la occidental, que la narra y esculpe, a lo largo de los siglos, con la servidumbre del resto del planeta. Sus luchas intestinas -de clase- , a la postre, han actuado como acicates para acelerar la necesidad de dominación.

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Los episodios de la Primera y Segunda Guerras Mundiales- paradigmas de conflicto derivado por el reparto del planeta-, bajo la apariencia del enfrentamiento interno entre distintas potencias occidentales, constituyeron, en realidad, la definición y perfección de la dominación: la constatación de que sólo, dominando territorios y pueblos extramuros, podría asentarse, con estabilidad, la civilización europea-occidental, conjurando, en lo esencial, el peligro de la desintegración por sus propias contradicciones (de clase). Aquellas contiendas bélicas fueron, no obstante, medios de dominación rudimentarios, superados, al abrigo de nuevas brechas tecnológicas favorables del lado dominador y de una extraordinaria y creciente productividad, por los vigentes y actuales, que sacian, sin necesidad de guerras y por convenio, los intereses de las distintas facciones occidentales.

El capitalismo, modo de producción que eleva a occidente, desde el punto de vista material, por encima del resto de las civilizaciones, al punto de configurarlo como sujeto activo de la historia, lo empuja, espoleado por sus contradicciones internas, a actuar, en el escenario mundial, como agente imperialista, en tanto que otras civilizaciones, huérfanas de catalizadores económicos determinantes, duermen en el sueño de la inmovilidad, siendo presas- al primer contacto- del colonialismo y otros medios de servidumbre y dominación.

Así, pues, si la primera historia universal- la de su definición y estructuración- que sólo existe, en cuanto fenómeno histórico, con occidente- es, en lo primordial, una historia de lucha de clases intestina, la de su madurez, es la de la superación o exportación de los conflictos o luchas al exterior, concluyéndose, en cierto modo, en que los movimientos antisistémicos- protagonistas de la lucha de clases- han coadyuvado a tal fin, acelerando la necesidad de dominación. Gráficamente expresado, aquellos han contribuido a engendrar la criatura; son, por fracasados, responsables históricos de la actual dominación, aunque, bien miradas las cosas, más bien han sido arrollados por las incontenibles tendencias históricas de dominación y servido de vigoroso alimento para las mismas. La Unión Soviética, en el fondo, fue defenestrada, por activa o pasiva, por su población, ansiosa de incorporarse a la sociedad de consumo/civilización occidental y al proceso de dominación que le es inherente.

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Derivar de lo que antecede la precipitada conclusión de la inutilidad e, incluso, perniciosidad de las luchas libradas, en estos dos últimos siglos, por las fuerzas por el socialismo y las de otras, en épocas más lejanas, contra modos de producción que, necesariamente, las generaban, no parece ser las forma más justa de conducirse en el análisis científico de la sociedad. Muy al contrario, se trata de afirmar que lo que parecía, en un principio, nacido- el socialismo- para triunfar en un determinado ámbito geográfico- el europeo occidental- más bien, las tendencias históricas dominantes, lo han exportado, a la par que sus conflictos, al exterior de sus fronteras. Es, por así decirlo, un cambio de escenario que los primeros socialistas (dicho con absoluta humildad) no adivinaron a dibujar, más interesados por el fenómeno “modo de producción capitalista” que por el de “civilización occidental”, a la postre, con mayor carga de determinación histórica.

Rebelión / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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SIN CONSUMO RESPONSABLE NO HAY AGROECOLOGIA

"Sin consumo responsable no habrá agroecología y no habrá consumo responsable sin que se dé un renacimiento de la agroecología."

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Entrevista a Stephen Sherwood: "Con la modernización, el pueblo ecuatoriano comenzó a ceder mucho control de su comida a los intereses privados. En mi opinión, la comida, como nuestra principal fuente de energía, es demasiado importante como para dejarla en manos de la industria privada, de la ciencia o del Estado. Ha de estar en las manos de la ‘gente que se alimenta’. Por ese motivo, tenemos una gran preocupación: proteger la comida y los alimentos como un bien común", dice el agroecólogo Stephen Sherwood.

Isabel Salcedo

A pesar de asistir a la hegemonía de un sistema agroalimentario global, seguimos creyendo en la posibilidad de tejer relaciones más cercanas y más justas cuando hablamos de producción y consumo. La alimentación atraviesa nuestras vidas mucho más de lo que imaginamos y la forma en que nos relacionamos, junto a la toma de decisiones, marcan nuestro actuar político, económico y social.

Stephen Sherwood, agroecólogo convencido, charló con el Observatorio del Cambio Rural sobre los grandes cambios en los sistemas agroalimentarios en Ecuador y sus consecuencias en los mercados, la salud y la equidad entre las personas, tanto como los contramovimientos que estas tendencias han generado.

