Población civil víctima de la violencia en Siria

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La población civil siria es víctima de atentados terroristas y una guerra impuesta al país desde el exterior y que, entre otras acciones, promueve la división sectario-religiosa, estiman hoy comentaristas políticos.
A la luz de los últimos acontecimientos y de "documentales caseros" colocados en redes sociales en Internet por opositores al gobierno de Damasco, apoyados por algunos medios en el exterior, de otra manera no se puede pensar sobre lo que ocurre aquí. Al menos 11 personas murieron la víspera, entre ellas mujeres y niños, en un atentado perpetrado por terroristas en un barrio en el suroeste de Damasco, "habitado por familias alawitas de los servicios de seguridad", reseñó el hecho un medio de prensa occidental.

Mientras los llamados comité locales elevaron la cifra a 15 personas muertas, a las que llamaron perros muertos por ser integrantes de las fuerzas de seguridad, añadió la publicación siguiendo comentarios aparecidos en un video colocado en la red social Facebook.

Estos comentarios no alcanzan a reflejar la magnitud de la tragedia que enfrenta el pueblo sirio, atrapado en una guerra promovida por Occidente y algunas naciones árabes con el fin de destruir a la nación, tal vez, la más equilibrada y abierta confesionalmente, de toda la región levantina.

Ahora los coches bomba y los atentados terroristas son el arma predilecta de los "barbudos salafistas", del Frente Al-Nusra, y del conglomerado de mercenarios que llegaron a este país para traer cambios que la mayoría de la población rechaza, si siguen esa dirección.

En días recientes, un sunita, comerciante y padre de una extensa familia, dijo a Prensa Latina que si esa es la libertad que Occidente quiere para nosotros no la queremos.

La justificación esgrimida por los autores del atentado, que se atribuye el Ejército Libre Sirio, carece de toda validez. En la zona, donde ocurrió el hecho en el barrio de Mazzeh Jabal 86, no solo viven alawitas, también sunitas, ismaelitas, cristianos y miembros de otras confecciones del Islám que condenan por igual el atentado.

Qué reacción se puede esperar de una madre que envío a su pequeño hijo, de unos siete años, a un comercio cercano al lugar de los hechos y, aún anoche, estaba desaparecido.

La triste realidad es que la violencia y los atentados terroristas abren heridas profundas en el pueblo sirio, aunque, como decía hoy en la mañana un padre, que perdió a su hijo en otro atentado: "estas deben cerrase por el bien del país y de todos los sirios sin importar credo o tendencia religiosa".

Los hechos están ahí. La víspera proliferaron en toda la geografía siria las acciones terroristas.

En Alepo, a 350 kilómetros al norte de Damasco, seis integrantes de una familia murieron, entre ellos una niña, cuando armados dispararon 11 obuses de mortero contra una protesta en áreas de Bustan al-Qasr, por demandar a las bandas que salieran del vecindario.

Este lunes un obús de mortero disparado por bandas armadas contra un transporte público en el campo de refugiados palestinos de al-Yarmouk, mató a cinco personas, incluidos tres niños y una mujer, e hirió a otras 10. Mientras en otro atentado terrorista, mediante un coche bomba que explotó cerca del Centro de Desarrollo Rural en el área de al-Ghab, en la ciudad de Hama, a 209 kilómetros al norte de Damasco, murieron dos personas y 10 resultaron heridos, según una fuente gubernamental.

Este es el rosario de hechos que adorna la violencia en el país, donde lo más significativo es que la población se cansa de esta guerra que le imponen enemigos invisibles, en respuesta a acciones gubernamentales contra las bandas armadas.

Muchos civiles sirios, parafraseando a Platón, aseguran que los muertos son los únicos que ven el final de la guerra.

PrensaLatina/Escuela Bolivariana del Poder Popular

@Prensa_ebpp

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