Revolución Bolivariana: Ruptura epocal

Demian Konfino

Foto de Demian Konfino. Caracas, 10/01/13.

RUPTURA EPOCAL

La Revolución Bolivariana remite, sin dudas, al concepto de Mariátegui “Creación heroica” y, a la par, a la estrategia trazada por Fidel: Batalla de idea.

Nacido del colapso de la versión más inhumana del capitalismo en Venezuela, la versión fin de siglo del pensamiento de Simón Bolívar surge como espejo invertido de un neoliberalismo apátrido fenecido, por obra de un líder y un pueblo.

La historia, y basta mirar los últimos coletazos europeos, es profusa en ejemplos que explican cómo una crisis socio económica es utilizada para profundizar la exclusión, falsificando los verbos y contradiciendo adjetivos. Ser austeros, ajustar, son utilizados como términos moldeadores, edulcorados, que no expresan la verdad histórica: contexto donde se aplican esos términos a la política, sitio donde a la pauperización planificada se la pateó para adelante, claro está, por derecha.

Eso podría haber acaecido tras la revuelta popular conocida como el Caracazo, que hirió de muerte al proceso político liderado por el converso Carlos Andrés Pérez, otrora líder de la Social Democracia venezolana, y junto a él, demolió las bases de una forma de ejercer el poder y hacer política, derivada del espurio pacto bipartidista, llamado de “Punto fijo”, entre Acción Democrática y COPEI. La represión de la democracia formal barrió las joranadas con ríos de sangre y un saldo de miles de muertos por la Dignidad.

Es decir, para que nazca el Bolivarianismo, fue necesario un estruendo colosal, pero esa grieta derivó en ruptura solo porque un pueblo enorme se dispuso a repensar los conceptos, a desconfiar de cantos de sirenas, a constatar las bárbaras consecuencias de la mentalidad de colonia. Y mutó a proceso digno de gobierno, por la existencia exacta de Hugo Chávez Frías, cuya estatura epocal lo ubicó, a algunos lustros de su aparición pública, en la galería de los Libertadores de América.

Como expondremos, Hugo Chávez y su pueblo se consolidan en el Siglo XXI como aquello que jerarquizó Fidel y el pueblo de Cuba en el Siglo XX: faro y vanguardia de Nuestra América.

No es casual que la oposición majunche venezolana, insista en agitar un fantasma llamado Cuba, obviando el aprendizaje del pueblo bolivariano, en estos 15 años, respecto al papel protagónico de Cuba en el elenco de la Vida.

Tampoco nosotros obramos azarosamente al nombrarnos por nosotros mismos, con el concepto martiano “Nuestra América”. O, como señalaba Francisco de Miranda, Colombeia. O, como diríamos nosotros, Tupacamaria. La batalla cultural ha sido la que ha permitido que un primer momento de fuga social, pueda desarrollarse en el tiempo. Este campo de la pelea es el que garantiza, a futuro, que los esfuerzos políticos, creativos, teóricos y fácticos no perezcan por la claraboya de facilismos azucarados.

OBSTÁCULOS “NATURALES”

Justamente, una de las grandes dificultades que afrontó el proceso bolivariano, y que aún obstaculizan un mayor avance, es lo que los venezolanos llaman la “mentalidad petrolera” en la sociedad. Refieren a la relación entre la poca propensión al trabajo, derivada de la “bendición” del oro negro, y el consumismo suntuoso como intento del “american way of life”, el modo de vida americano. Gringo, claro.

En “Las Venas Abiertas de América Latina”, Galeano demuestra como las sociedades desarrolladas en el marco de alguna riqueza natural, codiciada por alguna de las etapas del capitalismo, han resultado paradojas religiosas, donde una bendición se convierte en tragedia. El norte de Brasil o el Potosí, son solo algunos ejemplos. En el caso venezolano, una economía primaria, seleccionada por su tierra, y por la división internacional del trabajo, como productora de petróleo, generó distorsiones sociales entre las escasas miles de familias locales beneficiarias de la renta petrolera y las millones de personas que jamás accedieron al lujo y la opulencia no sudada, pero aprendieron que ese era el camino idealizado.