Para acercarnos a la realidad agroalimentaria, comenzamos por lo primero: ¿qué entendemos por sistema agroalimentario?

En realidad, no encuentro un “sistema agroalimentario” en Ecuador, sino todo lo contrario. En los estudios no observamos las características de un sistema, es decir, una mayor retroalimentación, responsabilidad o autocorrección entre los diferentes actores activos en la comida moderna. En lugar de un sistema capaz de autorregular o autocorregirse, encontramos una “organización irresponsable”, compuesta por relaciones que se degeneran al interior, entre las diferentes partes, con el tiempo.

Cuando una persona con hambre no tiene idea de dónde viene su comida, su preocupación comienza por pagar lo menos posible. De forma similar, cuando un agricultor no conoce a las personas que van a alimentarse de sus productos, es capaz de aplicar un plaguicida hasta el último momento mientras separa una cosecha limpia para su propia familia. Cuando dos actores se enfocan en optimizar sus transacciones inmediatas no se preocupan por las consecuencias que la comida moderna puede tener en los contextos más amplios, por ejemplo, en lo que se refiere a la equidad social, la salud pública o el ambiente. Ésta es la triste situación en la que nos encontramos hoy día. En vez de fomentar una mayor abundancia a través de nuestra búsqueda diaria de alimentos, el acto de comer tiende a degradar los suelos, los sistemas hídricos y los recursos genéticos al mismo tiempo que fomenta plagas.

Además, en diferentes localidades del país, los mercados parecen transferir la mayor parte de la riqueza que circula en los alimentos y las bebidas (que según nuestros cálculos podría ser un total de 20.000 millones de dólares al año) a actores de la industria de alimentos y los sistemas financieros. De esta forma, se puede argumentar que la comida es la fuente principal de la inequidad social en nuestro país. Peor aún, el conjunto de factores asociados con la oxidación de materia orgánica en los suelos, la dependencia de dietas basadas en animales y la asociada generación de gases, el transporte y las formas de cocción y almacenamiento parecen jugar un rol directo y substancial en el cambio climático. Según algunas fuentes, hasta el 40% de los gases de efecto invernadero se deben a la agricultura y la comida moderna.

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Según lo que comentas, ¿cuál es el origen de estos problemas?

Para mí, el problema principal es el gran proyecto de la modernización, fundamentado en cuatro hechos históricos: 1) la comodificación de la vida del campo (es decir, la imposición de un precio en todo: la tierra, el agua, el tiempo, los productos, etc; 2) la introducción de monedas y sistemas financieros como las formas principales de intermediación; 3) el distanciamiento físico y social de los mercados, donde es esencialmente imposible que los que producen y los que consumen se conozcan; 4) la dependencia en los expertos y la compra de sus tecnologías.

Describimos el efecto global de estos cuatros elementos como una “organización irresponsable”, donde la gente que toma las decisiones determinantes no experimenta sus consecuencias. A lo largo del tiempo, la consecuencia principal de la modernización ha derivado en nuevas formas de violencia: ambiental, económica, social y de salud. Mientras, continúan los procesos de degradación de los ecosistemas y se agrava la equidad social a través de mercados de alimentos cada vez más exclusivos e injustos. Últimamente, ha llegado un nuevo fenómeno autodestructivo asociado con la modernización en los alimentos: las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ENTs). Asociado con la proliferación de los alimentos y derivados altamente procesados de la industria, el sobrepeso/obesidad es la causa principal de las ENTs, que incluyen las enfermedades de hipertensión, cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes. En Ecuador, las ENTs representan 6 de las 10 primeras causas de muerte y el 24% del total de muertes.

Según un estudio del MIES y CEPAL (2017), el costo de las ENTs en nuestro país está por encima de los USD 1,7 mil millones por año. En apenas 70 años, la modernización de la agricultura y los alimentos se ha convertido en la causa principal de la degradación ambiental y la pobreza y ha generado, quizás, la peor pandemia en la historia humana. Sin querer sobre-romantizar la agricultura tradicional que sí tuvo sus problemas y limitaciones, por lo menos, tenemos que reconocer que, en sus 7.000 a 10.000 años de existencia, nunca puso en tela de duda la sobrevivencia de nuestra especie.


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Dentro de este sistema de relaciones desiguales, ¿cuál es el rol de la mujer?

En la década de los 80 y 90, comencé en la práctica de fomentar el desarrollo rural. Cuando nos acercábamos a la finca y realizábamos capacitaciones, hablábamos con un hombre. En la actualidad, lo positivo es que cada día nos enfocamos más en la familia, en la mujer, los niños y los abuelos; obviamente, en la familia como unidad. Sin agricultura familiar no hay agroecología.

