AQUÍ ESTÁ LA VERDAD SOBRE "BELLEZA Y CIRUGÍAS PLÁSTICAS" QUE LOS MEDIOS NO LE CUENTAN A UD.


“Solo mis seres más cercanos saben las terribles consecuencias que padezco. Es como un monstruo que llevo dentro de mi, y que ataca cuando le da la gana”, expresó Amarilis Jiménez.

Las venezolanas siempre nos hemos caracterizado por estar arregladas, en mayor o menor medida, pero siempre hemos sido coquetas y recurrimos a todo lo que esté a nuestro alcance para vernos bellas.

A medida que pasa el tiempo, la tecnología avanza, y con esta, los productos, accesorios y terapias embellecedoras. Fue así como surgió el monstruo de las operaciones “milagrosas”, que supuestamente nos ayudarían a sentirnos mejor con nuestro aspecto, pero ¿de dónde salió la idea de que estábamos inconformes con nuestro cuerpo? ¿Desde cuándo nuestro amor propio era tan poco que necesitamos ayuda estética innovadora?

Los medios de comunicación, a través de las campañas publicitarias, fueron ideologizándonos con estándares de belleza ajenos a nosotras. Nos muestran que el “prototipo perfecto” es una mujer exageradamente delgada, cuando la realidad es que la mayoría de las latinas somos portadoras de exuberantes curvas y los llamados “excesos de bellezas”, algo que tiempos atrás no era pretexto para no triunfar en cualquier aspecto de nuestra vida.

Así fuimos cayendo poco a poco en ese mundo publicitario, queriendo ser como otras y dejando nuestra autoestima a un lado. Ciertamente no todas las operaciones para mejorar nuestro aspecto son desfavorables, hay casos en los que realmente sí es necesario hacerlas, sobre todo aquellos en los que existe una malformación de nacimiento o por algún accidente ocurrido a lo largo de la vida, o simplemente mejorar algo que queremos sobresalir ante otros y ante nosotras mismas.

Discriminación por figura

A este punto se le suma otra pregunta importante: ¿Queremos operarnos por mejorar nuestra autoestima y sentirnos mejor o simplemente por conseguir las miradas del sexo opuesto y la aceptación de las mujeres alrededor? Es una respuesta que cada una debe contestar en su interior.

¿Realmente debo someterme a una operación?, ¿Qué puedo ganar y qué puedo perder? ¿En qué medida mejoraría mi vida y la de los seres que me quieren y me aceptan tal como soy?

Basándose en los supuestos deseos y poca aceptación de las mujeres del mundo, sale a la luz pública la “maravilla” de los implantes mamarios, operaciones para reducir la cintura y el aumento de glúteos.

Varios años bastaron para que las consecuencias en la salud respecto a estas prácticas salieran a la luz pública. Miles de mujeres en Venezuela y el mundo se vieron afectadas por los implantes mamarios de silicona fabricados por la empresa francesa Poly Implant Prothèse (PIP).

Hoy en día, al descubrirse los efectos negativos de este producto para la salud de las mujeres, la mayoría han extraído de su cuerpo ese implante.

Las que fueron afortunadas pudieron resolver el problema, mientras que miles de mujeres alrededor del mundo perdieron la vida como consecuencias de este producto defectuoso en su cuerpo, ya que no se vieron con un especialista a tiempo. Sin duda alguna, un precio demasiado alto.

Pensando que las cosas no podían ser peor, se pone de moda el boom del aumento de “pompis”. El tratamiento que se vendía para lograr una supuesta mejora en el aspecto de los glúteos, se convirtió en la mayoría de los casos, en una odisea constante, que lamentablemente no puede ser removido en su totalidad, contrario a lo que sucede con los implantes PIP.

Amarilis Jiménez es una venezolana que, como muchas otras, se ilusionó con mejorar su apariencia física, por creer en “ofertas engañosas”, y decidió someterse a una cirugía en sus glúteos para sentirse mejor y cumplir así con el esquema de mujer perfecta que las publicidades nos venden.

En entrevista exclusiva para el Correo del Orinoco, nos comentó su experiencia al respecto:

- ¿Por qué tomaste la iniciativa de operarte?

Siempre estuve un poco inconforme con mi cuerpo y obviamente cuando ves estas milagrosas soluciones, piensas que llegó la respuesta a tus problemas.

- ¿Cuándo lo hiciste?