Sin embargo, y a pesar de esta y otras limitaciones como el importante nivel de corrupción en la sociedad, la Venezuela de Chávez señala un sendero cargado de virtuosismos que son inspiración para los revolucionarios del tercer mundo.

UNA APARICIÓN LLAMADA CHÁVEZ

En febrero del 92, encabezando un grupo de oficiales nacionalistas, sin “Z”, intentó una insurrección armada que resultó derrotada. Él, ante las cámaras de televisión, le habló al país asumiendo la absoluta responsabilidad por el levantamiento, pero sin bajar ninguna bandera. Alguien se hacía cargo de un descontento generalizado. Los niños disfrazados de chavitos, empezaron a aparecer por todos los carnavales del país.

En el año 98, cuando asume la presidencia, lo primero que hace es proponer una reforma constitucional, tal como había blandido en su campaña. El pueblo, tempranamente, comprobaba que no era más de lo mismo. Contra la antipolítica, bastante arraigada en esa sociedad, aparecía un militar de origen mestizo y pobre, que cumplía sus promesas desde la política, reivindicando la participación política del pueblo.

Negros, mulatos, pueblos indígenas, mestizos, campesinos, obreros, urbanos pobladores de los cerros caraqueños y del país rebalsaron la convocatoria. Ante el llamado, participaron activamente de cientos de jornadas de discusión sobre la reforma constitucional, cuyo producto final fue sometido a referéndum y hoy es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, basada en la democracia participativa y en la soberanía intransferible por parte del pueblo.

Sancionada la nueva carta magna, el Comandante convoca a una nueva elección presidencial, para adecuar el mandato al nuevo paradigma refrendado. Al triunfar nuevamente, enfrenta la primera etapa con políticas internas destinadas a pagar la deuda social, para lo que se enfrenta a la meritocracia de PDVSA, una especie de técnicos pretendidamente “apolíticos”, acuartelados en la petrolera estatal, y a los dirigentes políticos, empresariales y mediáticos que, a la vez, ponen el grito en el cielo frente a las políticas antiimperialistas y el acercamiento a Cuba.

En ese escenario es donde se produce una escalada política de la derecha que culmina con el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, cuyo gobierno autojuramentado duró dos días y fue reconocido por la España de Aznar y el rey Juan Carlos y los Estados Unidos de Bush. Y duró dos días porque “bajaron”. Aquellos olvidados de siempre, los soberanos aprendidos, dejaron sus casillas precarias de los cerros –principalmente en Caracas- y bajaron. A devolver al presidente a sus funciones. A propinarle una paliza mayúscula a los poderosos eternos. El 13 de Abril Chávez retornó, liberado, a Miraflores, rodeado por una emoción pobre, con escasos precedentes en América. La sabiduría popular acuño una frase que revela la Dignidad: “Todo 11 tiene su 13”.

EMBRIÓN DE REVOLUCIÓN

Esa unión entre el pueblo oprimido y las fuerzas armadas leales, mayoritarias, que no se prestaron al juego de la contrarevolución, fue el factor político que derrotó al poder establecido y permitió el desarrollo embrionario del proceso revolucionario que hoy vive Venezuela.

Amílcar Figueroa, político y teórico venezolano, indica que ese componente fundante, la unidad cívico-militar, es la adecuación bolivariana de la unidad obrero-campesina de otras revoluciones socialistas del Siglo XX. Este particularismo, junto al abrazo de Marx, Bolívar y Cristo son algunos de los signos de creación autóctona que empiezan a perfilar la siguiente etapa.

Tras el golpe frustrado, la oposición reacciona con un paro petrolero en 2003, y la junta de firmas habilitantes de un referéndum revocatorio del mandato. Gracias a las políticas sociales, visualizadas ampliamente por la población, a través de las misiones en casi todas las áreas relativas a los derechos humanos esenciales, Chávez sale fortalecido, triunfando en el referéndum y profundizando las alianzas latinoamericanas –el ALBA proviene de este momento- y las del mal ejemplo, con los países del eje del mal; acelerando las nacionalizaciones de empresas ubicadas en los sectores claves de la economía; y fomentando el Poder Popular.