Deberíamos empatizar un poco más en qué es la agricultura familiar y su importancia como unidad de producción, no sólo de alimentos, sino también de otras prácticas esenciales para nuestro bienestar, como son los hábitos de compra, cocción y consumo, la identidad, su reproducción y las relaciones con otras familias en el barrio. Porque si no tenemos cuidado la agroecología puede ser traducida por los actores de la modernización, simplemente, como una forma de producción ecológica. De hecho, esta tendencia ya está en camino.

Diría que el poder de la mujer pasa por el lado afectivo, es decir, de la reproducción de los sentidos y las emociones, como es el caso del cuidado de los niños y ancianos. Ellas mismas son las que manejan los sabores de la cocina y, en su conjunto, los gustos (es decir, lo social del sabor) de una comunidad. Para mí, la capacidad afectiva de una familia es la semilla de cambio. Si no invertimos en la mujer y sus capacidades afectivas, perderemos una potencialidad esencial de nuestra gente.

Si tenemos en cuenta que la alimentación juega un papel clave, ¿en manos de quiénes debería estar el control de la comida?

Con la modernización, el pueblo ecuatoriano comenzó a ceder mucho control de su comida a los intereses privados. En mi opinión, como nuestra principal fuente de energía, la comida es demasiado importante como para dejarla en manos de la industria privada, de la ciencia o del Estado. Ha de estar en las manos de la ‘gente que se alimenta’. Por ese motivo, tenemos una gran preocupación: proteger la comida y los alimentos como un bien común; es decir, una propiedad en libre circulación entre el público. En este sentido, la lucha frente a la modernización se puede entender como una lucha por la democracia del agro y los alimentos, la comida de la gente, por la gente y para la gente.

Con estas reflexiones, ¿podemos hablar de una crisis agroalimentaria en Ecuador?

El proyecto ambicioso de introducir la modernización en Ecuador y su profundización ha generado, con el tiempo, mucha violencia. Estamos encerrados en círculos de violencia donde hay inequidad y los sistemas de producción generan violencia contra el medio ambiente, contra las mujeres y las niñas, en mayor medida. También se genera violencia en relación a las enfermedades crónicas no transmisibles que surgen de la ingesta de los alimentos y derivados ultraprocesados que, hoy en día, son el mecanismo principal de la industria alimentaria para desplazar al público de sus sistemas agroalimentarios. La industria privada logra este desplazamiento al fomentar la adicción a los endulzantes artificiales y al introducir almidones baratos en la comida chatarra. También lo logra con la introducción de aceites altamente procesados y una industrialización de las carnes, los huevos y los lácteos derivados de maíz y soya transgénica.

Desde mi punto de vista, es una forma de destrozar la democracia teniendo en cuenta que nuestra actividad diaria principal es la búsqueda de la comida y mantenernos vivos y sanos. Ésta es la crisis que se vive en Ecuador, al igual que en otros países.

Considerando necesario un acercamiento entre el campo y la ciudad, ¿cuáles son las relaciones que nos permiten comer?

Soy agricultor, nuestra familia maneja una finca orgánica y agroecológica. A través de las actividades diarias asociadas con la comida, los habitantes de los Andes han armado sus relaciones en armonía con la naturaleza. Gracias a la modernización, rompimos de 7.000 a 10.000 años de relacionamiento con nuestra comida y la alimentación en menos de un siglo. El problema no es solo con el consumidor urbano, que no tiene idea de dónde viene su comida ni cómo preparla. Hoy día, la familia rural no sabe de dónde viene su semilla ó su cultivo y, en vez de cultivar con su propio ecosistema, microbios, insectos y la fertilidad de sus suelos, las fases lunares o las épocas del año, la familia cultiva en contra de ello. Como resultado, acuden a intervenciones drásticas como el uso de plaguicidas o fertilizantes sintéticos para compensar ante una agricultura fundamentalmente incoherente. Tras décadas de políticas públicas en contra de la gente rural, nos encontramos con una sociedad donde las familias rurales quedan afuera de los beneficios de la sociedad moderna, en particular en lo que se refiere a los servicos de salud, la calidad de la educación y las comunicaciones. Para comenzar a transformar esta situación, sentimos que hay que reorientar nuestra inversión en los alimentos, familia por familia a lo largo del país.

En este sentirnos sujetos de nuestra propia vida, ¿qué roles juegan el sabor y el gusto?

El sabor es la parte bioquímica, la parte visceral, y el gusto constituye la parte social del sabor. Nos convertimos en sujetos cuando controlamos y manejamos los sabores de todo lo que comemos y donde comer no sólo constituye una forma de llenarme y nutrirme, sino que es una forma de manejar mi territorio, en términos biológicos y ecológicos, pero también en términos económicos, sociales y culturales.
Existen experiencias de reconstrucción rural desde la gastronomía, como la de Slow Food, que podemos aprovechar para inspirarnos y rescatar los movimientos campesinos y movimientos de la gente en torno a la alimentación sana. Desde mi punto de vista, sin consumo responsable no habrá agroecología y no habrá consumo responsable sin que se dé un renacimiento de la agroecología.

