Injerencia alemana en América Latina

La injerencia extranjera no es domino único de EEUU que cuenta con apoyo desde Alemania


“Dos lobos hambrientos y una Caperucita roja” se titulan las reflexiones que hizo el comandante Fidel Castro Ruz el 18 de mayo de 2008 desde las páginas del Granma con motivo de la entonces Cumbre entre la Unión Europea y América Latina. La metáfora tiene su origen en un antiguo cuento alemán. Varías generaciones de padres alemanes enseñaron mediante aquel histórico relato a sus hijos a no fiarse de individuos desconocidos. En el cuento un lobo, que sabe cómo camuflar su verdadero ser, devora a Caperucita y a su abuela porque las dos mujeres son muy confiadas. Al final todo sale bien, primero, porque el lobo se las traga enteras sin masticar y, segundo, porque un muy desconfiado cazador llega a tiempo y las salva abriéndole las tripas al lobo.

A la Caperucita del siglo XXI le podemos llamar por su apellido ALBA o Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador… Hay muchas Caperucitas distintas en América Latina pero todas tienen un denominador común: Ya no necesitan al varón que sale en su defensa porque con el del tiempo han mostrado que saben valerse por sí mismas cuan dedo se trata defender aquellos valores que les unen en la Alianza Bolivariana de los pueblos de nuestra América (ALBA).

Esto les enfrenta ante todo al lobo procedente de Washington que piensa que puede seguir merodeando por América Latina y el Caribe como si fuera su patio trasero. A él se le ha juntado la loba que se llama Unión Europea. Juntos han creado y criado una serie de otros lobitos que les ayudan en su tarea de recuperar el control perdido sobre la región latinoamericana. Para ello los EEUU disponen tanto de la IV Flota y de la CIA como también de instituciones públicas de carácter más “civil” pero no menos peligrosas como la USAID y la NED entre muchas otras más. Sin embargo, su debilidad política y económica ha obligado a EEUU a colaborar con las fundaciones de los partidos políticos alemanes, que por distintos motivos y factores se manifiestan más o menos agresivos con los países del ALBA.

El término “fundación” se refiere a un determinado tipo de asociación. Por razones legales hay que considerar a las fundaciones como “cercanas” a los partidos porque según la ley han de ser “independientes” de las formaciones políticas. A parte de ellas hay más instituciones alemanas que se llaman “Stiftung” y que se ocupan de América Latina. Una es la Stiftung Wissenschaft und Politik (SWP, Fundación Ciencia y Política) que asesora a todo el Gobierno alemán. La otra es la Bertelsmann Stiftung, que ha surgido de la empresa mediática multinacional del mismo nombre. Basándose en su Índice de Transformación, se determina, sobre los baremos capitalistas, qué grado de libertad política y económica existe en los países del mundo. Los resultados sirven para clasificar a Venezuela, por ejemplo, de “régimen semiautoritario”.

Existen diferentes vínculos entre la SWP, la Bertelsmann y las fundaciones políticas.

En la actualidad cada uno de los seis partidos con representación en el Parlamento Alemán cuenta con una fundación que es “cercana” a su ideología y linea política. Según el tradicional esquema “izquierda-derecha”, sin entrar en detalles, el panorama es éste:
PartidoFundaciónOrientaciónSubvención en 2009
CSU (Unión Social Cristiana)Hanns-Seidel-Stiftung (HSS)derecha9,8 millones de euros
CDU (Unión Demócrata Cristiana)Konrad-Adenauer-Stiftung (KAS)derecha28 millones de euros
FDP (Partido Liberal Democrático)Friedrich Naumann Stiftung (FNS)centro derecha9,8 millones de euros
SPD (Partido Socialdemócrata)Friedrich-Ebert-Stiftung
(FES)
centro31 millones de euros
Bündnis 90/Grüne (Alianza 90/Verdes)Heinrich-Böll-Stiftung (HBS)centro9,8 millones de euros
Die Linke (La Izquierda)Rosa-Luxemburg-Stiftung (RLS)izquierda6,6 millones de euros

En un principio la tarea general de cada fundación es la formación de cuadros y militantes del respectivo partido. La “independencia” del partido hermano, impuesta por la ley, es relativa si se tiene en cuenta que es el Parlamento Federal el que determina las subvenciones que reciben por parte del Estado. Estos ingresos suponen el 90 por ciento del presupuesto de cada fundación. Otra fuente de financiación son el Ministerio de Exterior y el de Colaboración Económica. Este último ha reservado 216 millones de euros para proyectos concretos entre 2010 y 2012. Por eso las fundaciones mantienen un estrecho intercambio entre ellas y con los dos ministerios.