En ese contexto aparece una palabrita tabú: Socialismo. Chávez la menciona por primera vez en 2005, en el Foro Social Mundial de Porto Alegre. Llama a construir el Socialismo del Siglo XXI. A inventarlo. En 2006, gana las elecciones, enarbolando el Socialismo como principal bandera, con el 62 % de los votos.

SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

Tras la avalancha de votos por el Socialismo, surge el primer Plan Socialista de Venezuela, que avanza desde un capitalismo de Estado a lo que el intelectual Heinz Dieterich denomina la profundización de la “Democracia Participativa y Protagónica del Pueblo”. No solo nacionaliza empresas de servicios básicos, sino fábricas de la industria ligera y semi pesada, y fomenta las cooperativas y el control y gestión obrera de fábricas recuperadas. Al mismo tiempo, se planifica la conformación de consejos comunales como núcleo fundamental del nuevo diagrama político, integrado por vecinos, tendiendo a la descentralización y a la resolución de los problemas de cada comuna por sus propios interesados.

De esta etapa es la propuesta de una nueva reforma a la Constitución, que ampliaba derechos y le quitaba la corona al instituto de la propiedad privada, enunciando diferentes formas propiedad. Sin embargo, sometida a referéndum, la reforma perdió. Una campaña feroz y macartista de la derecha latinoamericana, junto a la falta de convicción de varios oportunistas que integraban puestos importantes dentro de la estructura política de la Revolución, impidieron el avance.

EL SURGIMIENTO DEL PSUV: REFORMA O REVOLUCIÓN – TEORÍA O PRÁCTICA

Chávez toma nota de la falta de organicidad y disciplina dentro de las filas de la Revolución y plantea la necesidad de conformar un Partido Político unificado que sea sostén del proceso y sea un partido de masas que forme cuadros. Nace el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

El PSUV, se conforma como tal y surge de un proceso riquísimo de debate. Aparece, dentro del chavismo, una discusión indispensable: Reforma o Revolución. Es decir, cambiar algunos aspectos de la vida política, o incluso todos, pero sin cuestionar la estructura de opresión; o atacar directamente a los pilares económicos del capitalismo. Una u otra postura se transparenta a partir de la respuesta al interrogante sobre qué hacer con la titularidad de los medios de producción, la apropiación de plusvalía y la propiedad privada.

Este debate, siendo gobierno, es inédito para muchos de nuestros países. Es ésta uno de las grandes realidades de la Revolución Bolivariana.

El PSUV se da sus órganos de gobierno, disciplina, manifiesto de principios y objetivos, todos ellos contenidos en el Libro Rojo, que consagran la pertenencia a un partido revolucionario. El Partido destaca como prioritario, la necesidad de la formación teórica de los militantes, contraponiéndola a una realidad muy latinoamericana, la tiranía de la praxis, que reduce el papel de la teoría, ridiculizándola o ubicándola en un lugar secundario.

Se trata de un dilema interesante. Si una organización política se dedica a hacer militancia territorial, sin estar dotado de una estructura, principios, objetivos, su praxis cotidiana puede servir a intereses insospechados por el hacedor. Y, por el contrario, si la organización se dedica a estudiar, reflexionar, resolver los problemas en la sobremesa de un café y sus militantes no ponen el cuerpo en un territorio, nunca puede probarse la certidumbre o falsedad de los estudios abordados.

Un dicho popular sentencia: “En el camión, andando, se acomodan los melones”. Claro, pero el camión tiene un conductor que traza un camino, decidiendo el modo del manejo y la velocidad a emplear. Y alguien, un peón, ubicó los frutos de determinada manera. Y otro, un patrón, decidió que se trasladen en ese vehículo y no en otro. Ese camión posee un acoplado con una estructura determinada que contiene a los melones, predeterminando o limitando la arbitrariedad del movimiento de los frutos.