Stephen Sherwood 

A nivel de discurso y en la misma práctica, ¿cómo ves al movimiento campesino del Ecuador?

Llevo 25 años en el país, y he visto diferentes fases. Posiblemente en este momento, el movimiento campesino está un poco debilitado, sin dirección. Tuvo grandes éxitos en los años 80 y 90, pero durante el gobierno de Lucio Gutiérrez se dividió, sobre todo entre la Amazonía y la Sierra y las principales regiones.

Si hablamos de la práctica, muchos de los líderes actuales de los movimientos campesinos en Ecuador ahora viven en las ciudades. No cultivan y han perdido su contacto con el suelo y las plantas. Últimamente, algunos no están tan informados sobre los asuntos críticos como antes; por ejemplo, sobre las actuales controversias asociadas con el veto de Ley de Semillas y sobre las implicaciones de los esfuerzos por introducir las semillas y cultivos transgénicos en el país. Recientemente, en la preparación de las demandas que fueron presentadas ante la Corte Constitucional, nos sorprendió que los líderes de la sierra no estuvieran completamente informados cuando se han dado más de cinco años de debate público sobre el tema. A todos, nos toca revitalizar nuestras chakras, familias, comunidades y organizaciones si vamos a sobrellevar las instituciones de la modernización.
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¿Crees que albergan en sus debates temas como la salud y el consumo?

Están en temas importantes como la minería, procesos burocráticos y administrativos, pero el hecho es que no están tan informados sobre la realidad campesina ni sobre la crisis agraria y la pandemia del sobrepeso y la obesidad y las ENTs. Nos hemos dado cuenta que el agro es cómplice de las enfermedades cuando el agro debería ser cómplice de la salud, de la sustentabilidad y la equidad. Hemos creado un sistema del agro que elimina la posibilidad de ser sano en la cultura. Lastimosamente, siento que las organizaciones indígenas y campesinas no siempre están a la vanguardia y les necesitamos urgentemente. Diría que muchos de los campesinos sí, pero sus representantes no siempre. Es necesario renovar nuestras relaciones entre los que producimos y estudiamos y que nuestros líderes estén informados.

Si hablamos de las subjetividades del campesinado, ¿cómo es el campesino ecuatoriano?

Cuando creamos una situación para que el agricultor sea independiente, en el caso de que necesite una determinada tecnología para resolver un problema de suelos, de plagas o ver si otro resuelve su problema de mercados y comercialización, se crea una dependencia total. Para mí, este hecho convierte al campesino en un actor virtual sujeto a otro, lo cual es peligroso porque los agricultores no se responsabilizan por su bienestar, por los recursos naturales y se agrava su situación de marginalización y de pobreza.

¿Vemos alguna alternativa, alguna solución para esta problemática?

Parte de la solución está en buscar cómo podemos fomentar más subjetividad a nivel de todos los actores y que comenzemos a caminar en la misma dirección. Los campesinos no han sido los únicos que se han quedado pasivos, sino que también hay gente que se alimenta y que no sabe qué hacer ni cómo cocinar determinados productos andinos como, por ejemplo, la mashua, el melloco y la jícama. En las crisis de identidad y de valores nos hace vulnerables a los intereses de otros.

Estamos en el momento de las alternativas, ¿consideras que la agroecología sirve para combatir el problema de la salud asociado a las prácticas alimentarias? ¿qué otro tipo de relaciones contribuye a construir?

Diría que sí, según como definamos la agroecología. Yo mismo llevo muchos años en la práctica de la agroecología, pero siento que a lo mejor cometí un error al enfocarme demasiado en la agronomía, de separar los procesos de producción de los procesos de consumo, tal como nos pide la modernización. En algún momento se nos olvidó que la agricultura tenía que ver con los alimentos y caimos en las manos de los ingenieros y la industria agroalimentaria. En la producción en las fincas perdimos de vista el enfoque sobre el relacionamiento con nuestros socios en los mercados, los sabores y gustos; la gastronomía y nuestro propio comer en la familia. Sobre todo, olvidamos que los agricultores pueden beneficiarse de sus propios productos; deberíamos comer mejor que cualquier otro sector de nuestra sociedad. 


