Los alimentos culturales no son mercancías, tampoco rubros ni materias primas

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Andrés Avellaneda

Prof. IDECYT-UNESR- Miembro del C.A.R.I.A.C.O.

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 Con la llegada de la cultura eurocéntrica, la industrialización y el desarrollo del capitalismo, tanto en los países capitalistas como en las intentonas socialistas, todo lo que surte a una industria para su procesamiento, es denominado materia prima y lo que resulta de este proceso, producto, bien, artículo o rubro. Los alimentos en el capitalismo son convertidos en mercancías, como un bien con un valor de cambio y una ganancia incluida, que tributa al capital. En el socialismo, los alimentos deben ser tratados por su valor de uso para satisfacer las necesidades vitales de los seres humanos. Con este último planteamiento, por supuesto coincidimos, sin embargo adicionamos que muchos alimentos sobretodo  naturales (y a ellos nos vamos a referir), tienen un valor cultural y espiritual para los pueblos originarios y campesinos. Muchos son vida, llevan vida y cultura implícita. No es lo mismo el maíz convertido en materia prima para la cultura europea, que los ancestrales y sagrados, maíz y yuca de los pueblos originarios. Ofrenda que recibimos de una armónica convivencia espiritual entre todos los seres integrantes del cosmos.

Estos alimentos han sido concebidos partiendo de toda una cosmogonía y cosmovisión integradora, que no diferencia la participación de “reinos” animal, vegetal, mineral, así como vida humana, ríos, montañas, lagos, lagunas, lluvias, Sol, Luna, estrellas, constelaciones, eclipses, solsticios, equinoccios, etc. Para los pueblos originarios y aún perdura mucho en las comunidades campesinas, todo es vida, respetan la vida, no la productividad; las semillas, los granos, raíces, tubérculos, frutas, peces, caza se dan para mantener la vida, tomando lo necesario, se comparte porque lo requiere tu vida, al igual que la mía. Han compartido la angustia y rigores del hambre, así como la felicidad de la saciedad material y espiritual. El acto de alimentarse no se limita a nutrir el cuerpo, también  el espíritu, la felicidad de todos saciarnos y todos mantener la vida cósmica. Esto no lo entendemos los hijos de la cultura eurocéntrica y hasta será motivo de burla, pues debe haber devastación, extracción, transacción y acumulación del predominio humano.

Los alimentos cumplen una función vital para los seres de nutrirse, lo cual implica son necesidad y derecho de los seres, como el oxígeno, el agua, el sol, la energía, la salud, el saber, el cobijo; y por tanto no deben ser cosificados, tratados como cualquier cosa, definirlos como rubros, materiales, productos, artículos o materias primas; no son artículos que pasan de moda, ni cosas que podemos destruir; tampoco objetos para experimentar y poner en riesgo su existencia, como las semillas  transgénicas. A los alimentos los han desculturizado y materializado unos para el beneficio individual, otros para la satisfacción vital y colectiva, perdiendo su esencia nutricional y cultural de tributo otorgado por la Madre Tierra, para el disfrute de todos los seres, como garantía de secuencia de vida.

Los “cereales” (concepto desculturizado) como el maíz, son producidos desde la visión eurocéntrica, antropocéntrica, economicista e industrialista, como “alimentos materia prima” que al ser procesados, son convertidos en rubros o productos para alimentar a la gente o animales de granja.

Si asumimos que los alimentos “no son una mercancía” y al referirnos a la producción de ellos hablamos en términos de rubros o materias primas, entramos en una contradicción que todos debemos hacer el empeño en superar, los alimentos culturales no deben ser mercancía, tampoco rubros ni materias primas.

LaGuarura/Escuela Bolivariana del Poder Popular
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