Pero: “No son ni ‘instrumentos’ ni ‘actores’ de la política exterior, son todo en uno” afirma la politóloga Swetlana W. Pogorelskaja que estudió la labor de las fundaciones. Fue en los años 60 cuando la República Federal de Alemania optó por emplear a las fundaciones como piezas de su política exterior en aquellos países donde no podía o no quería actuar a través de la diplomacia tradicional.

Aunque en Berlín sigue reinando la consigna “Por América Latina no vamos a arriesgar ninguna bronca con EEUU” sí intenta aparecer más como un socio de Washington que un vasallo.

Hasta ahora se puede afirmar que allí donde la Casa Blanca mandó a la CIA a primera fila para preparar un “cambio de régimen” se encuentran alemanes en segunda fila dando apoyo logístico y político. En el caso de Chile, diputados de CDU y CSU utilizaron su inmunidad parlamentaria para llevar dinero en efectivo a la oposición que se preparaba para derrocar al presidente Salvador Allende en 1973. Paralelamente el jefe de Gobierno socialdemócrata, Willy Brandt, apoyó política y económicamente el bloqueo comercial de EEUU contra el país latinoamericano. En el caso de la “transición” de España de la dictadura fascista a la monarquía parlamentaria (1975-1978) las fundaciones alemanas recibieron unos 40 millones de marcos de las cajas negras del servicio secreto exterior BND para asegurar que Madrid entrase en la OTAN y en la UE.

Sería una falta de rigor científico reducir la labor de las fundaciones alemanas a la de ser unas antenas de los servicios secretos. Hasta finales del siglo XX su labor evitaba en parte este tipo de intervenciones en América Latina porque cada institución contaba con algún partido hermano en el país anfitrión. De tal forma que si ganaba la “derecha” o la “izquierda”, alguna fundación alemana contaba con alguno de sus becarios en el gobierno en cuestión. Este sistema se vino abajo con el cambio político que marca la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela en 1999. Sucesivamente los aliados tradicionales de las fundaciones alemanas han ido perdiendo casi toda su fuerza política en los países sudamericanos del ALBA.

Hasta ahora sólo la KAS ha sabido reaccionar a esta nueva situación. Por un lado ha reducido la colaboración con sus antiguos socios, centrándose en algunos pocos. Por otro lado busca nuevos aliados como lo demuestra su apoyo a Primero Justicia, partido que apoyó el golpe contra Chávez en 2002. En Bolivia y Ecuador ha intensificado también el trabajo con personas y organizaciones indígenas que se muestran al menos “críticas” con Evo Morales y Rafael Correa, respectivamente. Su labor en la región la KAS la sintonizó en 2007 con el International Republican Institute (IRI) en presencia de Daniel Fisk, entonces asesor de Seguridad Nacional del presidente estadounidense George W. Bush.

Mucho más beligerante que la KAS se ha manifestado la liberal FNS en Honduras cuando en 2009 ayudó al grupo de Roberto Micheletti antes, durante y después del golpe contra en el presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya. En Alemania el representante regional de la fundación intentó vender el golpe de Estado como un acto legal. He aquí la doble función de las fundaciones: en el país anfitrión intervienen en sus asuntos domésticos, en Alemania su labor consiste en desinformar a la opinión pública y en utilizar sus contactos en los parlamentos regionales, nacional y europeo para blindar actos ilegales como el de Honduras o para promover resoluciones condenatorias contra los miembros del ALBA. Las demás fundaciones no criticaron a la FNS por su injerencia en Honduras porque otra “ley no escrita” se lo impide.

En octubre de 2010 la SWP recomendó a la política alemana “ampliar o complementar” el trabajo de las fundaciones que deberían centrarse en la creación de “estructuras democráticas de representación” y de “procesos de mediación” dentro de los partidos y de la sociedad. El think tank alemán especifica también las áreas de trabajo de cada fundación en América Latina: “el anunciado proceso de clarificación dentro de la Izquierda, la reorganización de la derecha y el nacer de fuertes iniciativas verdes”.

Depende ahora de cada fundación alemana el querer seguir siendo un “instrumento-actor” de la política exterior que interviene en los asuntos internos de los países del ALBA o volver a respetar la autodeterminación de los pueblos, consagrada en el Derecho Internacional. Los grupos de solidaridad y amistad con los países del ALBA tendrán que reflexionar sobre si deberían dedicar más esfuerzos en el control de las fundaciones y sobre todo en las protestas contra actos de injerencia.

La última línea de defensa de Caperucita ALBA se halla en sus respectivos estados miembro donde se decide cómo tratar a los lobos procedentes de EEUU y Europa. Bolivia echó a la USAID, Venezuela está deliberando sobre una ley que debe regular el trabajo político de extranjeros en su territorio.
INGO NIEBEL / GEHEIM-MAGAZIN.DE

Contrainjerencia / Escuela Bolivariana del Poder Popular
@ebpp

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