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En la actualidad, la agroecología está ampliándose en Ecuador para incluir otros aspectos de los alimentos. Las personas que se alimentan en Ecuador gastan cerca de USD 20.000 millones en alimentos y bebidas no alcohólicas. Necesitamos que, en mayor proporción, la gente que se alimenta se convierta en socios directos de la agroecología. Estoy convencido que la agroecología puede ser el vehículo que nos permita armar una verdadera abundancia en Ecuador, en todos los sentidos. No conozco otro espacio que sea tan fértil como la agroecología; yo encuentro mucha inspiración. Si atendemos a la parte de las ventas, compras, alimentación, al movimiento de Economía Popular y Solidaria en Ecuador, se pueden superar las dicotomías impuestas por la modernización, y así derribar las diferencias que en este momento nos separan a todos, padres, madres, hermanos y hermanas.

“Para transformar el país tenemos que aprender a ‘comer bien’. Para mí, comer bien significa comer lo nuestro, rescatar nuestra tierra, semilla, identidad y la cultura para que sigamos floreciendo.“

Stephen Sherwood es padre, esposo, vecino y copropietario de la Granja Urkuwayku, una finca orgánica familiar localizada en las faldas del volcán Ilaló, en la Merced, el Valle de los Chillos. Su familia entrega una canasta semanal a una red de socios en Quito desde hace más de 15 años. Es cofundador de las ONGs EkoRural y Groundswell International y es académico en la Universidad de Wageningen en Holanda.

Fuente:
OCARU http://ocaru.org.ec/index.php/coyuntura/entrevistas/item/8244-no-habra-agroecologia-familiar-sin-un-consumo-responable-conversando-sobre-la-vitalidad-de-la-comida-y-los-alimentos-con-stephen-sherwood 

OCARU-Rebelión / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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La planta insolente del Comando Sur

Si el dueño del circo “no descarta” la intervención armada contra Venezuela, es creíble que los payasos disparen papelillo.

 Luis Britto García



Alguna vez dije que vivíamos en la época del imperialismo humanitario y el genocidio filantrópico. Prueba de ello, el plan Masterstroke, del almirante Kurt Tidd, comandante en jefe delSouth Command, sección del ejército de una potencia del Norte que nada tiene que hacer en nuestro Sur (http://www.voltairenet.org/article201091.html.). Lo publica Voltairenet; lo comenta Stella Calloni, especialista en operaciones de genocidio, y su contenido es coherente con anteriores políticas y documentos de Washington. Si el dueño del circo “no descarta” la intervención armada contra Venezuela, es creíble que los payasos disparen papelillo.




El solo título, “Plan to overthrow the Venezuelan Dictatorship” (Plan para derrocar la dictadura venezolana), es ya una confesión delictiva. En términos de la Carta de la ONU y de la de la OEA, ningún Estado puede ni debe intervenir en las cuestiones internas de otro, y mucho menos derrocar su gobierno. A confesión de parte, relevo de pruebas. Tidd confiesa desvergonzadamente en el texto la implicación de su gobierno en las acciones contra Venezuela: “Es tiempo de que Estados Unidos pruebe, con acciones concretas, que está implicado en el proceso de derrocar la dictadura venezolana, lo cual significará un punto decisivo”.

Pero también admite con mayor cinismo todavía que ese proceso no va a ser cumplido por venezolanos, pues las fuerzas opositoras “no tienen el poder de poner fin a la pesadilla”, ya que “las disputas internas, la supremacía de los favoritismos particulares, la corrupción similar a la de sus rivales, su escaso arraigo, no les garantizan la oportunidad de aprovechar la situación y dar los pasos necesarios”.

Mayor desprecio no puede caber hacia los opositores en cuyo beneficio se pretende destruir un país. Esta oposición perniciosa es además minoritaria, pues el plan está dirigido contra “los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan a los gobernantes actuales” –o sea, la mayoría democrática.
El almirante desarrolla su plan para exterminarla:“-Obstruir completamente las importaciones, y al mismo tiempo, desalentar a los potenciales inversionistas extranjeros a fin de contribuir a hacer más crítica la situación de la población -sobre todo en lo relativo al combustible, esencial para cualquier intento de recuperación de la economía nacional”. 
 

A fin de agravar la crisis que supuestamente quiere solucionar, el humanitario Comando Sur propone: “Alentar la insatisfacción popular incrementando la escasez y el alza en precio de los alimentos, medicinas y otros bienes, con la intención de provocar la deserción de los ciudadanos por todas las fronteras, poniendo en riesgo así la seguridad nacional de los países fronterizos. Causando víctimas y haciendo responsable al gobierno de ellas. Exagerando ante el mundo la crisis humanitaria a la cual ha sido sometido el país”. No se olvidan detalles: hay que estructurar un plan para lograr la profusa deserción de los más calificados profesionales, a fin de “dejarlo absolutamente sin profesionales”, lo que agravará todavía más la situación interna, y culpar de ello al gobierno.

