¿Quién fundó la Iglesia Católica?

Sócrates Piñango 

Moneda de Constantino con el dios Mitras al reverso

El titulo de Sumo Pontífice fue utilizado por vez primera por el Emperador Octavio Augusto quien durante el siglo I A.C. se denominó a sí mismo Sumo Pontífice, pero de los dioses romanos, oficializando que en lo sucesivo a los Emperadores Romanos, además de ser emperadores ocuparían también la función de Sumo Pontífice.

Sumo Pontífice es una denominación original de la lengua latina que era la lengua oficial del Imperio Romano. El latín ha sido la lengua oficial de la Iglesia Católica Apostólica Romana durante 17 siglos de existencia. No obstante, Jesús hablaba en arameo, como estudioso de las leyes de la Tora, también conoció profundamente el hebreo y el sánscrito pero Jesús no utilizaba el latín. La explicación de todo esto es que Jesús no fue el fundador de la Iglesia Católica Apostólica Romana, de hecho como lo corroboran las fuentes históricas Jesús condenaba las estructuras clericales de su época. La Iglesia Católica Apostólica Romana fue fundada por el Emperador Romano Constantino en el año 313 d.C. de acuerdo al edicto de Milán. Para aquel entonces Roma competía con otras dos ciudades como epicentro de la cultura cristiana: Antioquia y Alejandría, cada una con un patriarca propio, para acabar esta situación y aprovechando la ventaja que le daba su alianza con Constantino. Cuando el Emperador Constantino convoca el primer concilio de la Iglesia Católica (concilio de Nicea) fue con la finalidad de unificar criterios en torno a la figura de Jesús y su doctrina pero a conveniencia de la Iglesia Católica como religión. Para aquella época existía dentro de los territorios romanos un buen grupo de religiones y cultos aceptados que gozan de mucha popularidad, los cuales fueron adaptados a la religión católica para darle continuidad. Relacionado a esto conviene mencionar algunas de ellas:

Tammuz: Proviene de Siria y Babilonia relacionado con el Adonis griego que era el Dios de las antiguas enseñanzas mistéricas de Fenicia y Summer, nació de una virgen, murió con una herida en el costado y resucitó al tercer día dejando su tumba vacía con la piedra a un lado.

Horus: Es uno de los dioses del antiguo Egipto, hijo de la Virgen Reina de los Cielos, nació el 25 de Diciembre, la imagen de Horus en forma de niño recién nacido, recostado sobre un pesebre, era expuesta a la adoración.

Sol Invictus: El Dios Sol, de origen Sirio fue introducido en el siglo III, se celebraba el nacimiento de este Dios el 25 de Diciembre.

Mitra: Originario de Persia, alrededor de 600 años antes de la era cristiana, profetizaba un juicio final, con una resurrección de la carne. Nació en una gruta el 25 de Diciembre en la cual los pastores acudieron hacerles regalos. Mitra también nació de una Virgen y finalmente fue perseguido y asesinado, resucito al tercer día.

Imagen de Isis y Horus a la izquierda; y la virgen María con Jesús

A decir verdad una cantidad de dioses antiguos había nacidos el 25 de Diciembre y muchos otros resucitados al tercer día. Para analizar lo anterior razonemos las escrituras bíblicas. La palabra templo es utilizado mucha veces de manera simbólica para referirse al cuerpo humano. 

Ejemplo lo tenemos en San Juan 2:21 la cual dice “Mas él hablaba del templo de su cuerpo”. Además no es igual decir “Sobre esta piedra edificarás tu Templo” a decir “Sobre esta piedra edificaras tu Iglesia”, dado que la palabra Iglesia o Ecclesia es de origen griego. Por el contrario, la palabra Templo se refiere específicamente al Templo Judaico o Sinagoga, en todo caso de manera simbólica al cuerpo humano. Todos los indicios nos llevan a pensar que este versículo pudiera haber sido agregado o incluso alterado con propósitos definidos a conveniencia de la Iglesia Católica. En los hechos de los Apóstoles queda claro que los seguidores de Jesús se reunían en Sinagogas Judías y no en algún nuevo tipo de Iglesia.

Que vuestro corazón no se turbe. Creéis en Dios, creed también en mí. Hay muchas moradas en la casa de mi Padre; si así no fuera, yo ya os lo hubiera dicho, porque me voy a preparar el lugar para vosotros y después que me fuere, y os prepare el lugar, vendré otra vez, y os tomare a mi mismo, para que en donde yo este, estéis también vosotros (San Juan, Cáp. XIV, v. 1,2,3) 

Fuentes: 

Ronald Muñoz, “El Vaticano al Descubierto”

Henry Verbist, Las grandes controversias de la Iglesia, 1973.

Héctor Ruiz Núñez, La cara oculta de la Iglesia, 1991.

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