Es decir, la absolutización de la improvisación en la práctica militante desconoce los determinantes preexistentes, el orden establecido que condiciona la práctica. Del mismo modo, los teóricos que desconocen el terreno donde se aplican sus teorías, al pueblo y su cotidianeidad, parten de premisas prestadas, no constatadas.

El equilibrio de ambas, parece ser lo necesario.

Sin embargo, en el caso del PSUV, la teoría y la formación política tienen mala prensa, a pesar del Libro Rojo que declara como valor fundamental del partido la formación y autoformación socialista. El Diputado venezolano Eduardo Piñate, autor de un formidable y reciente libro sobre el PSUV y su relación con las masas, considera que sin formación política e ideológica dentro del partido se impone el “pragmatismo y empirismo” y “se establecen las bases del oportunismo y el reformismo”. Explica, también, que la formación de cuadros implica tanto lo teórico como lo práctico, concluyendo con Lenin que “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”. En esta línea, razona que la división entre los que estudian y los que hacen es la aplicación al partido de la lógica capitalista de la división del trabajo.

El PSUV se ha convertido en una tremenda maquinaria electoral, con más de 7.000.000 de afiliados, que ha probado su eficacia en todas las elecciones en las participó desde su creación. Ello, si bien es necesario para una Revolución que se somete periódicamente a elecciones democráticas, ha menoscabado el objetivo de ser un partido revolucionario en la acepción brindada por el propio Chávez: partido de masas que forme cuadros. Su estructura se adecúa a cada campaña electoral, actuando más como partido de gobierno que como partido revolucionario, cuyos militantes puedan ponerse al frente de las necesidades que aún no han sido satisfechas por la Revolución o que han ingresado en la amansadora de la burocracia.

VENEZUELA HOY: LOGROS Y DESAFÍOS

El actual momento de Venezuela, encuentra a su pueblo familiarizado con el término “Socialismo” a punto tal que no duda en jurar, cuantas veces haga falta, “Socialismo o muerte”. Ello no necesariamente signifique conciencia de una ideología política-económica. Sin embargo, el terreno arado por el líder de la Revolución se encuentra fértil para el desarrollo del socialismo en cada comuna y en el Estado todo.

Un Diputado, comprometido y transparente, nos precisó que se ha avanzado mucho en la construcción del Socialismo en lo social y en lo político, pero muy poco en términos económicos. Ello se traduce en que se han ampliado derechos a los invisibles de la Historia, se les ha dado voz y protagonismo. Este mismo Diputado proviene de los cerros de Caracas, de los sectores más postergados de Venezuela.

Los marginados en Venezuela, en términos generales, hoy tienen trabajo, comen y estudian. Llegan los médicos donde nunca antes. Se han construido más de 3.000.000 de viviendas populares de calidad. La Unesco declaró a Venezuela “territorio libre de analfabetismo”. La participación política de la inmensa mayoría se ha incrementado a niveles nunca vistos, hecho que puede reflejarse en algo anecdótico pero significativo. La Constitución de Venezuela se vende en los kioskos o por venta ambulante, como objeto de consumo popular. Y el pueblo sale a la calle a defender a su gobierno con su constitución en la mano y leída.

Este enero, hemos sido testigos de ello. A manera de ejemplo valen los gritos de la multitud a una Diputada que había entrecerrado los ojos en el acto multitudinario y profundamente emotivo del 10 de enero: “Despierte Diputada, tenemos que estar todos unidos y bien despiertos”.

En el plano internacional, “Chávez” es sinónimo de “Gracias” en Medio Oriente y el Caribe, por la práctica del internacionalismo. El sueño de Bolívar, la Patria Grande, empieza a ser realidad por el impulso venezolano contra el ALCA, por la creación del ALBA, PETROCARIBE, la UNASUR y la CELAC, primera Comunidad de naciones latinoamericanas en la que se excluye a Estados Unidos y Canadá, impensada años ha. 