Un “Golpe Maestro” no ahorra crímenes: “Incrementar la inestabilidad interna hasta un nivel crítico intensificando la descapitalización del país, la fuga de las divisas extranjeras y el deterioro de su base monetaria, provocando la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que incrementen su deterioro y que simultáneamente provoquen a los ciudadanos de menores ingresos -quienes apoyan a los gobernantes actuales- y a aquellos que están en mejor situación, a ver su status social como amenazado”. 

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No se le escapa al aprovechado almirante que a pesar de todas estas fechorías, una oposición minoritaria, sin poder, “de escaso arraigo”, sumida en “disputas, favoritismos y corrupción” seguramente será incapaz de arrebatarle el gobierno a la mayoría democrática. Por tanto, se impondrá la democracia minoritaria con los métodos más antidemocráticos: “Usar a los oficiales del ejército como una solución alternativa o definitiva… endureciendo las condiciones dentro de las Fuerzas armadas para que ejecuten un golpe antes de que acabe el año 2018”.

Pero Estados Unidos y cierta oposición llevan veinte años fraguando un golpe de Estado que nunca cuaja. Habrá entonces que derrocar al gobierno con fuerzas foráneas. A tal fin, urge Tidd “Apelar a los aliados domésticos, así como a otras personas insertas desde el exterior en la escena nacional a fin de que generen protestas, motines e inseguridad, saqueos, robos, asaltos y secuestros de transportes de naves y de otros medios de transporte, con la intención de sumergir al país en una crisis a través de las fronteras y otras posibles vías, dificultando de tal modo la Seguridad Nacional de los países fronterizos. Causando víctimas y haciendo al gobierno responsable de ellas. Magnificando ante el mundo la crisis humanitaria a la cual el país ha sido sometido”. “Avanzar en la instalación en bases de aeroplanos de combate y helicópteros, vehículos blindados, posiciones de inteligencia, y unidades militares especiales y logísticas (de policía y militares, fiscales de distrito y prisiones)”.
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O, para hablar más claro: la imposición por la fuerza bruta de ejércitos de ocupación extranjeros, pues los estadounidenses generosamente están dispuestos a sacrificar como carne de cañón ciudadanos de otros países latinoamericanos: “Comprometer a Brasil, Argentina, Colombia y Panamá para contribuir con un mayor número de tropas, para utilizar su proximidad geográfica y su experiencia en operaciones en regiones selváticas. Fortalecer su condición internacional con la presencia de unidades de combate de los Estados Unidos de América y los países citados, bajo el comando de un Estado Mayor conjunto dirigido por Estados Unidos”. Los estadounidenses estarán allí para fortalecer y comandar: que los desechables hispanos se quemen el pecho por ellos.

Se engañan entonces los opositores que anhelan una fotogénica invasión de rubios marines airosamente uniformados. Estados Unidos utiliza actualmente en sus guerras sucias los más inmundos mercenarios. Planea Tidd “Reclutar paramilitares principalmente en los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y el Norte de Santander, áreas densamente pobladas por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y ahora regresan huyendo del régimen, para intensificar las actividades desestabilizadoras en la frontera común entre ambos países. Hacer uso del espacio vacío dejado por las FARC, la beligerancia del ELN y las actividades en el área del Clan del Golfo. Preparar la involucración de fuerzas aliadas en soporte de los oficiales venezolanos para controlar la crisis interna, en caso de que estos retarden demasiado tomar la iniciativa”. También hay que “Continuar el fuego en la frontera común con Colombia. Multiplicando el tráfico de combustible y otros bienes. El movimiento de paramilitares, incursiones armadas y tráfico de drogas. Provocando incidentes armados con las fuerzas venezolanas fronterizas de seguridad”.

El South Command viene por sangre; y para encauzar la inundación, hay que “Organizar el aprovisionamiento y el relevo de tropas y del soporte médico y logístico desde Panamá. Hacer buen uso de las facilidades de vigilancia electrónica y señales de inteligencia; de los hospitales y sus dotaciones desplegadas en Darién, los aeródromos equipados del Plan Colombia, así como de los campos de aterrizaje de las antiguas bases militares de Howard y Albrook, así como la perteneciente a Río Hato. En adición, el Centro Humanitario Regional de las Naciones Unidas, diseñado para situaciones d catástrofe y emergencia humanitaria, que dispone de un aeropuerto y de sus propios alojamientos”. 
 
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No hay canallada sangrienta sin hipocresía leguleya. Para aniquilar un país que no ha agredido a nadie, según Tidd se debe: “Desarrollar la operación bajo bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de Ejércitos Americanos, bajo la protección de la OEA y la supervisión en el contexto legal y mediático del secretario general Luis Almagro. Declarar la necesidad de que el comando continental sea fortalecido para actuar, utilizando el instrumento de la Carta Democrática Interamericana, a fin de evitar la ruptura del orden democrático”. Y en fin, “Promover la solicitud del envío de una fuerza militar de la ONU para la imposición de la paz”. 