Me operé en el 2009 y la sustancia migró en mi cuerpo en el 2011.

- ¿A qué parte de tu cuerpo migró?

Mi caso en particular no es tan grave como en otras personas, la sustancia migró a la zona sacra lumbar.

- ¿A qué consideras que se deban las muertes en pacientes inyectadas?

Existen casos muy puntuales, no es bueno englobarlos todos, pero la gran mayoría es debido a que el material fue inyectado en vasos sanguíneos y esto hace que se migre hacia los pulmones o al corazón.

Cuando se tiene esta sustancia en el cuerpo realmente es muy difícil de sacar porque se adhiere a los músculos. Es una tarea casi imposible.

- ¿Perteneces a alguna organización?

Pertenecí a la organización No a los Biopolímeros pero no aguanté la cruda realidad, ver las imágenes era algo muy fuerte.

Las mujeres que estamos atravesando por esta situación sufrimos de depresión y ese contacto con personas gravemente afectadas, en vez de ayudarme, me desestabilizaba más.

Por esa razón, preferí salirme de la organización y actualmente tengo una página en mi Facebook donde informo sobre esta situación y espero que sirva de consejo a aquellas personas que deseen someterse a una operación. Lo que persigo con esto es que lo piensen dos veces antes de hacerlo.

- ¿Cuáles son los padecimientos por esta sustancia?

El dolor que siento es constante, no hay un mes en el que no tenga malestares; en muchas ocasiones tengo fiebre de hasta 40°. La zona afectada se calienta y se pone de color rojo, hay casos en que se pone morado, pero gracias a Dios yo no he llegado a ese punto.

Muchas veces no puedo sentarme correctamente, ni caminar bien, tengo dolores de cadera y espalda. El médico me informa que es porque la sustancia está presionando algún nervio.

Solo mis seres más cercanos saben las terribles consecuencias que padezco. Es como un monstruo que llevo dentro de mí, y que ataca cuando le da la gana.

Tuve un lapso de dos meses seguidos con malestares terribles, pero no sé con certeza cuándo pueda repetirse.

- ¿Cuántas veces te has operado para extraer el material?

Tengo una operación que me realicé en agosto del 2012 en la cual me extrajeron cierta cantidad de biopolímeros, y en diciembre voy a a someterme a una segunda extracción.

- ¿Cada cuánto tiempo deben extraer la sustancia?

Lo recomendable es operarse cada 6 meses, pero varía dependiendo de la gravedad en tu cuerpo. El precio de la operación no es muy accesible y eso muchas veces dificulta la intervención.

- ¿Cómo fue tu primera intervención quirúrgica?

La operación fue de extracción a través del método de succión. Consiste en abrir unos orificios y por allí se extraen.

- Aparte de la operación, ¿te sometes a otro método para aliviar el dolor?

Sí, cada cierto tiempo debo someterme a masajes y electro para bajar la inflamación en la zona afectada. Cada vez que tengo dolor debo tomar calmantes, antiflamatorios y antibióticos.

- ¿Cuánto se ha avanzado legalmente en relación con este tema?

Se ha logrado que cierren varios centros donde se inyectaba este material, y se han establecido mecanismos legales que sancionen a los que lo hagan sin la debida experiencia y reglamentación.

Actualmente se está dando la batalla para que las clínicas privadas acepten el seguro de las pacientes. Es un trabajo de hormiguita, pero esperamos tener soluciones favorables.

- ¿Cuál sería tu mensaje a esas personas que desean operarse?

Creo que difundir las experiencias de las afectadas será crucial para que las personas estén al tanto y, si a pesar de esto, deciden colocarse estas sustancias, que sea sabiendo los riesgos que conlleva y no por desconocimiento del tema.

Ver la crueldad, el maltrato que nos hacemos colocándonos estas sustancias es primordial para concienciar, aunque nadie aprende con vivencias ajenas. Creo que de esta forma las mujeres tendrán certeza que es una cruda realidad que sí existe y que está presente en nuestra sociedad.


Siempre pensamos que algo como esto no podrá afectarnos jamás, que son casos puntuales en el que el común denominador fue la mala suerte, sea cual sea tu punto de vista, piénsalo dos, tres y la cantidad de veces que sea necesario, decide qué vale más: ¿Tener una sana naturalidad o una tormentosa belleza?

CO / Escuela Bolivariana del Poder Popular
@Prensa_Ebpp

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