Todo ello, dentro de un cúmulo innumerable de acciones reparadoras y de avance hacia la Dignidad del hombre y la mujer venezolana, conviven con la estructura económica capitalista, perseverando la Bolsa de comercio, el monopolio y la propiedad privada. Si bien, el neoliberalismo da muestras de su ocaso en Venezuela, el capitalismo sigue vivo.

Este es el desafío del Programa de la Patria ideado por Chávez, plataforma de gobierno 2013-2019. Minar los cimientos del capitalismo, transitar también en lo económico al Socialismo del Siglo XXI, como adaptación del concepto indígena del “Buen vivir”.

HISTORIA Y PATRIA

La adoración por Chávez alcanza niveles religiosos. La prédica cristiana de la Revolución ayuda a ese desenlace. Pero que un hombre afirme que está dispuesto a cambiar su vida por la del Comandante; o los llantos por igual de la moza del Gran Café de la Sabana Grande y de un Diputado en la intimidad de una conversación política, con dos desconocidos argentinos, en su despacho, no son obra de la liturgia ecuménica. Es la constatación de la contemporaneidad de un hombre que ha marcado un pliegue definitivo en las tradiciones políticas latinoamericanas, mas sobre todo, ha torcido el rumbo de dependencia existencial de millones de compatriotas.

Una hermosa canción compuesta para la campaña presidencial del 2012, remate el estribillo con el eslogan “Chávez corazón del pueblo”. Y es acertado. Chávez es sentimiento y latido. Es amor y genio caribeño. Es alegría y picarezca. Es baile y canto. Por eso, pudimos apreciar la emoción del pueblo de CATIA, un barrio popular de Caracas, cuando se pararon a entonar el himno y el parlante devolió a Chávez y al pueblo entonando, a capela, “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”.

Chávez encabezó una patriada de cara a las elecciones del 7 de Octubre pasado, tras pasar por 3 operaciones por cáncer. Es que en la campaña, Chávez reafirmó lo que tantas veces: él milita para la Historia, jugándose la vida, como tantos próceres de nuestro panteón libertario. Es que el Comandante Chávez es quien ha resignificado la palabra “Patria”, cuando las banderas se bajaban, se decretaba la muerte de las ideologías y cruzarse de bando era una moda muy posmo.

Por eso tiene razón cuando indica “Hoy tenemos Patria”. Porque ahora “Patria” implica a un nosotros y a una esperanza irredenta: Los derechos humanos de carne y hueso coherentes con su enunciación, para todos y todas.

Eso lo entiende bien la militancia chavista. Y sus primeros militantes, unidos, son Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, vicepresidente de la Nación y presidente de la Asamblea Nacional, respectivamente. No se dejan cizañar por la carroña opositora y defienden al “Socialismo como reino de Dios en la tierra”, en palabras de Maduro, durante un acto en la puerta de la Asamblea Nacional este 5 de Enero. Ellos entienden que quien manda es Chávez y su ideario. Pero, por las dudas, el pueblo chavista se encarga de recordárselos permanentemente cuando coronan los “Vivas”, gritando “Viviremos y Venceremos”. No son términos neutros. Tienen el tatuaje lúcido del Comandante en jefe.

Chávez se curará. Eso anhelamos, con fervor militante, todos los compañeros y camaradas del Partido de la Vida. Lo logre o no, el pueblo asegura que los otros, los del Este, los mantuanos, los de apellidito noble, “No volverán”.

Los militantes del porvenir tenemos el deber de no cejar en organización, en estudio, en debate, en embarrarnos, en compartir lo cotidiano, lo existencial y los sueños. En perseguir los sueños de Bolívar y de Fidel y de Chávez. Y de tantos.

La Revolución Bolivariana es la mayor inspiración que tenemos sobre lo real, lo posible y lo anhelado hoy. La esperanza socialista, tras la caída del mal llamado “Socialismo real”, hoy es presente, batalla y creación. Y eso se lo debemos a un pueblo y a un tipo común y excepcional llamado Chávez. 

Tupacamaria / Escuela Bolivariana del Poder Popular

No hay comentarios:

Publicar un comentario