En resumen: Masterstroke planea asaltar Venezuela, la nación que libertó cinco países latinoamericanos, con una horda de ejércitos extranjeros. ¿Le habrá contado alguien a Kurt Tidd que existe un veto en el Consejo de Seguridad de la ONU que puede detener esta canallada? Este era también el Plan Maestro de Inglaterra, Alemania e Italia cuando con quince acorazados bloquearon, asaltaron y saquearon nuestras costas en 1902. A la voz de “La Planta Insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria” acudió un ejército de cien mil voluntarios, y los imperios se retiraron, hasta el día de hoy y por los siglos de los siglos, Amén.


Elige con quién estás hoy.

Barómetro Internacional / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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Los evangélicos, Trump y la diáspora judía estadounidense

"El antisemitismo evangélico no entra en absoluto en conflicto con su sionismo, puesto que quieren que toda la gente judía abandone los países en los que se encuentran (incluyendo los Estados Unidos) para ir a Israel. Tras Armageddon, todos los judíos reunidos en Israel que no se hayan convertido a la versión evangélica del cristianismo arderán en el infierno."

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Barry Sheppard

El 14 de mayo, mientras tiradores de élite israelíes cometían una masacre en Gaza, Trump inauguraba simbólicamente la embajada de los Estados Unidos en Jerusalén [estaban presentes para representarle su hija Ivanka y Jared Jushner]. El Primer Ministro israelí Netanyahu, también presente en la ceremonia, felicitaba calurosamente a Trump. Dos pastores protestantes participaban también, uno para entonar la oración de apertura, el otro para la oración de cierre.

Estos dos ministros provienen de los evangélicos cristianos blancos de extrema derecha. Ambos son muy conocidos por su antisemitismo declarado y su apoyo a Israel. Se habría podido suponer que Trump les había convocado para esta inauguración con el objetivo de reafirmar a su base entre los evangélicos blancos, y que Netanyahu aceptó su presencia a la vez que la desaprobaba tácitamente dado su antisemitismo

Pero esta hipótesis es errónea. Estos pastores representan, en efecto, no solo a un sector de la base de Trump, sino también a un sector de la base de Netanyahu en los Estados Unidos. Según un reciente artículo del New York Times, el apoyo de estos evangélicos blancos de derecha se ha vuelto más importante para el establishment israelí que el de los judíos estadounidenses.

Un artículo de Moshe Machover (1), un judío israelí antisionista que vive actualmente en Gran Bretaña, publicado en el Weekly Worker, afirma que la relación entre los judíos estadounidenses e Israel se vuelve cada día más tensa. Esta tensión ha aumentado bajo el gobierno de derechas de Netanyahu.

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Durante muchos decenios, la mayoría de las personas judías estadounidenses han apoyado de forma acrítica la política de Israel. Por supuesto, ha habido siempre un abanico de diferentes puntos de vista entre los judíos estadounidenses a propósito de Israel. La gente judía de izquierdas, en particular la socialista, se ha opuesto desde hace mucho a la opresión del pueblo palestino por Israel. Nuevas organizaciones de defensa de los derechos de los y las palestinas, como la Jewish Voice for Peace (JVP), se han desarrollado rápidamente durante el último decenio y su audiencia ha aumentado. A raíz de la masacre de Gaza, la JVP ha organizado, con organizaciones árabes y otras, unas 75 manifestaciones en ciudades de todo el país.

En el otro extremo del abanico, estaban los partidarios de la línea dura del gobierno de Israel. Pero, según Machover: “un abismo creciente -que se parece más a un cisma- se ha creado en el seno de esta parte de la comunidad judía que ha sido prosionista y muy ardiente en su apoyo a Israel, pero que se aleja ahora muy rápidamente […]. La cita siguiente, publicada el 18 de abril, no es una de las más extremas. Es muy reveladora, pues viene de Jane Eisner, redactora jefa del más importante periódico judío estadounidense, Forward…. Debido a su posición, escribe muy discreta y diplomáticamente. El título de su artículo es: “Es hora para Israel de reconocer que los judíos de la diáspora están ya en su casa”. Es algo que los sionistas no quieren oír”.

“El artículo comienza así: “El Estado de Israel tiene 70 años -bastante más allá de sus dificultades de crecimiento; está fuerte, confiado y seguro. Los judíos de América del Norte siguen estando ahí -fuertes, confiados y seguros a su manera. Pero la relación entre los dos mayores comunidades judías del mundo es cada vez más tensa, y en este día del aniversario de la independencia, es objeto de numerosos debates sobre la cuestión de saber si -y cómo- esta relación podría ser restaurada algún día”. Es el lenguaje más fuerte que se atreve a utilizar”. 

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Otro artículo de un miembro del comité de redacción de Forward citado por Machover es titulado “Mi sionismo se debilita con cada expulsión”. Se refiere a la expulsión de militantes de derechos humanos por Israel. El artículo comienza así: “Tengo la impresión de estar sobre un banco de hielo que estaría fundiéndose. Durante decenios he amado a Israel. Quiero que prospere como país ilustrado y respetuoso de los derechos humanos. Y sin embargo resulta que cada día me resulta más imaginable un día en el que yo (o quizás mis hijos) no querría ya ir allí”.

Machover añade: “Otro artículo que he leído recientemente se titula: “Avergonzado de ser judío”. No pienso que estas personas lo piensen verdaderamente, pero las acciones de Israel tienen ciertamente un efecto sobre la gente judía estadounidense”.

Otro factor es que a la mayor parte de la gente judía de los Estados Unidos no le gusta Trump y su racismo, ni el antisemitismo de sus partidarios Alt-Right (derecha y extrema derecha en EEUU ndt). Recordad la marcha nacionalista blanca en Charlottesville, en Virginia, en la que la gente que se manifestaba gritaba “los judíos no nos reemplazarán”. Trump dijo que había “buena gente” entre esos manifestantes. Los y las judías estadounidenses temen también, con razón, el antisemitismo de los evangélicos pro-Trump. Otro artículo de Jane Eisner declara sin ambages: “Israel puede apreciar la política de Trump, pero constituye un desafío para los valores americanos -y judíos”. 

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Machover añade: “Querría subrayar la dimensión religiosa de esta escisión. Un reciente editorial (18 de mayo) en el periódico israelí Haaretz explica que Netanyahu cometía un enorme error al colocarse al lado de los evangélicos contra la mayor parte de los judíos estadounidenses […]. Pero no es la única dimensión religiosa de la escisión […]. La aplastante mayoría de los judíos estadounidenses practicantes están alineados en una perspectiva de reforma, bajo una forma liberal o más conservadora del judaísmo. Por el contrario, en Israel, el rabinato estrictamente ortodoxo tiene el monopolio de todas las cuestiones religiosas judías. Insultan a menudo a las judías estadounidenses que visitan Israel y quieren rezar ante el muro del Monte del Templo. Mientras que los y las judías americanos […] rezan juntos, el rabinato ortodoxo no lo permite. Así, cuando las mujeres quieren rezar ante el muro sagrado, son expulsadas. ¡Es la persecución religiosa de los judíos por Israel! […].

Para coronarlo todo, el gobierno israelí propone ahora un proyecto de ley que concederá a los tribunales rabínicos israelíes el poder sobre las personas judías no israelíes. Esto no sería muy bien recibido entre la población judía de los Estados Unidos”.

A medida que estos lazos se debilitan, el establishment israelí considera cada vez más a los evangélicos como una base entusiasta de apoyo en el seno de la población estadounidense, como muestra la acogida de sus representantes por Netanyahu durante la apertura de la embajada de los Estados Unidos. El número de evangélicos americanos era mucho más elevado que el de judíos estadounidenses.

Desde hace decenios la política estadounidense asegura un apoyo militar, financiero y político a Israel como puesto de vanguardia del imperialismo en Medio Oriente. El sionismo de los evangélicos está fundado en su creencia de que la vuelta de los judíos a Palestina y la creación de Israel representan el cumplimiento de una profecía bíblica y son necesarios para la llegada de Armageddon [una batalla catastrófica, eventualmente planetaria], pero esta creencia se compagina muy bien con la política estadounidense.

El antisemitismo evangélico no entra en absoluto en conflicto con su sionismo, puesto que quieren que toda la gente judía abandone los países en los que se encuentra (incluyendo los Estados Unidos) para ir a Israel. Tras Armageddon, todos los judíos reunidos en Israel que no se hayan convertido a la versión evangélica del cristianismo arderán en el infierno.

Según Machover, este antisemitismo evangélico, y el antisemitismo actual bajo la presidencia de Trump, es “algo que la gente judía detesta”. “Sin embargo, Netanyahu no se preocupa por este antisemitismo que hace estragos en los Estados Unidos -o en otras partes del mundo. Para él, tanto mejor para Israel, puesto que anima a un mayor número de judíos a “volver” a Israel. No es exactamente una actitud que la gente judía de los Estados Unidos aprecie”.

Barry Sheppard es miembro de Solidarity en el Área de la Bahía de San Francisco.

Nota de A l´encontre:
1/ Moshe Machover nació en 1936 en Tel Aviv. Es matemático de formación. Fundó en 1962 la organización socialista Matzpen. Enseñaba matemáticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se desplazó a Londres en 1968, donde ha enseñado lógica matemática en el King´s College de Londres y filosofía en la Universidad de Londres. 

Rebelión-Viento Sur / Escuela Bolivariana del Poder Popular
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